Historias de la puta cárcel. Capítulo dos

“Historias de la puta cárcel” pretende ser un relato de ficción con diferentes historias breves e interconectadas entre sí, que reflejan la vida de variopintos personajes en un Centro Penitenciario de España y las circunstancias delictivas que les ha llevado a su ingreso en prisión.   

Gran parte de los personajes, lugares, situaciones y casos son reales, aunque maquillados con algunos elementos inventados y añadidos para dar mayor consistencia y uniformidad a los diferentes relatos, así como para mantener de la mejor manera posible la privacidad de las personas implicadas.     

Capítulo dos.     

Matías rehusó realizar la llamada telefónica a la que tenía derecho durante sus primeras 24 horas de ingreso. A pesar de las recomendaciones del funcionario para que contactase con su familia y que pudieran llevarle ropa y dinero, Matías no se encontraba con ánimo de hablar con nadie.  

Su primer día en prisión se hizo eterno. El tiempo parecía que se había detenido dentro de aquellas cuatro paredes y los fantasmas de lo que ocurrió aquel fatídico día no paraban de visitarle. En su entrevista con el educador y la psicóloga se mostró esquivo y poco colaborador. Apenas facilitó datos de su vida y en todo momento negó los hechos que la policía y el juez le imputaban. Cuando le preguntaban simplemente se limitaba a repetir "Me dejaron colgado".   

Sin apenas haber dormido y con el cuerpo dolorido por la incomodidad del colchón, Matías escuchó la sirena de aviso de comienzo de la jornada en la prisión, esa sirena que escucharía en lo sucesivo los siguientes  18 años de su vida. Apenas desayunó un café, tenía el estómago encogido y enseguida recibió el aviso de que se preparara para pasar al módulo que se le había asignado. El equipo técnico determinó que debido a la gravedad de su delito y a la falta de asunción de los hechos, Matías debía pasar al módulo 4, sin duda el peor módulo de la prisión. Mientras un funcionario le acompañaba al que momentáneamente sería su nuevo hogar, Matías volvió a recordar de nuevo los hechos acontecidos aquella noche de viernes.     

                                                            Fuente

Ya dentro de la habitación observaron que una persona estaba acostada y parecía dormida, así que sigilosamente buscaron dinero y cualquier objeto de valor en el armario, bolsos y maletas.  Pedro, el compañero de andanzas de Matías cometió una tremenda imprudencia. Su estado alterado debido al consumo del alcohol y las drogas hicieron que quisiera hacerse el gracioso, y por ello se acercó a la cama para observar quién se encontraba allí. Quizás su presencia cercana, su respiración o algún sonido emitido desencadenó el principio de la tragedia. 

Una mujer despertó y asustada al verse rodeada de intrusos comenzó a gritar. Inmediatamente Matías se abalanzó sobre ella tapándole la boca y golpeándola violentamente en la cara. Los siguientes momentos fueron confusos ya que la mujer mostraba resistencia y no cesaba en sus gritos. Matías intentaba que se callara apretando su cuello; alguien le puso un pañuelo en la boca, mientras el resto la golpeaba con saña. No tardó la mujer en cejar en su resistencia. Asfixiada y con el cuerpo completamente magullado, yacía postrada en la cama.    

La mujer parecía extranjera y las arrugas en su piel denotaban que se trataba de una anciana. Durante aproximadamente un minuto no se escuchó una sola palabra. Los tres individuos permanecían impasibles y a la vez nerviosos contemplando el cadáver de la mujer. De repente Matías comentó "que se joda, que le den por culo a la ricachona". 

Parecía que esas palabras justificaran los terribles hechos acontecidos, lo que desencadenó que los tres asaltantes se envalentonaran y no sintieran remordimiento de lo que estaba pasando. Los siguientes momentos fueron frenéticos y espeluznantes. Alguno tuvo la idea de violar a la mujer y ninguno puso reparo en ello. Matías fue el primero; parecía un animal poseído, desatado y presa de un odio y rencor atroz. Aquella mujer asesinada y vejada, de la cual no conocía ni siquiera su nombre, parecía encarnar todo lo que detestaba en su vida. Los tres individuos se encontraban profundamente alterados y competían por poseer el cuerpo de la víctima. Uno tras otro se intercambiaron repetidamente en un acto tan terrible como deleznable.   

Matías no recordaba cuanto tiempo pasaron en la habitación. La siguiente imagen que le venía a su mente era la de saltar  de nuevo la valla corriendo, huyendo, intentando alejarse lo más posible de aquel esperpéntico escenario.   

Continuará.   

En los siguientes enlaces puedes leer los capítulos anteriores:   

Capítulo uno