Historias de la puta cárcel. Capítulo trece

“Historias de la puta cárcel” pretende ser un relato de ficción con diferentes historias breves e interconectadas entre sí, que reflejan la vida de variopintos personajes en un Centro Penitenciario de España y las circunstancias delictivas que les ha llevado a su ingreso en prisión.   

Gran parte de los personajes, lugares, situaciones y casos son reales, aunque maquillados con algunos elementos inventados y añadidos para dar mayor consistencia y uniformidad a los diferentes relatos, así como para mantener de la mejor manera posible la privacidad de las personas implicadas.   

Capítulo trece 

Charly y su hermano Lolo tenían fama de chivatos; aunque distantes con la mayoría de funcionarios, tenían buena relación con algunos Jefes, con los cuales compartían información privilegiada. Existe el mito o la leyenda de la existencia de los presos chivatos, los que podrían denominarse chivatos de oficio, aquellos cuya vocación es dedicarse a contarles a los funcionarios todo lo que pasa en los módulos, pero la realidad es que rara vez se da alguno de estos casos.  

Lo que si es cierto es que existen casos de chivatos ocasionales e interesados, bien por obtener algún favor concreto, bien por evitar que  algún asunto les pueda salpicar, o bien porque se les ha pillado con las manos en la masa. Si un preso se chiva de otros es por algo muy concreto y puntual, y siempre por algún motivo. 

Charly y Lolo compartían celda, y en más de una ocasión les encontraron algún teléfono móvil o droga, hecho que les podía haber ocasionado partes disciplinarios graves y la pérdida de sus puestos de trabajo. Sin embargo siempre escapaban sin ningún tipo de sanción debido a los chivatazos que proporcionaban. A pesar de eso, la fama que les precedía por su delito y el hecho de que eran personas que físicamente imponían, hacía que fueran muy respetados en el Centro. 

Otro personaje curioso que Freddy se encontró en el economato central fue Hassan, un africano oriundo de Guinea que hacía unos años había arribado de forma ilegal a la isla. Como muchas personas de su país, vivía en un ambiente de pobreza y miseria en el que no existe porvenir alguno.  Cautivado por los cantos de sirena de una vida próspera en Europa, Hassan sucumbió a las trampas de las mafias que embaucan a las pobres gentes desesperadas prometiéndoles el paraíso. 

Durante varios años se dedicó a ahorrar parte del poco dinero que conseguía con el fin de juntar la cantidad demandada por estos traficantes de personas.  A Hassan le dijeron que le llevarían a Europa y una vez allí, le ayudarían a regular su situación como refugiado político y le buscarían un trabajo; todo ello por un módico precio. Pero la realidad que posteriormente se encontró, distaba mucho de lo que le habían prometido. 

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Hassan llegó a la isla en muy malas condiciones físicas a bordo de una barcaza junto a otros 80 compatriotas, después de 3 días de travesía por el mar, sin apenas comer ni beber. La muerte les rondó de cerca y aunque consiguieron esquivarla, lo que les esperaba a la llegada no era nada halagüeño.  Todos ellos fueron atendidos por miembros de la cruz roja y protección civil para posteriormente ser ingresados en un centro de internamiento para extranjeros. 

El ordenamiento jurídico establece un periodo máximo legal para los detenidos en estas situaciones; tras permanecer allí tres meses en una situación de hacinamiento,  y debido a que su orden de expulsión y repatriación no se aprobó a tiempo, Hassan fue puesto en libertad.  A partir de ese momento tuvo que buscarse la vida en un lugar donde no conocía a nadie y donde se sentía completamente desamparado. 

                                                               Fuente

Contaban las malas lenguas que Hassan tuvo que prostituirse para poder salir adelante; también que se dedicó al pequeño menudeo de venta de droga e incluso que llevó a cabo varios hurtos y robos. Pero Hassan fue finalmente detenido y condenado por asesinato. No se sabe muy bien los motivos que  llevaron a Hassan a ir a la casa de un conocido empresario, ni que ocurrió allí. Existían varias versiones alternativas, pero la realidad es que Hassan, en un estado transitorio de locura, probablemente desencadenado por el consumo de drogas, apuñaló varias veces  a su víctima causándole la muerte. Presa de los nervios y la desesperación huyó del lugar, pero a los pocos días fue localizado y detenido. 

Su integración en prisión fue buena, y su correcto comportamiento y predisposición, le llevaron a granjearse la simpatía de funcionarios y miembros del equipo técnico. Tras desempeñar satisfactoriamente varios destinos, finalmente le nombraron ordenanza del economato central.   

Continuará.   

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