Historias de la puta cárcel. Capítulo once

in #spanish7 years ago (edited)

“Historias de la puta cárcel” pretende ser un relato de ficción con diferentes historias breves e interconectadas entre sí, que reflejan la vida de variopintos personajes en un Centro Penitenciario de España y las circunstancias delictivas que les ha llevado a su ingreso en prisión.   

Gran parte de los personajes, lugares, situaciones y casos son reales, aunque maquillados con algunos elementos inventados y añadidos para dar mayor consistencia y uniformidad a los diferentes relatos, así como para mantener de la mejor manera posible la privacidad de las personas implicadas.   

Capítulo once 

A pesar de que Manuel tenía a sus espaldas un delito muy similar, la presencia de Jacinto no le agradaba mucho y solía tratarle despectivamente, tal vez porque se veía reflejado en él y se avergonzaba de ello. En el mundo penitenciario existe este tipo de paradojas; se tiende a minimizar y justificar lo que uno ha hecho y a maximizar y menospreciar al resto presos por la comisión de un delito igual o parecido. Salvo raras excepciones, como en el caso de Matías y Manuel, apenas  se observa una relación de amistad entre presos por delitos de naturaleza sexual. 

Jacinto y el resto de miembros de su familia no terminaba de entender el motivo de estar presos. Eso es otro de los aspectos habituales que suceden en los Centros Penitenciarios. Muchos de los reclusos viven en su mundo imaginario, al margen de normas y leyes, donde privan los derechos pero nunca las obligaciones. Es muy frecuente escuchar argumentos tales como:

 - En mi país es normal arreglar las disputas a navajazos; no entiendo por qué aquí te meten en la cárcel por eso. 

- Mi esposa es mía, yo soy el que manda y cuando se merece un buen bofetón se lo doy. 

- La sociedad es culpable de que no tenga trabajo así que tengo que vender droga y robar para vivir; no le hago mal a nadie ¿Por qué tengo que estar en prisión?. 

La primera y fundamental tarea con la que se encuentran los profesionales que trabajan en un Centro Penitenciario es que los internos sean capaces de entender la gravedad del delito que han cometido, asumir su responsabilidad sin echar la culpa a nadie más y comprometerse a evitar llevar a cabo ese tipo de conductas en un futuro. Sin esta premisa básica, la llamada rehabilitación es imposible, por más medios e interés que se ponga.  

                                                               Fuente

Especialmente difícil de tratar son los delitos con tipología sexual; aunque el interno asuma su culpa, existen otros factores de tipo fisiológico y emocional muy complejos que les llevan en algunos casos a no poder controlarse; a esto hay que añadir que al estar encerrados en una prisión, los estímulos que desencadenan sus comportamientos desaparecen por completo y por tanto suelen mostrar una conducta totalmente normalizada. Suelen ser presos que se adaptan muy bien, acostumbran a ser muy educados y apenas generan conflictos. El problema surge cuando vuelven a la vida en libertad y tienen que asumir de nuevo las situaciones que les llevaron a cometer los actos por los que fueron condenados. 

Para este tipo de internos y para aquellos con conductas muy agresivas, es determinante la realización de los llamados cursos de gestión del autocontrol, impartidos por psicólogos especializados y que más que eliminar definitivamente la problemática, están enfocados en reducir al mínimo el que pueda reproducirse de nuevo la conducta. 

                                                               Fuente

Matías negó los hechos desde el primer momento; no reconocía ser el autor de la brutal violación y asesinato de la anciana, responsabilizaba de su ingreso en prisión a sus compañeros de trabajo  y por tanto no estaba dispuesto a someterse a ningún programa de tratamiento. Esto le generó problemas y en más de una ocasión estuvo a punto de perder su puesto de trabajo. Matías tenía un ego muy subido y no se consideraba un preso convencional; afirmaba  que la mayor parte de los reclusos eran “chusma” que no estaba a su altura.  

La relación entre Matías y Jenny no duró mucho; a veces coincidían por el Centro, y si tenían suerte, el funcionario de turno les permitía que se saludaran y hablaran unos minutos; tras cumplir los meses preceptivos comunicando exclusivamente por locutorio, se les autorizó una comunicación vis a vis íntima al mes. Pero tras su primer encuentro fue el propio Matías quien solicitó anular su relación con ella; afirmaba que Jenny continuamente le pedía dinero y regalos, y estaba convencido que cuando ella se fuese en libertad lo dejaría tirado.    

Continuará.   


En los siguientes enlaces puedes leer los capítulos anteriores:   

Sort:  

Amigo, la novela va fenomenal; me ha servido de terapia en estos días de reposo (estoy un poco engripada) para imaginarme muchos finales alternativos jajajá
Tienes la inspiración a millón!
Un abrazo:) @jocra

Espero que te mejores. Y disfruta con las aventuras carcelarias de Matías y compañía!
Saludos!

Es importantísimo el tratamiento psicológico para la rehabilitación, increíble que existan muchos Matías que crean que todo el mal que hacen está justificado por un tercero. sigue escribiendo asi por fa :)

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