La Danza De Los Mundos: Epifanía [Gill IV - Parte II: Perjurio]
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La autoridad que ejercía aquel chico se disipó con su partida, entre el gentío se propiciaba el sectarismo y la discordia se acrecentaba con cada segundo que pasaba. —Ya que se ha ido el protector de ese manco, me quedaré a cargo de este inmundo moridero –gritó emitiendo sonidos guturales y graves, un idiota que intentaba ganar terreno a través de la intimidación, se trataba de Pete, un tipo atlético de algunos 25 años, de casi dos metros y de contextura corpulenta, quizás a los demás les parecía alguien aterrorizante, pero para mí no pasaba de ser un inútil pedazo de mierda que solo trataba imponerse entre las masas atemorizadas. —Si crees que te lo dejaré fácil, estás muy equivocado, los números me favorecen y es que, la verdad, nadie seguiría a un maldito bastardo cómo tú —replicó mientras fruncía el ceño, sus gestos deformaban aún más sus toscas y decrépitas facciones, era Howard, un señor de más de 50 años, pero que poseía más vigor que cualquier joven, ciertamente me resultaba mucho más tolerable que el otro imbécil. Analizando el comportamiento de ambos líderes de pila, estaba claro de que este era el momento de actuar, el acuerdo al que llegué con el niño, estaba en juego. Sin un brazo, el único recurso que me quedaba era mi experiencia militar en el manejo de multitudes, la estrategia era simple: como seres humanos, siempre buscamos convencernos de que tenemos el control, nos aferramos a esa falsa creencia y, cuando alguien no los concede mediante palabras elocuentes y eufemismos, fácilmente caemos embobados en el cebo de la persuasión y la retórica. —Bien, sabemos que la supervivencia de todos los que estamos en este lugar depende de nosotros, ¡déjense de discusiones y de peleas sin sentido! Ustedes son los líderes de ambos bandos, así que en vosotros recae la vida de muchos —pronuncié en voz alta. —¿Es que acaso me tomas por pendejo? Escuché que el chico negro te encomendó la misión de volverte nuestro líder, pero no sé en que estaba pensando al delegarle esas funciones a un vejestorio mutilado… —expresó el joven con un tono sarcástico que solo evidenciaba aún más su irremediable estupidez. —Cierra la boca maldito imbécil, no seas imprudente, a pesar de que él no tiene seguidores a sus espaldas, ciertamente le hallo mucha razón a sus palabras, por ahora debemos actuar en comunión hasta conseguir un sitio estable, recuerda muy bien las palabras del muchacho, nuestro enemigo es otro —expresó con benevolencia el vejete, —veo que a pesar de todo, es un hombre íntegro —pensé. —Sensatas palabras compañero, debemos actuar en conjunto si queremos sobrevivir en el camino imperecedero, además, los pocos recursos que tenemos no nos durarán mucho tiempo, así que probablemente necesitemos buscar más alimentos—expresé con un tono calmado, trataba de aprovecharme de la autoridad que ejercía Howard, al fin y al cabo, él era el que poseía más seguidores. —Encuentro algo de razón en tus palabras, tal vez seas un hombre incompleto, pero sin dudas tienes mucho más brío que ese crío insolente. —Escupe todo lo que quieras vejete, pero pronto los tendré mordiendo el polvo. Howard responde encolerizado y se incorpora para asestarle un puñetazo, pero decido interrumpir la trifulca: —¡Basta! Compórtense como hombres maduros y enfóquense en lo que de verdad importa, no necesitamos más de esa mierda separatista que tanto promueven los dos. Necesitaré de algunos de sus hombres para buscar a mi familia, la cual se encuentra en Brooklyn, allí también tengo algunos suministros, así que díganme, ¿quiénes me siguen? —grité al ya encontrarme hastiado de esos dos imbéciles. —Bien, yo iré contigo. Lo lamento, pero no confío en un hombre con un solo brazo, hasta las hijas pequeñas de mis hombres podrían derribarte en cuestión de segundos —replicó Howard. —De acuerdo, trae a tus mejores hombres, no sabemos lo que nos depara en el camino. Fue un largo recorrido siguiendo los rastros que deje, pero el día finalmente llegó, Howard y yo nos encontrábamos a solo un par de metros del refugio en el que se encontraba mi esposa y mi hijo, ansiaba verlos, de seguro estaban preocupados por mí, ya habían pasado casi dos semanas desde mi partida. Cuando finalmente llegamos al bunker, mi esposa lloró al verme sin mi brazo izquierdo. —No me mires de esa forma, al menos no tú, no deseo tu lastima —expresé enervado. Mi esposa exasperada por mi respuesta, se acercó y me abofeteó fuertemente, su sortija me quedó marcada en el rostro. —¿Pero cómo te atreves? Tú no estás en posición de exigirme nada, tú eres el que ha quebrantado la promesa, nos ha dejado íngrimos por casi dos semanas y ahora que regresas, te apareces con un brazo amputado, ¡definitivamente sigues siendo un maldito idiota Gill! —replicó furiosa entre sollozos. —¡Ya cállate mujer! No creas que se me ha hecho fácil estar sin ustedes, nada de esto ha sido pan comido, pero al fin y al cabo, aún sigo con vida, lamentablemente no puedo decir lo mismo de otros—respondí con nostalgia, mis ojos evidenciaron la pesada cruz que cargaba. —¿Pero por qué pones esa cara Gill? ¿Qué otra cosa te pasó en el camino? Además, ¿quiénes son esos hombres? —preguntó con preocupación Patty. —Kevin ha muerto. Por favor, ya no me preguntes más nada, no estoy de ánimo para tus achaques. Luego de la discusión con Patty, me dirigí al sofá en el que se encontraba sentado mi hijo Chris, sus ojos evidenciaban su inmenso disgusto, —supongo que no puedo culparlo —pensé. Lo abracé y le di un beso en la frente. —Has cuidado muy bien a tu madre, buen chico, ya eres todo un hombre —expresé con cariño. Howard, guiado por sus impulsos, comenzó a registrar el bunker sin mi consentimiento, rápidamente, me puse en estado de alerta. —¿Y dónde carajos está la comida? —gritó para tratar de intimidarnos. —La comida la llevaremos nosotros, no tienes nada que revisar en mi refugio—expresé con un tono apaciguador, pues trataba de ocultar mi furia. —Nosotros llevaremos los suministros, no creas que dejaré que mi gente muera de hambre, no vinimos por tu familia, si no por lo que hay aquí.—Como dije, la comida, la transportaremos nosotros, y esa es mi última palabra. —Entonces enfrenta las consecuencias de tus últimas palabras, qué bueno que hayas decidido morir junto a tu familia. —Si procedes de esa forma, probablemente terminaré cortando tu cuello, recuerda que estás en mi territorio. —¿Crees qué eso me importa? ¡Pero qué poco me conoces! Muchachos, noquéenlo, maten a su vástago y bueno, hagan con la perra lo que quieran, ¡es una orden! Inmediatamente, todos ellos corrieron hacia mí, en sus ojos se podía observar las ganas de asesinarnos, —es lamentable, pero cómo el mismo universo, el cual siempre tiende al desorden, así ha sido la raza humana, tal parece que estamos predispuestos a llevarnos a la autodestrucción —filosofé en ese fatídico instante. Los hombres me acorralaron, hice lo que pude, y aún con mi condición, logré derribar a dos de ellos, pero su ventaja numérica era bastante considerable, por lo que no tardaron en derribarme. Fui testigo de cómo golpeaban a mi hijo Chris, luego prosiguieron a violar a mi esposa en colectivo, el infeliz de Howard se regocijaba en frente de mí, ese cerdo buscó el momento propicio para desplegar todas sus miserias, fueron los minutos más frustrantes de mi vida, quería aplastar a cada uno de esos bastardos. Tirados en el frio suelo, Chris y yo nos comunicábamos en código Morse, pero la situación se hacía insoportable, mi cordura se diluía al escuchar los quejidos de mi esposa, mi hijo tomó una postura pragmática y aprovechó el momento para arrastrarse mientras nadie lo veía, pero un hombre se percató de ello y comenzó a golpearlo sin piedad, mi niño comenzaba a ahogarse con su propia sangre, la impotencia me desquició, en ese instante sentí como todos mis sentidos se agudizaban, me llené de una fuerza descomunal, una demencial furia dominaba mis pensamientos, me incorporé a la inmediatez, tomé mi cuchillo y, desde ese momento, perdí el control sobre todas mis acciones, ese pequeño lapso de tiempo quedó sumergido en una laguna mental. Recuerdo haber despertado con migraña, miré a mis alrededores, todo lo que me rodeaba se encontraba teñido por la sangre de ellos, el férreo olor de la misma impregnaba todo el bunker, mi esposa e hijo yacían en el piso, un escenario lamentable, —una promesa más que no pude cumplir, mis ansias de matar volvieron a dominar mis acciones —divagué mientras una lagrima recorría mi rostro. |
Si deseas leer los anteriores capítulos de la historia que escribo junto a mi co-autor @sneikder, aquí les dejo los enlaces:
La Danza De Los Mundos: Epifanía [Prólogo]
La Danza De Los Mundos: Epifanía [Lucille - Capítulo I]
La Danza De Los Mundos: Epifanía [Lucille - Capítulo II]
La Danza De Los Mundos: Epifanía - [Gill - Capítulo I]
La Danza De Los Mundos: Epifanía - [Gill - Capítulo II]
La Danza De Los Mundos: Epifanía - [Gill - Capítulo III]
La Danza De Los Mundos: Epifanía [Gill IV - Parte I: El Juramento]
The english version "The Dance of the Worlds: Epiphany" is here...
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