Nueve Inconclusas Historias de Amor | Octava Evocación: Viviendo entre la mandrágora y el refranero popular

in #spanish7 years ago
Respetados compañeros de viaje en la comunidad de Steemit:
Con este relato, doy continuidad a la serie que he denominado “Nueve Inconclusas Historias de Amor”, en la que, a través de evocaciones, escritas en primera persona, rescato, en el tiempo, mis vivencias, las de personas muy cercanas a mí y otras historias que presencié o me fueron contadas, con el propósito de formular y defender mi tesis que las verdaderas historias de amor, nunca mueren, aún en el caso que no se desarrollen linealmente, como cabría esperar, en el mundo real.

Viviendo entre la Mandrágora y el refranero popular.

Desde que te conocí, y, especialmente, después que te tuve por primera vez en mis brazos, ejerces poderosa y señorial, un sortilegio que nubla mi pensamiento, embriagándome y en ocasiones condenándome a una contemplación ávida de tu existencia tal, que sería perpetua si no acudiera, como un sexto sentido o un corifeo, la conciencia, que generosa y plena de una sabiduría popular, invoca ancestral:

"...Agua que nos has de beber, déjala correr...".


Sin embargo, te acercas y expeles esos aromas tan tuyos que, si consideramos que al menos un 1% de la población mundial pudiera tener mi respuesta olfativa a esos estímulos, sería la panacea de más de una empresa de la industria cosmética.

Y, ¿qué puedo decir de la manera que bailas? Un sacerdote, rabino o ministro declararía que eres la personificación de la lujuria, pues invitas a desearte desesperadamente no solamente con el movimiento de tu hermosísimo cuerpo, tan lleno y tan suave en cada centímetro cúbico de sus relieves y oquedades.

Pero ese rito no es la clave de tu hechizo a tu compañero de baile o a la audiencia que se deleita con ese talento: ¿divino o diabólico? No sé. El éxtasis, a tu alrededor, lo logras con la mirada, esa mirada que pareciera recitar un criptograma sencillísimo en su compleja elaboración: Me perteneces.

"...Lo que es del cura va a la iglesia...".


Cuantos años tengo acompañándote, 5, 10, 15, 20 años, ya perdí la cuenta pues, de alguna manera, quizás nunca he podido verdaderamente, descifrarte y tener autoridad para declarar que te conozco. Lo que sí puedo admitir es que me he enamorado y desenamorado de ti al menos cuatro veces al término de ciclos en los que mi instinto de conservación escondido en una falsa auto compasión me recuerda como lo habrían dicho mis abuelos:

"...La miel no se hizo para la boca del burro...".


Precisamente, sea por lo que me asemeja a un burro que no dejas de buscarme, de provocarme, y especialmente, conociéndome como me conoces, y apoyada en esas artes tan tuyas, de refugiarte en mi cada vez que te tropiezas con un sátiro, un patán o un desorden emocional superior al tuyo y al mío, juntos.

Y yo, te consuelo, te abrigo, te refugio en mis brazos como la primera vez y vuelvo a inhalar esos vapores tan tuyos que mezclados con la esencia frutal que exhalas y exudas desde tu intimidad, en la que extrañamente más allá de tantas excursiones e incursiones tuyas, puedo encontrar predominante, fresco e imborrable, mi propio olor.

Hoy, mientras escribo, estoy sumando fuerzas para recuperarme de tu nueva ida y venida, tan grotesca como inesperada, dolorosa como imperdonable, atentando contra algo que, estoy convencido, es mi propia casi olvidada moral que se clava en el lado izquierdo de mi pecho y desciende como un tajo de kriss malayo envenenado hacia mi bajo vientre.

Y me aferró desesperado a la oportunidad de escapar, definitivamente y desterrarte, encontrar la luz en otros ojos, la música en otros suspiros y gemidos diferentes a los tuyos, la paz sobre otros pechos. ¿Será que, finalmente, me liberaré dando otra oportunidad al refranero para que siga dando respuestas precisas a mi agridulce drama pasional.

"...A cada cochino le llega su sábado...".


Pero tú vuelves y bailas para mí, sudas para mi, rozas el cielo para mí y a través de mí y me convenzo que soy cofia y piloriza de una mandrágora que inexorable e impenitentemente me abrasará, y que será fecundado una y otra vez por esta veleidad sensual que reforzará la tesis según la cual:

"...Árbol que nace torcido jamás su rama endereza...".


Mandragora
Fuentes de las imágenes

Imagen 1
Imagen 2

Si es vuestro deseo pueden leer o volver a leer las siete primeras entregas de esta serie, pueden acceder a los siguientes enlaces:

Hilvanando Estrellas
En la Alborada
La Búsqueda
Carta a la Bella Durmiente
Lagrimas bajo la lluvia
Cinco estaciones para un solo viaje
¿Y si nos atrevemos...?

Muchas gracias por vuestra amable lectura y consideración.

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