Los niños de Lilith (Parte VI)

in #spanish5 years ago


Ilustración


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«No todas las verdades son para todos los oídos.»

— Umberto Eco


Imperat in absentia luminis.

 
La noche se acercaba y Jonathan ya preparaba lo necesario para salir a su investigación en el bosque. Mientras lo hacía, el silencio de la habitación avivó sus pensamientos y una nostalgia se apoderó de su corazón. Extrañaba demasiado a Romina, su esposa, y a su querida hija Viviana, quienes seguramente estaban ansiosas esperando por él.

Estaba cada vez más quebrado, porque cada minuto que pasaba en aquél extraño pueblo tan lejos de su hogar más las extrañaba. Después de prepararlo todo para la noche, se echó en su cama para ponerse a pensar, lo cual fue muy mala idea. Ya oscurecido el día, Jonathan decidió movilizarse para encontrarse con la Hermana Agatha cerca de la boca del bosque.

Se puso en marcha hasta el lugar donde dijo Rosalía que había visto a aquellos niños vestidos de rojo. En el camino se encontró a la monja y ambos se dirigieron al lugar. Al llegar al punto de partida, hicieron una recapitulación y una reevaluación de sus acciones en adelante.

—¿Trajo todo lo necesario Hermana?, ¿linterna, gabardina, agua, algo filoso en caso de emergencia? —Dijo Jonathan mirando hacia el bosque.

—Sí, aquí tengo todo. ¿Sabe? Es extraño que en Caricao se sienta esta clase de frío, ha estado así todo el día, que raro que no lo haya mencionado. Aquí nunca hace frío, es bastante raro.

—Si a mí también me parece raro, pero como esto es un pueblo muy raro, con gente rara y donde pasan cosas raras, no le di mucha importancia al intenso frío.

La monja frunció el ceño ante lo dicho por Jonathan haciéndole notar que no le ha hecho gracia su comentario por la preocupante situación que estaban pasando.

—Por favor Agente Semprún deje las bromas para después que resolvamos todo esto, estamos a punto de adentrarnos a un bosque en la noche, podemos toparnos con cualquier cosa.

—Lo siento, pensé que un poco de humor alivianaría la tensión, pero está bien, si usted lo prefiere así, vámonos de una vez.

El agente y la monja se adentraron al bosque con sus linternas encendidas transitando entre árboles otoñales. La naturaleza del bosque de Caricao era bastante peculiar, los árboles pareciera que no pasaran de la estación del otoño, sus hojas al brotar de las copas se secaban rápidamente y caían. Para los lugareños no era algo muy extraño puesto que siempre lo habían visto así, y pensaban, que se trataba de otra especie de árboles, pero para Jonathan, era extrañísimo, tanto, que no dejaba de mirar a los árboles que eran todos iguales.

—Como lo sospeché, este bosque es tan raro como el resto del pueblo, lo único que falta es que nos encontremos un ser mitológico, como un sátiro o un fauno.

—Shhh… por favor agente Semprún no hable, quizás podríamos escuchar algo.

—No lo creo, este bosque es más silencioso que las calles de Caricao cuando no hay nadie, venga, metámonos por aquí, parece haber menos aglomeración de árboles.

Pasó más de media hora y ellos seguían caminando y conversando para no hacer la noche tan tétrica, hasta que finalmente, la monja se cansó y decidieron descansar un rato, tuvieron que ponerse sus gabardinas puesto que el frío se hacía más intenso cada vez.
—Supongo que esta noche no vamos a conseguir nada Hermana. —Dijo Jonathan encendiendo un cigarrillo.

—Sigamos buscando por favor, también estoy cansada pero algo me dice que debemos continuar. —La monja miró al bosque y sus alrededores y un miedo la invadió. —Este bosque ha cambiado, antes podía andar en este lugar sin perderme, encontraba la salida con facilidad, ahora hay que pensar muy bien a donde ir.

»Por ejemplo, este cúmulo de ramas es nuevo, no lo había visto jamás en ninguna parte del bosque.

Antes de tocarlo, la monja hundió el izquierdo en la tierra como si lo hubiera metido en una trampa y cayó al suelo.

—¿Está bien? ¿Se lastimó?

—Sí, sí. Estoy bien, no se preocupe. Espere, ¿qué es eso?

Jonathan y la monja iluminaron con sus linternas una especie de manija de puerta antigua de madera que se asomaba por el lugar donde la Hermana Agatha había metido el pie. Jonathan inmediatamente investigó y empezó a quitar la tierra con sus manos hasta dejar al descubierto una especie de trampilla.

—Tiene algo escrito en el medio. —Dijo Jonathan acercando la vista con su linterna. —Imperat… in…

Imperat in absentia luminis… es latín, significa «Ella gobierna bajo la ausencia de luz». —Dijo la monja también acercándose con su linterna con asombro.

Jonathan tomó la manija y con todas sus fuerzas abrió la puerta de la trampilla, la cual en su interior había unas escaleras que conducían a un túnel bien elaborado, de paredes lisas y ominosas, como si lo hubieran construido ya hace siglos. La monja y Jonathan estaban tan impresionados con lo que veían que se miraban las caras y se preguntaban si entrar.

—¿Pero qué es esto? Jamás había oído de esto en este bosque, no sé qué decir agente Semprún, ¿será seguro bajar? —Dijo la monja con la garganta trémula.

—Pues… yo creo que deberíamos, esto indudablemente es un acceso de los secuestradores y asesinos, solo al adentrarnos y averiguar que hay adentro podremos saber quién está detrás de todo este misterio.

La monja tragó una gran acumulación de saliva al escuchar las palabras del agente, y reunió valor. Jonathan preparó su arma en caso de que las cosas se fueran a salir de control, no sabían con quién o con qué se iban a topar dentro de esas catacumbas.

Continuará...


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