[El esbozo acechador (II).]

in #spanish7 years ago (edited)

La oscuridad se siente tan profunda, aunque mi vista manifieste nítidos colores; me recorre por toda mi alma. ¿Por qué ésta silueta se aferra cada vez más en mi presencia? Mis manos heladas son el detonante de tu memoria. Sonoras palabras de enojo por hallarme así, tu instinto materno dominaba tu comportamiento cuán produce mi cabeza cuál reproductora de música… Desoladores recuerdos, me torturan tanto que anhelo que al cerrar los ojos tenga esperanza de que culmine por ser tan sólo una pesadilla de infantes; gritar del terror, auxiliando un poco de consuelo de medianoche. Un grito que te hacía saltar de tu cama para correr por el pasillo de la casa con tal de encender la luz y… Pero no es así, la vida me dio la jugada invertida.

Tocaba la campanilla del despertador, un instante despierto en el sillón con el televisor en ”mute”, cuánto descontrol yacía en mis sueños que en cualquier momento lo residual de mi alma en calma se iría, también.

Otro día de jornada. Mis pasos se vuelven más pesados, mi ritmo cardiaco empieza aumentar de tal manera que el dolor no se hizo esperar en medio camino. Desmayo sin importar donde caería, pues mi cuerpo no parece estar estable para retirarse de tu morada, Madre. Esperaba verte durante este desmayo, al menos sentir ése rostro aterciopelado que da alivio aún sin poder reconocer tu rostro; pero fue el enfermero quien me recibió. Observándome en la camilla del cuarto de emergencias. Un lapso de tiempo que no sentí, que no aproveché en interactuar contigo nuevamente, ¿por qué no habías de recibir a tu hijo? ¿y por qué sí recibirme un médico amargado de la realidad con deseos reprimidos?

Éste me tacha de un lunático infantil con problemas de aceptación, ¿suena a ironía, no? Sólo noto a 2 enfermos jugando al hospital en el mismo espacio. No me dejó irme de esa camilla. Al menos podría ganar unas horas de sueño perdidas y por fín estar lejos de ese esbozo; trato de reconciliar el sueño pero, Madre, no logro percibir tu cercanía. Ésa cercanía que toda madre les cuenta a sus niños cuando se hallaban fuera de casa, donde se encontraban en un aprieto, donde perdidos estaban, para ser valientes hacia la adversidad. ¡Vaya mentira!

Logro descansar adecuadamente, pues ya desesperaba por hacerlo, pero, ¿dónde quedaste tú? ¿Hace cuánto que me he apartado o te he hostigado? Dudaría mil veces un desprecio tuyo, pues me educaste a ser cálido con todos a pesar de calamidades en mi contra morasen. ”Tienes que recibir toda causa y efecto con mera responsabilidad y paciencia”; esas palabras, era lo que pronunciaban de tus rosados labios cuando me re-usaba a ser justo hacia mis actos. Esfuerzo con insistencia de reconocer tus dichosas manos sobre mi cabeza recostada y saber que todo mejorará pronto. Madre, tengo miedo.

El médico interrumpe mis deseos con su fastidiosa voz aguda, pues mi merecida sentencia lo pronunciaba sin piedad; tal vez sea sentencia que me gratificará a largo plazo. Después de conocer dicha sentencia veo entrar a mi colega del trabajo, a quien conoces por aquella última visita inoportuna hecha hacia tí, quien tachaste de mala persona por cómo se comunicaba durante la plática en tu sofá. Me observaba con detalle, pues se enteró de mi sentencia antes de que fuera comunicada a mí; luego fue afuera por un cigarro, parece que no le sentó bien la esperanzada noticia, claro que no lo comprendería por qué esperanzada ya que tampoco sabe de mi situación, a pesar de ser cercano.

Intento volver a descansar puesto que aquel colega tardaba en regresar, en serio que quiero estar más tiempo contigo, al menos de éste modo ya que, nos es difícil las distancias sobre prolongadas físicamente. De no haber sido así, aún serías la primera en pisar los suelos de ésta habitación en mi condición. No es mi día, el médico llega en el momento exacto que casi logro convocarte en mi cabeza, es complicado ignorar eso por lo enfermo que es… ¡Me considera un verdadero trastornado! ¡Me quiere lejos de tí en mi mente, de mi pobre existencia! Hasta sonará contradictorio pero, preferiría que esa espantosa silueta estuviese en el lugar de éste reprimido con tal de dejarme estar contigo.

Finalmente mi colega regresa y logra sacar a ese sujeto de mi vista, pues suele hablar conmigo sin compañía tercera. Al parecer no notaba que se tratara de algún asunto trivial de trabajo, de nuestro círculo sino de tí. Sospecha de la existencia de nuestra conexión… al igual que la silueta.

Continuará…

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Por: zracs5.

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