Por las noches ambos conversan.
-Tus amiguitos son muy malos.
-Es que son traviesos.
-De tanto lanzarme me marearon.
-Pudieron descubrirte. ¿Por qué hablaste?
-No pude resistirlo, me golpee duro.
-Todos se asustaron y te dejaron botado, da risa recordar como pusieron la cara.
-Si, se quedaron como bobos.
-Ji, Ji, Ji.
Ambos ríen a carcajadas.
-Jaime. ¿Con quién hablas?
-Con Pepe.
-¿Cómo dices?
-Nada mamá.
-¿Quién te regaló esa cadena tan bonita que tienes? -Pregunta Pepe.
-Mi mamá.
-¿De que la hicieron?
-De coral.

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El pequeño no sabe lo que es eso pero queda conforme.
Durante los días siempre carga con él hasta el colegio y por las noches a escondidas juegan y hablan.
El secreto de ambos siempre estuvo bien resguardado hasta un día que: uno de los estudiantes de la escuela, mayor que Jaime, al salir de esta lo siguió.
Tenía ocho años y era muy travieso.
Le dio alcance en medio camino.
-¡Oye Jaime! ¿No te da pena andar como las niñas con ese muñeco todo el día?
-No.
-No deberías hacerlo, no es de niños sino de niñas.
-No me importa lo que pienses.
-Yo voy a terminar con ese problema, voy a romperte ese muñeco feo.
-Estás envidioso porque no tienes uno igual.
-Te equivocas, tengo más muñecos que tú, pero de niños no de niñas.
-Pero ninguno como Pepe.
-Dámelo, te lo voy a quitar.
Dicho esto el niño le estira la mano a Jaime.
Este logra evadirla.
-Es mío, no te lo daré.
-Ya veremos.
El otro es más alto y fuerte que Jaime y utiliza su fuerza.
El niño intenta correr para alejarse del otro pero este lo alcanza.
Toma al muñeco por un pie y lo jala.
Pero Jaime no lo suelta.
-Déjame tranquilo.
-Si me das el muñeco.
-No lo haré.
Durante minutos ambos se pelean por la posesión de este.
Finalmente, Darío, que así se llama el otro, golpea con el puño a Jaime en la cara.
Este cae al suelo y se pone a llorar.

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