Pag. 18 - Extranjero en mi propio país. - Borrador - (Literatura/relato)

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Suspiro…

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. El experimento ha ido funcionando. El cambiar hábitos negativos por productividad positiva, hacen una diferencia que van distanciando a aquel personaje que solía ser. Adicto a la nicotina, alcohol, cafeína, thc, mujeres malosas, amistades falsas, ¿quién sabe? Si no hubiera parado… ¿Qué tan lejos llegaría mi descontrolado lado pecaminoso? El caos que dentro de mí se formaba me destruía, la depresión que generaba, pensamientos de suicidio merodeaban mi morada como un zorro queriendo devorar gallinas a media noche. El afán por lo carnal alimenta mi peor lado. Un poco más, pasar otro limite, limites iguales a la franja amarilla que separa del metro, o subir a lo alto de un edificio. . Me daban pánico las alturas. Me acuerdo cuando subí a un monumento cultural, Los Próceres. Hay dos especies de torres que están de perfil ambos de lado en lado separados por pocos metros. Cerca hay un parque público, custodiado por guardias, me dirigía con mis hermanos al parque, al pasar cerca de las torres observo que hay turistas con cámaras asomados arriba en el techo de una torre. Me dio curiosidad subir, entonces al salir del parque en grupo con mis hermanos y el grupo de amigos, doy iniciativa a colarnos en la entrada, que se encontraba abierta, y subir al mismo sitio que vacile a los turistas. Adentro, no había nada de luz, en la oscuridad los chicos proceden a alumbrar con sus teléfonos, mientras como típicos jóvenes libertinos, con risas y chistes. . Admito que fue una osadía imprudente de mi parte, yo era el mayor de edad, debí evitar sumarlos a mis caprichos; en el caso de suceder algún problema, sería yo quien cargara con la responsabilidad. Una situación apretada, en las escaleras oscuras cabe acotar que en los laterales no existían paredes, eso quiere decir que un mal paso y te caes desde lo alto. Por fortuna ningún resulto herido, salimos sanos y salvos. . Los Proceres. .
. Cuando por fin todos llegamos a la punta de la torre, con algunas piezas e instrumentos de construcción podías escalar hasta los muros que nos rodeaban, al asomarme veías un panorama exquisito, bálsamo para mi alma, debían estar ahí, quedabas enamorado. En esta inefable experiencia agrego el peligro de mi insensatez, porque no había barandal, perder el equilibro, resbalarte, un mal paso y podías caer al suelo, perdiendo la vida de ipso facto. Con tantos jóvenes dominados por las emociones y hormonas. Que a alguno le ganara su idiotez repentina y el peor de los casos… Me pare en la punta del muro, contemplando el vértigo, me coloque de espalda, tentando a la muerte, sintiendo la adrenalina del momento. . No les miento, mi corazón latía más rápido que 10000 enamorados al encontrarse a su amada. Baje del muro, con el resto de chicos, accedimos a bajar las escaleras hacia la salida. Por desgracia, nos esperaban guardias en la salida, nos regañaron, de nuevo mi corazón se aceleraba, de nuevo adrenalina, de miedo y sufrimiento mental, imaginando lo peor de lo peor. La suerte me sonríe cuando preguntaron la edad de cada quien, la mayoría menor de 18, excepto dos amigos, que junto conmigo repetimos en nuestro turo de responder, “17 años” llegamos a decir. Temiendo sobre todo yo, que el guardia dudara. Uno de los chicos se altero y le respondía al guardia, su alzamiento me preocupo. Aquel guardia se noto amigable, calmamos a nuestro compañero, que discutía sin sentido. . Nos fuimos solo con una advertencia, menos mal no pidieron cédula. Con mentir se complicaría más mi situación. Después de haber pasado el enorme susto. Le pedí disculpa al grupo por mi impertinencia, un chico moreno también mayor de edad, dijo que no es mi culpa, que entre todos aceptamos la idea porque querían, que no me sintiera culpable, el resto repitió lo mismo, no le dieron mayor importancia, se divertían, se sentían felices y continuamos disfrutando de la salida mientras nos encaminamos al metro. En mis adentros sabía perfectamente que por mi capricho es que di chispa a aquel motín de emociones. . Imprudencias de este estilo se me ocurrían a diario, todavía me nacen locuras, pero locuras sanas, que es más romper la cotidiana seriedad de la vida, invertir humor al día a día. Ahora que he puesto filtro a mi mente, entrenándome con calidad, los frutos son realmente ¡divinos! Me siento celestial, con la energía de un animal feroz. Inspirado, controlado, activo. En situaciones me entran instantes de melancolía, que manejo y con rapidez evito quedar atrapado en ese viaje, la tristeza si llegas a sentirla necesitas desembarcarla pronto. Porque con el tiempo te arrastra mar a dentro, es pasajero, es necesario, es inevitable. Correcto, pero por largo tiempo enferma, perdiendo el norte de la vida, manifiéstate, lucha. Sí, sé un guerrero, dale significado, crea un propósito. Nacer de por si ya es el motivo perfecto para ser feliz. .
. Las personas no entienden esto tan básico. Ahora que he despejado mi mente del humo, pensamientos negativos y caprichos carnales que solían distraerme. Enfocando mis reflexiones, he abierto la mente. Durante mis viajes en metro, noto el decaimiento de mis paisanos, tristes sin motivos. Como la mayoría posee cara seria, dando a entender que sus problemas son muy “jodidos”, disculpen la expresión, tristes. Es inevitable pararme a observar, analizar, a veces se me escapa una sonrisa con mis tonterías que maquineo. Es que si la realidad es dura, suavízala con un chiste. De por si somos muy humorísticos, a cualquier cosa le sacamos risas. Tan risueño somos que a veces nos sobrepasamos, perdiendo asertividad que es tan necesaria, separar cuando sí y no. También diría que aplica no solo en las risas. En la tristeza, la rabia, y cualquier emoción. Entrenar nuestra inteligencia emocional. . Observo a cada pasajero y se denota su cara de insatisfacción, me pongo en su lugar, preguntándome ¿Qué haría? Respondo enseguida, luchar, sonreír, dar todo. Vi una jovenzuela con su hija y su esposo. Me decía en mi interior, que hermoso milagro, en su lugar seria feliz con mi familia, esforzándome al máximo. Después con el marido, si yo fuera ese señor me convierto en el mejor padre que sea posible existir, por último, un chico que se tenia una infección en un tatuaje, fue quién más me afecto. Me repuse y dije, si tengo un brazo más limitado y soy feliz, ese chico que tiene sus dos brazos normales, solo es una pequeña infección que se parece exageradamente grave, visualmente difícil de tolerar. Bueno, me curo y sigo adelante. . Es normal que la salud se deteriore, y también es muy normal curarte y continuar. Tan normal que desde chiquillos nos raspamos las rodillas corriendo en la arena de un parque infantil, lloramos, nos limpiamos y continuamos siendo felices ignorando el anterior altercado. .

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