El Maestro del Juego de la Oca (Novela) VII

in #spanish7 years ago

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Del coro, precisamente, partían los desgastados escalones de piedra, que entre sombras chinescas, batir nervioso de alas y murmullos desesperados de paloma, ascendían hasta la torre. Junto a la puerta, a la altura aproximada de los primeros escalones, una pequeña hornacina, disimulada en la pared, escondía un macabro paquete: unos trapos polvorientos, llenos de mugre y telarañas, que quizás hubieran sido en origen una mortaja, ocultaban en su interior una calavera y dos tibias humanas. Su visión, inesperada y terriblemente desagradable, me espantó la primera vez que los vi, haciendo que el envoltorio y su macabro contenido, que tan imprudentemente había recogido, se me cayera de las manos, rebotando con un sonido seco contra el fondo de la hornacina. Cuando me recuperé de la impresión y aunque su presencia en aquel lugar me intrigaba sobremanera, procuré no descubrir mi audacia, puesto que no sólo había cogido las llaves de la iglesia sin permiso, sino que además, dadas las pésimas condiciones de las tablas del piso de la torre, la subida estaba terminantemente prohibida y mi audacia podía costarme una severa reprimenda. Pero la adolescencia, como todos sabemos, es aliada de la transgresión y saltándome la regla, reconozco que pronto comencé a dejar atrás cualquier posible remordimiento, acentuándose las visitas, aunque a partir de entonces tuve buen cuidado de no meter las manos donde no debía.
Con el tiempo, procurando no descubrirme, llegué a averiguar que aquellos restos humanos eran muy antiguos y formaban parte de los ancestrales ritos de la Noche de Difuntos o Noche de Todos los Santos, donde se sacaban de la hornacina, se depositaban piadosamente en una mesita cerca del altar, disponiéndose las tibias cruzadas por debajo de la calavera –como la famosa bandera de los piratas, que algunos dicen que previamente lucían los mástiles de la marinería templaria- rodeados de velas y mariposas y se les velaba toda la noche, rezando el rosario hasta que despuntaba el sol. Se suponía que con este ritual, así como con algunos otros, se liberaban almas del Purgatorio, dándoles la oportunidad de ascender a los niveles de la luz y el Paraíso. En definitiva: que aquéllos tristes y anónimos despojos, formaban parte de los ritos ceremoniales de antiquísimas costumbres, que se fueron suavizando con el paso de los tiempos, pero que aun encubriendo piadosas intenciones, no dejaban de infundir respeto y también pavor.
Por otra parte, hablando de costumbres, aunque de índole más mundana y continuando con la exploración de la torre, a unos metros antes de vislumbrar el piso superior a través de las aberturas podridas de los travesaños, otro hueco, con forma aproximada de triángulo isósceles, ocultaba un pequeño tesoro: montañas de palomina. O lo que es lo mismo, montañas de excremento de paloma, que se retiraban antes de que pudieran causar un desprendimiento por sobrepeso y se utilizaban como abono para los campos, contribuyendo a las pequeñas economías rurales, si bien, alguna que otra vez escuché, con relación a los beneficios, cierta obstinada falta de acuerdo que traía una nota de discordia a un lugar donde generalmente, como si de una ley inmutable se tratara, nunca pasaba nada.
La opinión general de los vecinos, era que éstos, los beneficios, se podían considerar como bienes comunales, y como tales, deberían repartirse, por nimios que fueran, equitativamente entre todos ellos. Sin embargo, había ocasiones en las que el párroco, bien porque se hubiera levantado con la sotana torcida o porque quisiera rivalizar en terquedad con su mula, alegaba que, dado que la palomina se encontraba en la casa de Dios, los beneficios debían quedarse, consiguientemente, en la casa de Dios. Al final, también es cierto que nunca llegaba la sangre al río, sobre todo después de unos chatos de vino en el Club Social y siempre se llegaba a un acuerdo consuetudinario, que no salomónico, aplicándose la sagrada fórmula de: ‘al César lo que es del César y a Dios, lo que es de Dios’.
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Primera Parte: https://steemit.com/spanish/@juancar347/el-maestro-del-juego-de-la-oca-novela-i
Segunda Parte: https://steemit.com/spanish/@juancar347/el-maestro-del-juego-de-la-oca-novela-ii
Tercera Parte: https://steemit.com/spanish/@juancar347/el-maestro-del-juego-de-la-oca-novela-iii
Cuarta Parte: https://steemit.com/spanish/@juancar347/el-maestro-del-juego-de-la-oca-novela-iv
Quinta Parte: https://steemit.com/spanish/@juancar347/el-maestro-del-juego-de-la-oca-novela-v
Sexta Parte: https://steemit.com/spanish/@juancar347/el-maestro-del-juego-de-la-oca-novela-vi

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Genial escritura. Una calavera siempre infunde temor jeje

Pues sí, y tenerla en las manos no te creas que es agradable, después de todo. De las dos, sólo la grande es auténtica. La pequeñita era una pieza extraña, de cuarzo o de mármol que nadie sabía a dónde pertenecía. Esa foto, aunque lo que digo de Señuela es cierto, me la sacó el alcalde en la iglesia de otro pueblo, que tiene también, como decimos por aquí, mucha miga o muchas cosas interesantes de que hablar.

No las he tenido en mis manos, claro me imagino que no es nada agradable. Es extraño que estén en las iglesias, pero como usted comentan guardan muchos secretos y tradiciones.

Es cierto. Las iglesias antiguas guardan muchos secretos y tradiciones. De hecho, no dejan de ser cementerios en potencia.

me encanto,me quedo asombrada con la facilidad que tiene para atraer la atención del lector,para mi eres un gran historiador que sabe llegarle a la gente ,saludos querido amigo

No soy historiador, Mavel, qué más quisiera yo, aunque me gustaría, pues eso me permitiría acceder a documentos de época que serían una delicia. Gracias por tu comentario.

Es curioso que haya quien crea que la calavera con las tibias fue bandera en barcos templarios Especulaciones al margen, lo cierto es que se trata del único símbolo en el que recalamos gente muy diferente, pero de alma apátrida.

Hay historiadores, como Andrew Sinclair que así lo afirman. De hecho, proponen la teoría de que, una vez disuelta la Orden, la marina templaria 'en el exilio', fue la precedente de los corsarios, sobre todo en lo referente a barcos franceses. En otro orden de cosas, aún quedan cementerios en pueblos (no muchos), donde todavía a la entrada se ve precisamente ese símbolo de la calavera y las tibias cruzadas y hasta también, según parece y aparte de la espada del caballero, solían figurar en tumbas anónimas de fratres milites. También ellos fueron apátridas, en cierto sentido heterodoxos y finalmente perseguidos y ejecutados. Es decir, también pensaban diferente y pagaron el precio, además de otras cuestiones de índole político y económico.

Me he consumido estos textos en menos de lo q esperaba, muy buenos amigo, tiene usted muy buen talento para esto. Éxitos y muchas bendiciones. Ewcribir es un arte y un don y dejeme decirle q usted lo tiene. Saludos!

Pues muy agradecido por su amable comentario. Yo no sé si será o no un don, lo único que puedo decir en mi descargo, es que me gusta escribir y que disfruto mucho haciéndolo. Muchas gracias otra vez y un cordial saludo.

Asi es amigo, bueno estaria muy agradecido si diera una vuelta por mi blog. Saludos!

Claro que sí, me daré una vuelta por tu blog.

Publicación hermosa, por favor, si te gusta revisar mi publicación, déjame en barbe, haré lo mismo

Gracias por tu comentario. Me daré una vuelta por tu blog. Saludos

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