Sueño inalcanzable (relato de Ciencia Ficción) I

in #spanish7 years ago (edited)

Prefacio

Hace poco inicié la publicación de mis relatos, en apariencia independientes unos de otros. Sin embargo, todos suceden en el mismo universo y la mayoría están ligados en ciertos aspectos, de modo que algunos hechos acontecidos en ellos resultarían confusos al no conocerse los otros (por eso el índice incluido luego de este párrafo). Como este es el último que publicaré, he de acotar un índice de los anteriores.

La coraza indestructible:

Parte I, parte II.

Laia y el lago de la vida:

Parte I, parte II.

Hacia el horizonte:

Parte I, parte II, parte III, parte IV, parte V, parte VI, parte VII.

Ahora podemos iniciar...

()

()

()

()


Fuente

Mi padre me enseñó que en la vida había que esforzarse, había que luchar por un futuro mejor. La palabra rendición no estaba en su diccionario; hasta su muerte nunca se le vio triste o resignado. No obstante, tampoco pudo cumplir todos sus deseos, nunca tuvo una casa propia, jamás salió de la miseria en que vivía y tampoco pudo garantizarles una buena educación a sus hijos, eso incluyéndome. Tras su funeral, el cual consistió en una reunión pequeña en un terreno abandonado e inhabitable donde fue cremado, mi hermano mayor y yo nos tuvimos que encargar de la familia. Nuestra enferma madre, de sesenta años, y nuestro pequeño hermano adoptado, Amelio, quien a sus nueve años aún no sabía leer, no estaban en condiciones de trabajar.

Aunque los primeros meses fueron los más duros y las cosas vividas resultaron terribles, lo que vino luego fue algo de otro nivel, cuyas probabilidades eran escasas. Todo comenzó la noche en que nuestra madre, por obras del destino, se fue a reunir con el alma de nuestro padre. Aquellos últimos minutos nos dieron las razones para las siguientes acciones.

Estábamos en la improvisada vivienda, yo en medio de Amelio y Fernán, mi hermano mayor, observando la dolorosa agonía de ella, quien reposaba en una colchoneta vieja apoyada sobre una camilla de hospital que sacamos de un basurero. Sin saber qué hacer, nuestras expresiones de angustia poco a poco se rendían ante la resignación. Madre se removía entre las sábanas, moviendo los ojos bajo los párpados frenéticamente, como si tuviese una pesadilla; el sudor le corría por la frente a montones. Así la vimos, hasta que llegó un momento en que se quedó quieta, con expresión apacible, y no volvió a moverse. No nos dimos cuenta de cuándo dejó de respirar. La peste que azotaba las zonas marginadas era impredecible e incurable; nadie tenía ni idea de si se trataba de una o varias enfermedades las que rondaban las vidas de los menos privilegiados.


Fuente

Mis hermanos lloraron, igual que yo; se abrazaron al cuerpo de la difunta. Los miré a través de las lágrimas, con ayuda de la poca luz que proporcionaba la lámpara que colgaba de un gancho en el techo. Luego de la medianoche, o eso intuí puesto que no había forma de verificar la hora, se durmieron en el suelo de tierra dura, acurrucados uno al lado del otro. No cambié de posición en todo el rato, pero, una vez que el silencio reinó, reaccioné; entonces escudriñé mis alrededores.

La estancia era pequeña, de tres yardas de ancho por tres de largo, un solo espacio para todo; la cocina en una esquina, junto a un cilindro de gas doméstico, otra colchoneta arrimada justo a un lado y los pocos alimentos recolectados en otra esquina. La camilla donde reposaba mi madre estaba en el centro de la sala, bajo la luminaria. La pequeña morada estaba hecha con madera y hojas de metal, construida a mano por Fernán y yo, cerca del Gran Botadero. Esa realidad me hacía sentir un terrible vacío en mi interior. Daba la impresión de que me asfixiaba; respiraba con dificultad. Me di vuelta. Salí aprisa por la única puerta, apartando la delgada cortina que la sellaba, para posteriormente aspirar enormes bocanadas de aire, sin importarme el olor a humo.

Una vez recuperado, me encontré con el mundo exterior, las otras casuchas donde los ya autodenominados indigentes pasaban sus desesperanzadas vidas. Adelante y a ambos lados se extendían cuadras de chozas, muchas de ellas, y sobre todas, se erguía lejana, entre brumas de contaminación y luces provenientes de máquinas voladoras, una montaña oscura de desperdicios, quizá tan grande que abarcaba el mismo espacio que mi ciudad natal, allá en el lejano este.

Hacía años que no sabía nada de lo que pasaba en ese lugar. Mi padre me había prometido que volveríamos, que pronto nos recuperaríamos, pero la degeneración de la economía galopaba a un ritmo exponencial. Estábamos siendo absorbidos por los vecinos, quienes en sus mil quinientos años de estadía a nuestro lado no habían llegado a niveles tan altos de crueldad como los de ahora. Este pensamiento me hizo sentir cólera, por lo que, sin darme cuenta, volteé a mi derecha, para ver al norte, y divisé la gran esfera, el enorme círculo con la mitad iluminada y la otra en penumbra, ocupando parte del cielo. Podía distinguir algunos detalles, como los que se ven en ciertos tipos de mapas; en el lado visible, aunque no tanto por el excesivo brillo, grupos de nubes con formas abstractas, quietas como si fueran simples dibujos, el azul de los mares y océanos, grandes extensiones de tierra con matices de diferentes colores entre los que abundaba el verde; en el lado oscuro había redes de luminosidad, diminutas, apenas perceptibles, señal de la raza inteligente que allí habitaba, y en el centro de la circunferencia un gran glacial, como una pupila blanca en un ojo gigantesco.

dreamy_sunset-1366x768.jpg
Fuente

Gracias a esa presencia, las noches eran un poco similares a los días. Pero lo que más me llamaba la atención era la figura alargada que se levantaba desde el horizonte y se unía al polo del astro como un cordón umbilical. Si me le quedara viendo durante el tiempo suficiente, notaría su movimiento constante…

No podía esperar más.

Volví dentro de la choza, me agaché junto a Fernán y sacudí con suavidad su hombro repetidas veces. Se despertó al instante, a causa de sus reflejos desarrollados en las peligrosas zonas donde trabajó hacía bastante. Me miró atento, abandonando su posición fetal. En sus ojos se notaba la pregunta que le inquietaba.

—Hermano. Creo que es hora de tomar una decisión —le dije en susurros.

—¿Te refieres a…? —empezó a preguntar, pero yo lo detuve con un ademán.

—Hablemos afuera.

Acompañados únicamente por el murmullo lejano de los impactos del metal cayendo sobre la montaña de desperdicios y los ronquidos de los mendigos, mi hermano y yo permanecimos en silencio frente a la entrada de nuestra choza, observando la esfera celeste que opacaba a la luna. Sabíamos lo que venía, la conversación más importante de nuestras vidas, o al menos yo estaba consciente de ello.

—¿Pretendes que pongamos en peligro a Amelio? —dijo Fernán.

—No…

—Estamos en quiebra, no hay recursos para lograr algo como eso. Y mírate, míranos; ya no tenemos la nutrición adecuada.

Era verdad, aunque no había tenido contacto con algún espejo en meses, me veía reflejado en la apariencia de Fernán y Amelio, quienes presentaban ojeras además de aquella flaccidez preocupante. No nos habíamos cambiado la ropa en varios días; ya podían considerarse harapos viejos. Sin embargo…

—He practicado más con mi pequeño don, hermano. Puedo llevar con nosotros un ejército invisible si conseguimos armas.

—No seas ingenuo. Vamos a morir antes de ver la puerta del banco.

—Podemos llevar una de las naves del botadero. —Señalé hacia la montaña, donde se veían las luces flotantes, como luciérnagas en un bosque.

—¿Y cómo la vamos a encender? ¿Olvidas su sistema de seguridad?

—Claro que no lo he olvidado. Pero hace poco noté algo… ¿Has visto el bombillo que puse allí dentro?

—Sí.

—¿Y no te preguntas cómo lo he encendido?

—Pues con tu don, ¿no?

—No. Yo no puedo hacer ese tipo de cosas. Tengo la teoría de que los vecinos han encendido el prototipo del Sender.

Fernán me miró con el ceño fruncido, en parte incrédulo, en parte interesado. Sus cabellos estaban tan largos que le llegaban a los hombros, tan resecos que permanecían casi inmóviles.

—La única torre que conozco con ese nombre está en el polo norte de aquel planeta —dijo, señalando hacia la gran esfera celeste—. Es imposible que su energía llegue hasta aquí.

—Recuerda que es un prototipo basado en los viejos diseño que robaron de aquí —repliqué—. Tal vez no se hayan dado cuenta de que llega bastante lejos. Es una posibilidad, me parece, que simplemente no sean tan inteligentes en ciertas cosas. Tenemos una oportunidad, pero debemos actuar ya.

Mi hermano dejó de mirarme; se quedó pensativo. Mientras tanto, escudriñé los alrededores, una costumbre que adquirí cuando el último gobierno cayó, ya que el mundo se había vuelto el triple de peligroso que en el pasado. Nuestra casucha estaba a la orilla del asentamiento irregular, donde iniciaba una planicie llena de charcos de agua contaminada con químicos tóxicos. Desde ese lugar no se percibían señales de movimiento. Sin embargo, a mi izquierda, en una vivienda a treinta metros, pude distinguir la figura oscura de una persona que se asomaba a la puerta sin ninguna precaución. Una demostración de confianza que me puso la piel de gallina. Desde esa distancia lograba vislumbrar una sonrisa dibujada en aquel rostro anónimo.

—Hermano —dije—. Creo que debes decidir ahora mismo.

—Ya me di cuenta, Vince —susurró Fernán—. No hay opción, seremos los próximos que sirvan en la mesa si no nos marchamos.

El cabecilla de la pandilla que dominaba este lugar, siempre se tomaba unos minutos para dictaminar las reglas del poblado o algún cambio en las mismas. La última vez había emitido una nueva, para suplir el problema de la comida. Era algo que simplemente no encajaba en el perfil de una sociedad civilizada, se podía decir que ya estaban de vuelta en la época primitiva.

Volvimos adentro. A la vez que Fernán preparaba un morral con víveres, yo desperté a Amelio, quien se tomó su tiempo para levantarse. Durante esos segundos, lo observé con compasión, consciente de la situación a la que pronto lo iba a exponer. No obstante, sabía que el chico era fuerte, puesto que lo había demostrado antes. Lo bueno del caos al cual fuimos sometidos era que, en el proceso, los niños se vieron implicados y maduraron más rápido que nosotros; muchos otros perdieron la sensibilidad, volviéndose seres crueles y despiadados.

—¿Qué pasa? —me preguntó Amelio, una vez de pie.

—Caníbales —le susurré—. No sé cómo se dieron cuenta; tal vez nos escucharon llorar.


Fuente

—Todo listo —anunció Fernán echándose el morral al hombro—. Tenemos lo suficiente para un par de días.

—¿Qué hacemos con mamá? —pregunté—. No podemos dejar que le hagan eso, aunque esté muerta.

Fernán se dio la vuelta sin responder. Se acercó a la cocina, tomó algo que estaba sobre una hornilla; luego volvió a mirarme, parándose a centímetros del cuerpo de nuestra madre. Me mostró la caja de cerillas que sostenía en la mano y dijo:

—Quemaremos todo. Ya que no volveremos…

Continuará...

Sort:  

Congratulations @matutesantiago93! You have completed some achievement on Steemit and have been rewarded with new badge(s) :

Award for the number of upvotes received

Click on any badge to view your own Board of Honor on SteemitBoard.
For more information about SteemitBoard, click here

If you no longer want to receive notifications, reply to this comment with the word STOP

By upvoting this notification, you can help all Steemit users. Learn how here!

This post recieved an upvote from minnowpond. If you would like to recieve upvotes from minnowpond on all your posts, simply FOLLOW @minnowpond

@mrainp420 has voted on behalf of @minnowpond. If you would like to recieve upvotes from minnowpond on all your posts, simply FOLLOW @minnowpond. To be Resteemed to 4k+ followers and upvoted heavier send 0.25SBD to @minnowpond with your posts url as the memo

@cryptohustlin has voted on behalf of @minnowpond. If you would like to recieve upvotes from minnowpond on all your posts, simply FOLLOW @minnowpond. To be Resteemed to 4k+ followers and upvoted heavier send 0.25SBD to @minnowpond with your posts url as the memo

Coin Marketplace

STEEM 0.28
TRX 0.12
JST 0.032
BTC 61195.86
ETH 3009.46
USDT 1.00
SBD 3.80