[ El esbozo acechador (I) ]

“Madre, quédate aquí; no me dejes desamparado en éste conjunto de demonios que tratan de consumirme cada día. Madre, no te vayas aún, permanece un rato más; que no soporto ver a esas caras vacías una vez más. Madre, abrázame fuerte hasta que desmaye con la seguridad que me protegerás de estos males que denominas imaginarios; que esas cálidas y viejas manos que posees me acurruquen como sólo sabes hacerlo. Madre, ayúdame con esos monstruos llamados miedos, porque sólo logro alimentarlos por mi cobardía que ahuyentarlos de mi camino; conoces del mundo que nunca ví, también al que veo y veré, aunque pienses que dependa de tus herencias. Madre, hay una silueta en mi almohada.”

Cada anochecer siempre aparece esa linda y escalofriante silueta sobre mi almohada, es por ello que gustaba dormir en cualquier sitio de la casa menos mi habitación o aventaba la almohada a lo más lejos de mi cama con tal de no estar cerca de la silueta. Que agonía tengo cuando toca cerrar los ojos y manifestar el miedo a ésta que gana por llamar al insomnio una vez más; Se vuelve una pesadilla viviente hasta que se avecina el amanecer y proclama la mañana a la rutina.
Ducharse, vestirse, preparar la taza de café amargo, encender la radio a la misma estación de noticias, buscar las llaves y dirigirse hacia la sociedad, caminando hacia la estación del metro de la ciudad, tolerar el ambiente de la gente vacía externa e internamente. 3 estaciones después, desalojar el vagón para finalmente llegar al rutinario trabajo. Mis ojeras solo mostraba inconformidad de estar parado en un entorno reducido, el cansancio irritaba la vista, reduciendo el efecto de la cafeína del desayuno; La jornada de 8 horas parece nunca irse rápidamente cuando pasas en tus peores condiciones, qué tragedia mi existencia.
Los colegas del trabajo parece murmurar mi presentación hasta dejar acordado en apoyarme a seguir, cuando culmina la pesada jornada, no hacen más que llevarme de parranda de sitio a sitio, motivándome a subir los ánimos, aunque lo que no sabían era que los demonios estaban en mi mente, atrapado, suprimido, acabado a tal grado de mostrar un comportamiento exacto a ésta gente, tan vacía, agrietadas por tanto dominio de los demonios; logran acabar rápidamente con mis pocas energías de seguir de pie.

Su apoyo más bien colisionó a mis agonías, como un globo a punto de explotar por escasez de espacio en su interior. Ay madre mía, como quiero verte una vez más, a pesar que fuiste tan hueca como muñeca de cera. Cómo tonto me mostré al desconocer como mi creadora, mi sustento moral y ético; ahora pago el precio sobre mi negación, mis miedos carcomen más, ¿por qué dejaste seducirte ante la vida tan rápido?
Llego a mi casa sin calidez de un hogar digno, sombría como la nitidez de la silueta esperándome en la almohada, carezco del calor aunque la calefacción esté funcionando adecuadamente, los pasos son más pesados cuando yace la velada como mis ojos fatigados de ver tanta miseria propia sin poder quejarme de mi situación digo, a pesar de ser abrumador mi rutina, gano dignamente mi estabilidad social; se siente tan frío que la soledad ni la soberbia es mi problema.

Coloco la cabeza en la pared mientras me divago a mis fantasías con tal que aparezcas con la mano tendida a tomar la mía; caigo dormido una vez más, sin estar tranquilo la mañana sería pronto. No quisiera que la mañana se vuelve una enemiga más del listado, soy infeliz para colocar más huéspedes en la misma casa.

Ay, madre, no sueltes tu mano de la mía que no quiero despertar sin ver tu cara; me es difícil tragarme la realidad con tanto alboroto en mi desdichada vida. Siento la paz con sólo percibir tu jovial voz, sólo así sé que no me atormenta la estancia en mis viajes fuera de ahí. El tiempo parece no tener piedad conmigo en particular; pareciese que de humanos, iría de rodillas hasta para llevarme eternamente a tu morada.
Se siente de sucios no poder sacar todo mis despechos con tal de sentir la anhelada tranquilidad que perdí desde que aquella silueta se apoderó de mi alcoba. Esta silueta me está enloqueciendo que parece que está sacandome de la realidad, con tal de repugnar a mis semejantes como seres sin misericordia de sus libertades, atados a la cruel monstruosidad llamada rutina.

¿Por qué no me advertiste de los peligros que me enfrentaría si no me cuidaba de ser conquistado, madre? ¿Por qué me quebrantas con tus cálidas manos acariciando mi cara? ¿Por qué madre? ¿Por qué? ¿Qué no notas que me confunde mis decisiones que, discrepan con tus atenciones durante mi existencia? ¿Cuándo es que apareció esta abominable esbozo a mi vida, haciendo que me conectara contigo emergentemente, madre?

Continuará…

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Por: zracs5.