Historias de la puta cárcel. Capítulo cuatro

“Historias de la puta cárcel” pretende ser un relato de ficción con diferentes historias breves e interconectadas entre sí, que reflejan la vida de variopintos personajes en un Centro Penitenciario de España y las circunstancias delictivas que les ha llevado a su ingreso en prisión.   

Gran parte de los personajes, lugares, situaciones y casos son reales, aunque maquillados con algunos elementos inventados y añadidos para dar mayor consistencia y uniformidad a los diferentes relatos, así como para mantener de la mejor manera posible la privacidad de las personas implicadas.   

Capítulo cuatro

Habían pasado varias semanas y Matías se había adaptado bastante bien a su nueva vida. Por el momento se encontraba en situación de preso preventivo a la espera de juicio; dada la gravedad de su delito y la alarma social que provocó, el juez estimó oportuno que Matías ingresara y permaneciera en prisión hasta que llegase la fecha de celebración de la causa penal. 

Las noticias que le transmitía su abogado no eran buenas. Los dos compañeros de Matías que se encontraban en la habitación del hotel la noche de autos acusaban a Matías de ser el instigador del robo y de ser el autor material del asesinato y violación de la mujer. 

Una camarera del servicio del hotel encontró la mañana siguiente el cuerpo de la anciana alemana muerta en su habitación. La policía comenzó rápidamente la investigación de lo sucedido y encontró a un vecino de la zona que afirmó haber visto pasar corriendo a una persona aquella madrugada cuando se disponía a salir a trabajar. En su descripción creía haber reconocido a Pedro, al cual conocía por coincidir con una cierta frecuencia en uno de los bares de la zona. 

Poco tardaron los investigadores en detener a Pedro y poco tardó éste en reconocer los hechos y delatar a sus compañeros. Las pruebas obtenidas por la policía científica eran muy claras y contundentes; solo se encontraron restos de semen pertenecientes a Matías en el interior de la vagina de la fallecida; durante el forcejeo la anciana arañó a Matías en cara y brazos, encontrándose restos epiteliales en sus uñas; las marcas y heridas que presentaba Matías coincidían y eran compatibles, y las pruebas de ADN fueron concluyentes.      

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Eduardo “El francés” tenía una dilatada carrera delictiva y numerosos antecedentes penales. Víctima de una familia desestructurada donde su padre, borracho y drogadicto, le propinaba habitualmente palizas, aprendió a desenvolverse ya de niño en una ambiente de marginalidad donde para sobrevivir tenía que dedicarse a todo tipo de actividades ilícitas; en su etapa adolescente fueron pequeños hurtos y extorsiones para tiempo después dedicarse a robos con fuerza e intimidación; ya de adulto se involucró en una banda que se dedicaba al asalto de casas de lujo y finalmente acabó metido en el tráfico de drogas.  

“El francés” había sido condenado a 20 años de pena de prisión por el secuestro y asesinato de la hija de uno de los empresarios más importantes del sur de la isla. Para exigir el rescate amputaba miembros de las extremidades de la pequeña que posteriormente remitía por carta a su familia. Finalmente, delatado por un compinche y acorralado por la presión policial, optó por asesinar a la niña. 

“El francés” era uno de los individuos más respetado en el Centro Penitenciario, no solo por el resto de reclusos sino también por los funcionarios; no en vano había protagonizado alguno de los peores altercados existentes en el Centro desde su apertura, con un amotinamiento y secuestro de personal laboral y médico. 

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Eduardo “el francés” pensó que Matías podría ser un buen elemento para añadir a su grupo ya que tenía facilidad para relacionarse adecuadamente con todo el mundo y además se llevaba bien con los funcionarios; podría ser un buen camello y dedicarse a la distribución de drogas dentro de la prisión. A Matías le atrajo la idea; tenía experiencia en esos asuntos y un buen dinero extra para sus vicios le vendría muy bien. 

Para tener una mayor libertad de movimientos y facilidad en la distribución de la droga, Matías solicitó un destino remunerado  como personal de mantenimiento. Su experiencia laboral y su buena predisposición al trabajo le otorgarían la posibilidad de conseguir el puesto. Se dedicaría a tareas de fontanería y albañilería, muy necesarias en una prisión ya vieja y obsoleta, y tendría una relativa facilidad de movimientos. Cobraría un sueldo por su trabajo y un extra por la distribución de hachís y pastillas. 

Sin embargo pasadas unas semanas se produjo un grave incidente que afectaría de manera importante a Matías. Una brutal paliza propinada por “el francés” a un negro en el módulo, desencadenó un conato de pelea entre blancos y negros en el que afloraron pinchos caseros y barras metálicas, y en el que volaron sillas y todo tipo de objetos; la rápida intervención de los funcionarios calmó la situación, pero la gravedad de los hechos hizo que “el francés” fuese trasladado al módulo de aislamiento y que se le solicitase su traslado a un Centro de alta seguridad; el grupo quedó descabezado y la distribución de drogas interrumpida. 

Continuará.   

En los siguientes enlaces puedes leer los capítulos anteriores:   

• Capítulo uno 
• Capítulo dos 
• Capítulo tres