Los niños de Lilith (Parte I)
¡Saludos cordiales para todos!
Les deseo felicidad y buenas vibras a todos, y suerte en todos sus proyectos.
Arturo Graf.
Caricao.
Para Jonathan, el deseo de volver a ver a su familia de nuevo ha llegado a su fin, después de ser convocado a investigar un pueblo en el occidente del país. Era un pueblo recóndito, atrasado y de muy poca población.
Jonathan, era agente de operaciones criminalísticas del gobierno, a sus treinta y nueve años de edad, había visto todo tipo de cosas; cosas, que cambiarían por completo a la persona más dulce y tranquila, convirtiéndola en un ser tosco y con solo rastros de sentimientos.
Definitivamente estaba cansado de estas repentinas labores que le tocaba realizar, y más cuando lo alejaban tanto de su hogar, pero él era el mejor en su campo, nadie más podría hacer un reporte detallado y perfecto en su agencia, y exponer tal dedicación.
—Solo haré este reporte y me iré rápido a casa. —Pensaba, mientras se dirigía en bus privado al pueblo de Caricao. —Quiero estar con Viviana mi hija para navidad, esta vez sí, no quiero decepcionar a mi pequeña de nuevo. ¡Ay! Romina se va a desesperar nuevamente, espero que su intranquilidad no contagie a la niña otra vez.
Jonathan solo pensaba en su esposa y su hija en todo el viaje, la ansiedad le afectaba fuertemente de pies a cabeza, infectando hasta su forma de ser, como una enfermedad pesada. Se colocó los audífonos y luego se acomodó en su asiento hasta llegar a su destino.
Después de varias horas de viaje y de una tranquila siesta, finalmente llegó. Aquél pueblo, donde las sombras dominaban sobre las casas viejas coloniales de barro, era medio día y el sol estaba oculto detrás de las montañas cuando debería estar en su punto más alto. Era algo muy insólito, como si se ocultara de aquél lugar.
Jamás han visto un teléfono celular o uno fijo. Tampoco están muy informados con los eventos actuales del país o del mundo, esa información está bajo las manos del alcalde del pueblo, el cual, poseía un conocimiento un poco más actualizado. La gente no era muy cordial con los visitantes, que para ellos eran extranjeros. Miraban con expresiones rígidas, bastantes serias y hasta un poco escalofriantes. Su manera de vestir hacía alusión a haber entrado por un umbral hacia el pasado.
Ese pueblo, ermitaño, sombrío y vetusto, hacía que ha Jonathan le atravesara un mordaz escalofrío por todos los músculos de su cuerpo. Al empezar a caminar por las viejas y agrietadas calles se sintió incomodo de que muchos ojos en todas las direcciones lo observaran.
Llegó a la primera posada y pidió una habitación al encargado, quien no se encontraba en su puesto sino detrás, fumando un puro de tabaco muy a gusto. Jonathan golpeó varias veces la barra de madera de la recepción con fuerza, hasta que el hombre reaccionó y fue atenderlo.
—Ya voy no se desespere hombre, ¡cof!, ¡cof!, me estoy acabando el porrito, —dijo el posadero, tosiendo, quien era un hombre gordo de mediana edad, de tez blanca y completamente calvo. —A la or… ¡vaya pero si es un forastero! eso sí que es raro por aquí, y no parece que venga de Machiques, ¡más raro todavía!, buenas tardes.
—Me imagino, buenas tardes. —dijo Jonathan con mala actitud y frunciendo el ceño. —Quiero alquilar una habitación por dos noches máximo, espero que con esto sea suficiente.
—Vaya que si mi amigo, más que suficiente, venga, acompáñeme que lo llevaré a una de las mejores habitaciones de esta deteriorada posada.
Mientras se dirigían a la habitación, el posadero comenzó a hablar sin parar, disminuyendo la paciencia y el ánimo de Jonathan cada vez más, él solo quería llegar a la habitación para descansar, solo en eso pensaba.
—Cuénteme, ¿qué hace por estos lares?, ya sé, seguro es por la extraña desaparición de los niños del pueblo, sabía que eso traería gente de la capital hasta acá. El alcalde hizo el llamado hace poco, pensé que nadie vendría, aquí no contamos con cuerpo policial, es un pueblo muy tranquilo en realidad, no pasa nada nuevo por estos lugares, pero esto… esto ha sido lo más raro que ha pasado aquí, le pone a uno la piel de gallina de solo pensarlo, pero en general, le aseguro que todo aquí es muy tranquilo solo encontrará paz… Bien, llegamos, espero que disfrute su estadía.
Jonathan agotado mentalmente, tomó la llave de mala gana, y con un «gracias» muy seco, se despidió del hombre y se sentó en la cama dejando caer todo el peso del viaje. Luego, hurgó en su chaqueta para sacar su celular, para darse cuenta que no tenía casi batería, revisó por todas partes del cuarto y no encontró en el ningún tomacorriente para cargar. Solo pared.
— ¡Maldita sea! Entre más pronto me vaya de este lugar mejor, espera un momento… ¿acaso dijo niños desaparecidos? ¿Por qué nadie me informó sobre esto?
Continuará...
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Interesante. Estaré muy pendiente con cada parte que publiques de tu novela, sé que valdrá la pena leer hasta el final.
Ya veremos más adelante que le depara a Jonathan.
Saludos hermano.
Gracias hermano por tu persistencia, yo también espero que quede brutal, todo dependerá de mi determinación y creatividad, ya veremos como me queda.
¡Saludos!
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