EL DÍA QUE… Decidí construir un Theremín. (VII).

(VII).

Finalmente quedamos para enchufar el theremín y ver si funcionaba correctamente, yo estaba bastante emocionado, ya que lo habíamos construido todo nosotros con nuestras propias manos y eso es mucho mejor que comprarlo ya hecho.

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Muchos cables los teníamos puestos de forma provisional debido a que todavía no estaba el theremín metido en su carcasa, primero había que comprobar si funcionaba y si todo estaba correcto ya lo pondríamos dentro definitivamente.

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Cogimos todos los cables, los enganchamos a la pila, a la antena, al amplificador y éste a la corriente, le dimos al botón de ON y no sonaba nada, pero es que antes de que sonara era necesario calibrar una pieza, la pieza del infierno…

Hablo de una pequeña pieza de color azul llamada trimmer, que es un condensador variable, ésta tiene una especie de mini tornillo que es imposible percatarse de su existencia si nadie te lo dice y que con un mini destornillador hay que girarla para buscar una frecuencia concreta y que haga que suene el theremín. Esta pequeña y maldita pieza nos iba a dar más problemas de lo que pensábamos.

[Foto: Paula]

Lo primero que hicimos fue intentar calibrarla a ojo, girándola hacia un lado y hacia el otro en busca de nuestra esperada frecuencia que hiciera sonar al theremín, le pudimos dar un millón de vueltas para cada lado pero no había manera de que sonara así que abandonamos la idea de calibrarla a ojo.

[Foto: Paula]

Tuvimos que buscar en internet cómo se calibraba y cuando por fin conseguimos encontrar las instrucciones, en inglés, nos pusimos a ello. Eran algo confusas para gente como nosotros que no sabíamos nada del tema, pero ya a esta altura habíamos superado muchos obstáculos en el camino.

Lo primero que decían las instrucciones era que había que poner la pieza a cero de vueltas, pero claro… ¿Cuál es el cero? Si el tornillo de esa pieza se puede llegar a girar hasta el infinito. Había una parte en que al girarla parecía que estaba más duro así que ese parecía ser el punto cero, una vez estaba a cero, o creíamos que lo estaba, había que girar la pieza hacia la derecha once vueltas y media (creo recordar) y ahí era donde el theremín debía de sonar.

Giramos y giramos y volvimos a girar y el theremín no hacía nada, pero nada de nada. Una vez le habíamos dado todas las vueltas posibles ya estábamos desesperados. Además nos íbamos turnando porque los cuatro queríamos intentar echar a andar nuestro instrumento.

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Finalmente ese día abandonamos, por mucho que girábamos la maldita pieza, revisábamos los cables, ajustábamos bien todos los componentes, tocábamos los controles del amplificador y cambiábamos la pila por otra, no había forma de que sonara.

Nos sentíamos bastante frustrados, así que decidimos abandonar por ese día y volver a intentarlo de nuevo otro día, a ver si conseguíamos averiguar qué era lo que estaba fallando y qué podíamos modificar para que llegara a sonar…

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Para saber más acerca de esta historia:

EL DÍA QUE… Decidí construir un Theremín. (I)
EL DÍA QUE… Decidí construir un Theremín. (II)
EL DÍA QUE… Decidí construir un Theremín. (III)
EL DÍA QUE… Decidí construir un Theremín. (IV)
EL DÍA QUE… Decidí construir un Theremín. (V)
EL DÍA QUE… Decidí construir un Theremín. (VI)

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