Siguiendo con nuestro ciclo sobre #elprincipito hoy ha llegado la oportunidad de hablar de una de sus adaptaciones cinematográficas. El amado habitante del asteroide B612 ha sido llevado las tablas (teatro y ópera), a la música (canciones, discos) y a la pantalla, grande o chica, en numerosas oportunidades y en diversos formatos: animación, musical, series de Tv y cortometrajes. Normalmente prefiero aquellas adaptaciones cinematográficas que se mantienen fieles a la obra literaria original. Siempre entendiendo que se trata de una adaptación, por supuesto, y que por esa misma razón hay cosas que se agregan y otras que se suprimen, pero respetando la identidad de la obra y de sus personajes.

Siendo un libro tan famoso y tan corto, pareciera lógico pensar que la mejor adaptación es la que se mantenga más fiel al texto, línea por línea, pero en esta ocasión, debo darle un espaldarazo a la originalidad de la Película de 2015, dirigida por Mark Osborne Le petit Prince porque incorpora la historia del libro dentro de otra historia más amplia, pero igualmente encantadora, en una excelente renovación de la obra de Saint-Exupéry.
La película inicia igual que el libro, incluso manteniendo las ilustraciones originales (un acierto total), pero luego comenzamos a ser testigos de otra historia. Aurora es una niña que, junto a su madre, se muda a una casa nueva, justo cuando está a punto de ingresar en la prestigiosa Academia Werth (un guiño a la dedicatoria del libro). La niña es bastante seria y muy madura para su edad, porque su madre le tiene la vida organizada al detalle: un estricto programa indica cada cosa que debe hacer durante el día. Hasta que un día, la niña entra en contacto con su excéntrico vecino: un hombre mayor, de larga barba, amable, muy generoso, pero desordenado y libre, con una casa bastante particular; básicamente lo opuesto a lo que ella es. Este hombre mayor resulta no ser otro que el aviador del cuento de Saint-Exupéry y le enseña a Aurora un mundo extraordinario en donde todo es posible, mientras le muestra un manuscrito: la historia del Principito que todos hemos leído.

La película comienza entonces a alternar la narración del libro (en un estilo de animación diferente al resto de la cinta y muy fiel a los dibujos originales) con la historia de Aurora. Analítica, la niña comienza a intentar entender o extraer la realidad de la historia que al culminar, la decepciona y aunque ha pasado momentos agradables con el aviador (quien tiene un peluche inspirado en el Zorro del cuento) se aleja de él. Más tarde, el hombre va a dar al hospital y comienza la aventura de la niña quien, para salvarlo, toma el avión de su vecino para buscar al Principito, en compañía del zorro. De esta parte no diré mucho. Sólo que la niña llega a un extraño planeta en el ser niño es ilegal y reconoce los rostros familiares del vanidoso, el rey, el geógrafo y los demás personajes del libro original, aunque algo diferentes... incluso el mismo Principito no se parece a sí mismo, ha olvidado quién era y se ha convertido en lo que nadie jamás hubiera esperado de él: un adulto.

El triunfo de la cinta está en haber logrado homenajear la historia original como el clásico que es y a partir de allí construir otra historia paralela igual de emocionante que bebe de la misma fuente de inocencia, bondad y aventura que la narración de Saint-Exupéry. Aunque no se haya leído el libro, la película puede disfrutarse; pero obviamente aquellos que conozcan y amen la historia, la disfrutarán mucho más. Por una muy buena animación que incorpora los dibujos originales, un excelente guión, por el balance entre clásico y nuevo, que logra una renovación digna de esta archi conocida historia, le otorgo a esta cinta 7/10 puntos y la recomiendo como excelente herramienta para aprender (o recordar) que lo esencial es invisible a los ojos.