La maldición del hotel La Montaña- Sexta parte- final [Serie de terror]

in #spanish6 years ago
Tal como me afirmó el oficial bastaron sólo dos días para que el doctor, aunque poco convencido, me dejara salir de ese nauseabundo hospital. Aún me sentía cansado y adolorido, pero eso no supondría un impedimento para mí, de igual forma regresaría al hotel para comprobar que mi versión de los hechos era verdadera. Las drogas me ayudaban mitigando un poco el dolor y la esperanza de ponerle fin a esa pesadilla me mantenía con ánimos de continuar.

Ese día poco antes de salir, el doctor vino a visitarme y con cierto tono que hasta después no supe identificar, me sugirió que evitara alterarme. Aseguró que cualquier reacción precipitada podría hacer que mi cuerpo colapsara de nuevo y entonces no habría manera de que pudiera librarme del exilio en ese asqueroso hospital. Su mirada me resultaba inquietante y sus palabras, aunque dulces y serenas, no me dejaban para nada tranquilo.

Por mi parte, le aseguré que no volvería jamás a ese lugar. Él sonrió, dejando escapar una pequeña risa burlona que me inquietó un poco más. Antes de marcharse dejó sobre la mesa un pequeño frasco y una jeringa. Lo miré extrañado, entonces mientras caminaba hacia la puerta me explicaba que podía llegar a necesitarlo. Se despidió diciendo que en caso que las cosas no resultaran como yo planeaba, lo mejor que podía hacer era administrarme ese medicamento, el cual me ayudaría a sobreponerme.

En el momento descarté la idea por completo, no confiaba en él y necesitaba mantenerme atento o de lo contrario las cosas se podrían mucho peor. Momentos más tarde, el oficial me recogió en el hospital. En esta oportunidad lucia tranquilo y se portaba amable conmigo, pensé que finalmente las cosas estaban mejorando y que una vez llegáramos al hotel y comprobáramos las marcas en el árbol, todo acabaría. Pero más tarde me culparía por ser tan ingenuo.

Al llegar al hotel no pude evitar sentir nauseas, como una bofetada en el rostro, una ráfaga de recuerdos acudían a mi mente; el olor a azufre se impregnaba en mis fosas nasales, sentía la neblina adherirse a mi piel y un escalofrió me recorría la espalda haciendo que mis músculos se tensaran. Respiré profundamente intentando calmarme y así disminuir el dolor en mi pecho, sentí la mirada del oficial en mí y su voz me hizo volver a la realidad. Le aseguré que estaba bien y que sólo necesitaba adaptarme, luego de tantos días en el hospital estar fuera resultaba algo abrumador.


Él me prometió que pronto acabaríamos con todo eso y que jamás tendría que volver al hotel si no quería. Me sentí aliviado de contar con alguien dispuesto a apoyarme luego de pasar por tantas cosas. Y le di mi palabra que al llegar al árbol entendería todo y ya no tendría que preocuparse más por mí.

A partir de entonces nos dispusimos a internarnos en el bosque, pasando primero por las cabañas y el parque, tal como aquel día con la diferencia que ahora mis pasos eran más lentos y precisos. A medida que avanzábamos podía sentir como mi pecho se oprimía y los latidos de mi corazón se aceleraban; estaba asustado, pero también deseoso de llegar y acabar con ese martirio.

Caminamos por el sendero que recordaba, aunque en varias oportunidades sentía que mi memoria fallaba, por lo que era necesario comprobar sobre mis pasos que nos estábamos dirigiendo al lugar adecuado. El oficial me seguía sin objetar nada, parecía tranquilo y confiado a diferencia de mí, que el ejercicio y la angustia me estaba consumiendo.

Luego de media hora de camino llegamos al lugar, comencé a buscar las marcas de manera apresurada, luciendo desesperado y cansado. Suspiré al encontrarlas tal y cómo las había descrito, sentí las lágrimas resbalar por mis mejillas mientras le anunciaba al oficial que ahí, justo en ese preciso lugar estaba la prueba que confirmaba mi versión.

Él se acercó y con cuidado las revisó sin poner demasiada atención en mí. Se mantuvo un rato observándolas y supuse que intentaba darle sentido a lo que estaba mirando. Tiempo después se volteó y con rostro serio me preguntó sobre el montículo y los demás detalles de mi versión, le aseguré que si caminaba un poco más encontraría el montículo, pero que no había forma de que a estas alturas pudiera encontrar al niño.

Mirando a sus alrededores hizo un ademán con el que me dio a entender que buscaba el montículo con la mirada, fue entonces cuando comencé a preocuparme. Me pidió que me mantuviera en el lugar mientras investigaba y obedientemente permanecí junto al árbol mientras veía como se alejaba y se perdía entre los pinos.

Veinte minutos pasaron aproximadamente desde entonces hasta que lo vi volver, traía un arma en su mano y me miraba interrogantemente. Le pregunté si lo había encontrado y fue entonces cuando me pidió que regresáramos al hotel pues el bosque no era un lugar seguro. Eso no había respondido mi pregunta, pero en la posición que me encontraba no quería parecer desconfiado y mucho menos generar tensión, más de la que ya había.

Regresamos al hotel volviendo sobre nuestros pasos, esta vez un poco más rápido. No dejaba de pensar en que lo sucedería a partir de entonces y comenzaba a pensar que volver a ese lugar no había sido una buena idea.

Al llegar el hotel los empleados me recibieron con alegría, aunque algo en sus miradas me decía que no se sentían cómodos con mi presencia ahí. Como estaba algo alterado fui atendido por una enfermera, quién se encargó de tranquilizarme un poco y una vez me hube calmado, el oficial pidió hablar conmigo nuevamente. En esta ocasión me exigió que le dijera la verdad, aseguró que esta sería la última oportunidad de hacerlo y que si realmente deseaba salir bien librado de esto lo mejor que podría hacer era admitir mi culpabilidad en los hechos.

Al escuchar sus palabras comprendí la realidad de las cosas, nunca había confiado en mi palabra, pues para él las cosas estaban claras, yo estaba loco y había matado no sólo al niño, sino también a aquel caballero del accidente en la curva y él se encargaría de que pagara por mis acciones. Por más que intenté explicarle todo lo sucedido nuevamente, no sirvió de nada, yo sería condenado por un crimen que no había cometido.

Fui llevado nuevamente al hospital donde me drogaron y permanecí inconsciente por tres días. Mientras mi mente dormía todos se encargaron de llevar a cabo un juicio, al que al despertar fui llevado sin poder negarme. Ahí el oficial, algunos empleados y hasta mi prima, aseguraron que yo había sido el culpable del crimen. Todos dieron sus versiones de los hechos; mi comportamiento extraño y la falta de pruebas jugaron en mi contra.

Se me fue adjudicada la muerte del niño, que admitía haber cometido, mi intervención en el accidente y por consecuencia el suicidio del padre del niño, quién al enterarse de que yo era el culpable de su desgracia, se había colgado en una habitación de la cabaña acabando así con su vida. En cuanto a los últimos algo tenía claro y era que el culpable volvería a reír frenéticamente una vez fuera encarcelado.


El juez me declaró culpable y fui llevado a la cárcel, donde permanecí por un tiempo hasta ser internado en un sanatorio mental luego de mis constantes crisis. Al preguntarle al oficial sobre el montículo me aseguró nunca haberlo encontrado, en cambio, la ropa del niño cubierta de sangre fue lo que vio aquel día.


Veinte años han pasado desde entonces y aunque permanezca internado he podido comprender todo lo sucedido. El hotel La Montaña es un sitio maldito, donde aquellos que tienen un sueño nunca deben llegar o de lo contrario esa mujer y su horrible mirada, les hará pagar. Años antes ella también tuvo un sueño y a esas tierras hermosas con su esposo fue a visitar, pero al saberlo infiel alguien tenía que pagar, ella víctima de burlas no seria, era una mujer de armas tomar y con un dolor clavado en su pecho, del mismo modo le clavó el puñal.

Él murió desangrado ese día, ella más tarde lo seguiría a su final. Tiempo ha pasado de ese trágico evento, pero ella ahora en el hotel se le ve transitar, está dispuesta a dejarte sin nada tal como ella en su lecho final. Yo sólo fui una más de sus víctimas y en el infierno me voy a quedar, hoy me atormenta saberme culpable de haber visitado ese horrible lugar.

La grabadora emitió un sonido y todo en el cuarto quedó en silencio, el reportero me miró impresionado y se abstuvo de pronunciar palabra. Minutos después la enfermera llegó con una jeringa, la cual me pondría a dormir de nuevo, pero esta vez para siempre. El reportero se marchó sin decir nada y los ojos de la enfermera fue lo último que vi, rojos y llenos de odio, como los de aquella mujer.

Esta historia está basada en un hecho real, aunque algunas escenas y personajes han sido cambiados. En la ciudad de La Grita, en el estado Táchira, existe un lugar llamado El hotel La Montaña. Cuenta la leyenda que mucho tiempo atrás, antes de ser renovado, a ese lugar fue parar una pareja de recién casados, la mujer al enterarse de que su esposo le era infiel no dudo ni un segundo en matarlo, tiempo después atormentada por el dolor acabo también con su vida. Desde entonces mucho tiempo ha pasado, pero extraños sucesos se siguen repitiendo en ese lugar; voces, gritos y apariciones han llevado al suicidio a muchos huéspedes, otros han salido bien librados pero al pasar por la curva en la montaña todos han sentido la presencia de alguien en el asiento de atrás.

Anteriormente
La maldición del hotel La Montaña- Primera parte
La maldición del hotel La Montaña- Segunda parte
La maldición del hotel La Montaña- Tercera parte
La maldición del hotel La Montaña- Cuarta parte
La maldición del hotel La Montaña- Quinta parte



Las Imágenes fueron extraídas de Unsplashy pertenecen a Rawpixel, Danotis, Petrisorlonel y Hush52

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Guao... Me dejaste patidifusa, mujer o.o Buenísimo.

Muchas gracias linda. Me alegra saber que te gustó.


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Lo que a mi parecer le da más valor a esta historia es lo impredecible que puede llegar a ser, lo bien narrada que está y que a cada momento te mantiene comiéndote las uña, puesto que así anduve durante toda la entrega, realmente lo disfruté. Gracias por compartir tan buen contenido por acá, querida.
Un gusto enorme leerte, saludos :D

Tus palabras significan mucho para mi y me alegra bastante que te haya gustado, de verdad. Gracias por tu apoyo, querido. Un gusto para mi saber que lo que hago te gusta tanto.
Un abrazote.

Esta es una excelente narración.

Me pregunto si después de leer tu historia, aumentará o disminuirá el número de personas que quieran ir a hacer turismo a La Grita, jajaja.

¿El hotel real existe todavía?

Jajaja, siempre existirá más de un curioso o escéptico que quiera ir a probar suerte. Si, el hotel existe y esta en funcionamiento aunque muchas partes han sido remodeladas.
Muchas gracias por tu comentario y apoyo.

Ahhhhhh con que eres la autora de esta historia, ya la había visto antes, excelente final , aparte que me dejaste atónita con lo de basado en historias reales . saludos

¡Guao! Gracias, me alegra mucho que te haya gustado.
Saludos.

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