EL DÍA QUE… Decidí construir un Theremín. (II)

(II)

Una vez decidido a no comprar un theremín y a construirlo por mí mismo, continuaron las dificultades…

Mi primer problema para la construcción fue que mis conocimientos sobre electrónica eran nulos, no sabía nada en absoluto acerca del tema, de manera que decidí contactar con Oscar, él trabaja en una empresa de electrónica así que pensé que era un buen fichaje para el proyecto.

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Oscar es un amigo muy experimentado en todo lo relacionado con la electrónica, pero no tenía ganas de construir un theremín, después de insistir e insistir siguió diciéndome que no y tuvo mucha paciencia al no mandarme a tomar por culo.

Al ver la negativa de Oscar, decidí buscarme otro socio para el proyecto, en este caso, mi amigo Raúl, él no tiene ni idea de electrónica, al igual que yo. Aún así pensé que era un buen candidato, ya que está siempre dispuesto a hacer cosas diferentes y se implica lo necesario como para no desistir en nada.

Le comenté mi idea a Raúl y aunque al principio no estaba nada convencido e incluso me llegó a decir que no, al final cedió y me dijo que él me ayudaría en el proyecto, el cual bautizamos con el nombre de Theregumil Project.

Para comenzar con el proyecto necesitábamos unos planos de cómo se construye un theremín desde cero, ya que ni siquiera sabíamos las piezas que debíamos comprar para construirlo, cómo era algo ambiguo decidí pedirle los planos a la chica que mencioné con anterioridad y que lleva años construyéndolos. Ella me mandó unos planos a mi correo electrónico en el que se podía ver también las piezas que era necesario comprar.

[He buscado la fuente de las tres fotos pero no la he conseguido]

Una vez con los planos, era el momento de empezar a comprar las piezas, las llevábamos impresas en papel, con ese papel fuimos a una tienda de electrónica. Llegamos a la tienda y se la enseñamos al dependiente, miró el papel, nos miro a nosotros, de nuevo el papel y una vez más a nosotros y nos dijo…

• ¿Qué queréis hacer? –con cara de extrañado.

• Un theremín.

• ¿Y eso qué es?

• Un instrumento musical raro.

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Cogió el papel y comenzó a darnos información de las piezas una por una al mismo tiempo que señalaba sus nombres.

• No la tengo, no la tengo, la tengo, no existe, está descatalogada, no la tengo, la tengo… -y así sucesivamente.
  También nos dijo, señalando uno de los nombres de las piezas del papel…

• ¿Y esta? ¿Qué pieza es? –seguidamente nos sacó dos piezas diferentes pero que, para nosotros, eran exactamente iguales, para que le dijéramos cual de las dos era la queríamos comprar.

• Ni idea. –esa fue nuestra respuesta.

El dependiente nos miró con cara de sorpresa y al ver que era algo lioso el asunto nos dijo:

• Dejadme aquí el listado de piezas, os las voy a intentar buscar, dudo sobre algunas ya que hay nombres bastante raros, además quiero preguntarle a un compañero que hoy no ha venido, cuando las tenga os llamo para que vengáis a por ellas.

Nos fuimos y salimos de la tienda con pocos ánimos al ver la reacción del dependiente, parecía que iba a ser complicado conseguir las piezas, cosa que, en un principio, pensamos que iba a ser la parte más fácil de todo. Si esto iba a ser tan complicado…

¿Cómo sería el ensamblaje?

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Para saber más acerca de esta historia:

EL DÍA QUE… Decidí construir un Theremín. (I)

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