[El esbozo acechador (V).]

Mi habitación está rodeado de médicos, guardias y… Tú, Madre. Ni a personas importantes les cuidan tanto como a mí, una persona vacía, reprimida y deprimida de la vida; Mis pocas amistades parecen no preocuparse de mi situación, ¿cuánto tiempo llevo acá? ¿cuánto tiempo más deberé estar aquí, en esta jaula torturante? Quien solía venir a velarme no ha dado señales de vida… Ni tú, ni de la silueta.

Escucho las pisadas del odioso médico con carpeta en mano dirigiéndose hacia mi camilla; puedo apenas distinguir su horrorosa cara, apenas puedo escucharlo pues quiero ignorar su insoportable voz, quiero sólamente verte, sentirte, escucharte… ¡Necesito de ti! ¡Quiero salir de este averno oscuro! ¡No comprendo nada de lo que estoy viviendo!

El médico insiste que dé respuesta a sus cuestiones sabiendo que lo ando ignorando, causa un ambiente demasiado hostil… Desmembrado del medio que desearía que me arrancase la vida, de ser necesario, que la misma silueta viniese; La locura quiere florecer, la conciencia pierde fuerza por tanta presión. Me siento desolado, pues no estas conmigo.

Quedé dormido después de un golpe en la cabeza por un objeto no recordable y… Empiezo a caminar en la carretera en el atardecer que guía hacia tu puerta; Esa sensación de alivio que al tocar la puerta al fín podría sentir tus manos, poder abrazarte cual niño asustado en búsqueda de su madre. Al fín llego hacia tu morada, toco la puerta pero… No respondes al llamado.

Vuelvo a tocar la puerta, pero sigues sin responder. No quiero ser descortés con mi propia madre pero, toco la puerta con mayor fuerza y sin dar respuesta, aún, derribo la puerta y… Estás sentada frente a la ventana del pasillo; Saludo y dirijo la palabra pero no respondes. Me llenas de intriga.

Empiezo a caminar y a unos pasos siento el tacto de una mano en mi hombro, volteo y era… Tiene consigo un maletín; No siento vibra que tenga que preocuparme, supongo que vendría a verte. Sigues sin voltear, Madre. ¿Por qué ignoras a tu hijo? Del tiempo de agonía que pasé, las veladas con tu ausencia, la desesperación de verte cual perro en espera de un regreso de su dueño, simplemente le das la espalda.

Aquel sujeto empezó a hablarte sin entender lo que pronunciaba y empiezas a responderle pero tampoco entendía tus palabras. Parece que discuten, trato de calmar el ambiente pero, parece que soy un fantasma.

Camino hacia ti y te veo voltear y, finalmente veo tu rostro; Ese bello rostro, tu nariz fina, tus ojos llenos de vida, tus labios humectados y tu frágil cara expresando una mueca de indiferencia. Mis deseos de poder abrazarte me consumen y acelero mis pasos para volverlo realidad.

Llego a abrazarte pero caes al suelo, al tocarte siento frío tu piel; Trato de moverte con tal de levantarte pero traspaso mis manos sobre tu cuerpo cual fantasma o viento rozando tus mejillas. Logras moverte pero, no me miras sino hacia el sujeto que se encuentra en la puerta con el maletín en mano y al voltear nuevamente hacia ti… quedaste como un vegetal congelado.

Continuará…

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Entérate de la historia:
Primera parte
Segunda parte
Tercera Parte
Cuarta parte

Entérate del anterior contenido:
Universidad: Un mundo en exploración.
¿Qué es ciencia?
Despellejando “ciber-críticas”.
Sé divulgador “amateur”.
Realidad relativa.
“Es hora de la nueva conquista, Humano”.
La humanidad enseñando a medias.
México: ¿un país próximo a corromperse?

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