Nueve Inconclusas Historias de Amor | Primera Evocación: Hilvanando Estrellas
Respetados compañeros de viaje en la comunidad de Steemit:
Con este relato, inició una serie que he denominado “Nueve Inconclusas Historias de Amor”, en las que a través de evocaciones, escritas en primera persona, voy a rescatar, en el tiempo, mis vivencias, las de personas muy cercanas a mí y otras historias que presencié o me fueron contadas con el propósito de formular y defender mi tesis que las verdaderas historias de amor, nunca mueren, aún en el caso que no se desarrollen linealmente, como cabría esperar, en el mundo real.
Fuente: Pixabay. Cortesía de Larisa-K
Te vi, una mañana de febrero, precisamente un lunes 13, y con el tiempo supe que aquella fecha de 1989, había sido elegida por los ángeles para visitar la tierra, pues me encontré, frente a frente, con varios de ellos.
Flotabas, entre tanto blanco y gris perla que te circundaba, con tu cabello corto color oro viejo, recogido en una pequeña coleta y de la manera tan inesperada como te presentaste, desapareciste o fue quizás mi avidez de querer abarcar más de lo que podía, que hizo que te perdiera por casi 24 meses, al preferir divisar y seguir la esplendida silueta coronada por infinitos rizos color miel de otro ángel que hacía turismo en la tierra caminando velozmente, justo a mi derecha,
Realmente, no lo sé.
Lo que sí sé es que aquel otro ángel me enseño con su divinidad, la realidad de la vida en su majestad y crudeza, y la infinita necesidad que tengo, aún hoy, de aprender a ver más allá de lo evidente. Pero ésa, es otra historia.
Cuando llegó aquella noche de noviembre en la que nos volvimos a encontrar entre libros y tareas, mi mirada imprudente viajó constantemente, entre la generosa línea de tus hermosas piernas de mujer, el precioso y mínimo lunar que merodeaba tu labio superior, hasta estacionarse, una y otra vez en tus ojos, esos espacios de luz que me recordaban que, más allá de tanta belleza terrenal, seguías siendo un ángel, aquel que me encontré flotando en los pasillos de la facultad casi dos años antes.
Y cuando llegó el momento, por razones y agentes que aún no logro precisar: la intercesión de tus representantes en este mundo, tu necesidad y la mía, el redescubrimiento del segundo dibujo realizado por un Saint-Exupéry infante, comenzamos juntos, nuestro viaje.
En ese compartir y ser una sola esencia en dos cuerpos, me mostraste lo mejor del cielo y la tierra, y me llevaste, sin movernos de la silla del corcel negro que día tras día nos transportaba, a ver las Olimpiadas en Barcelona, a recorrer el lugar de nacimiento de tus padres terrenales, mientras escuchábamos la suite hispánica de Isaac Albéniz, y me ayudaste a desempolvar, con tantas atenciones, confianza y devoción, las herramientas propias de mi oficio de poeta, de cuentista y de compositor musical ingenuo.
Me hiciste tantas preguntas y te respondí sólo algunas, aunque de muchas maneras, convirtiendo nuestro diálogos a veces, en un soliloquio producto de una simbiosis en la que se mezclaban, en proporción perfecta, la agonía, de saber que no era divino como tú y el éxtasis de bañarme con tu luz celestial impregnándome en esencias de milagros y sensaciones cada instante que pasaba contigo.
Pusiste el mundo, o al menos el que quería y necesitaba, a mi disposición con tanta generosidad y abundancia y especialmente, mis sueños al alcance de mis dedos.
Pero como ángel al fin, tu recorrido en la tierra, en este tiempo, al menos acompañándome, tenía desde el principio, definida, una fecha para definir un hasta pronto para continuar tu viaje de enseñanza y aprendizaje eternos.
Y si en el preámbulo de nuestra despedida detuvimos el tráfico por varios minutos, mientras nos ocupábamos de restablecer la alianza que por mi afán terrenal, rompí por unos instantes que se hicieron otros 24 meses, nuestro siguiente encuentro se hizo atemporal.
Sting, desde la radio del corcel, nos ayudó a entender regresando de Cabimas aquella noche de enero por esa estrecha vía sin luces, que nos pondría de nuevo rumbo a Maracaibo, que nuestra unión siempre estaría dibujada en el cielo por las estrellas que unimos tú, con tus dedos de ángel, y yo con mi apasionada humanidad mientras le escuchábamos contar la historia de aquellos campos dorados que contrastaban totalmente con la tenue luz que nos rodeaba.
Más de 20 años después, seguimos juntos, cada uno recorriendo los planos cruzados que nos corresponden y en los que, de vez en cuando, cuando mi humanidad se acerca a lo celestial y tu divinidad a lo terrenal, se dibujan líneas en las que nuestro mutuo sentimiento, llámese como se llame en esta vida, nos complace y complace a todos quienes nos ven juntos, como era en un principio, ahora y siempre.
Desde el comienzo hasta el fin.
Qué romántico Mauricio. Me gustó que lo ambientaras en mi terruño Cabimas que en apariencia no es romántico, pero su gente es de trato cálido y amable. Estaré al pendiente de tus próximas publicaciones
Profesora: muchas de las mejores personas que he conocido son de la Costa Oriental del Lago y, en el contexto del relato, la imagen que pinté fue un recorrido a través de la sección más cercana de la carretera H a la carretera Lara - Zulia, alrededor de las 9 de la noche del último sábado de enero de 1996.
Por alguna razón, más allá de lo estrictamente romántico, se podía tocar las estrellas con los dedos.
Síiii. La carretera desde H5 hasta la Lara-Zulia es muy oscura. Por cierto que mas o menos por esos años nos conocimos en Tamare en una visita que hice a la empresa donde trabajabas, yo estaba supervisando a los pasantes de la universidad a mi cargo.
Y me tomo el cumplido como personal siendo yo oriunda de la Costa Oriental del Lago.
Buenas tardes @mjcarvajalp
Muy bonito, señor.
Siga deleitándonos con próximos trabajos de la saga.
Me complace que el contenido haya sido de su agrado @don.quijote.
En sintonía con lo que me propuse ofrecer a la comunidad, quise iniciar las sagas con lo que más ha caracterizado mis aportes durante mi primer mes de actividad, el amor, expresado en diferentes ritmos, colores y expresiones.
Pues, todavía a mis casi 50 años, tengo la convicción que el Amor puede lograr que todo y todos alcancemos nuestro potencial como seres humanos provistos por la esencia (o energía) divina.
Un fuerte abrazo virtual.