El Diario de Alessandra: "Unas copas tuvieron la culpa"

Cansada del viaje me disponía a darme un baño, me quité toda la ropa quedándome totalmente desnuda, entré al cuarto de baño, una vez allí, escuché un ruido en la habitación, al salir de la ducha totalmente mojada y aún enjabonada, entró un chico, su cara obviamente de fue de sorpresa y yo pues inmutada. Aunque sintió vergüenza observé como en cinco segundos recorrió mi cuerpo con su mirada, pidió disculpas, mientras se dio la espalada y yo buscaba mi bata de baño; pude notar que era argentino por su acento, dijo llamarse Mateo, me decía que no sabía que había sucedido insistiendo en que esa era su habitación, yo le decía que no era posible, siempre que venía de vacaciones me quedaba allí. Efectivamente luego de un rato aclaramos dudas, pedí disculpas, era yo la equivocada y salí de la habitación.

Más tarde se dio lugar a la cena, él se encontraba allí junto con los otros residentes, luego de haber tenido una amena conversación todos se fueron a dormir, solo algunos quedamos compartiendo un rato más junto a la chimenea, él no quitaba su mirada de encima, especialmente de mis piernas, no podía disimularlo, yo a la vez mostraba cierta picardía, me gustaba su color de piel, su voz y su acento me enloquecía, para que negarlo. Hubo varios cruces de miradas que me llevaron a hacer alguna travesura, abrir mis piernas mostrándole el camino que debía transitar, sin que nadie se percatara, claro está. Al cabo de un rato, de un momento a otro nos quedamos totalmente solos, avanzada la noche, hablamos de todo un poco, era un aventurero, le gustaba viajar solo por toda Europa, conocer gente y disfrutar, ¡magnífico! Teníamos cosas en común…

Unas copas tuvieron la culpa… me sentía algo desinhibida, reíamos de cualquier tontería, de pronto un estruendoso silencio se apoderó del momento, una mirada fija, y un acercamiento que condujo al rose de los labios, pero que no terminaba de ser un beso, desataron el momento. Sus manos comenzaron a recorrer mis piernas metiéndose debajo de mi falda, inmediatamente bajó mis bragas y comenzó a introducir sus dedos en mi entrepierna, no me resistí a su acción, quería que lo hiciera, fue una locura, alguien podría vernos, pero el deseo nubló la razón. Inmediatamente comenzamos a quitarnos la ropa, yo desabotonaba su camisa, arrancando los botones de la misma, él quitó mi suéter tratando también de liberar mi sujetador, dejando entonces mis pechos al aire, todo fue muy rápido, sin darme cuenta nos encontrábamos, allí, desnudos, y muertos de deseo. Nos tocábamos mutuamente, sus dedos entraban y salían de mi entrepierna, mis manos, tocaban su firme miembro, era como una guerra de poderes, ambos queríamos tomar el control.

Sus caricias en mi cuello y su voz me enloquecían, chupones y mordiscos interpretaban el deseo incandescente de tenernos, su boca comenzó a recorrer mi cuerpo haciendo su primera parada en mis senos, mis gemidos comenzaron a salir, ya acostada en el sofá continuó su recorrido, bajó por mi abdomen hasta llegar a mi abertura, conectando su boca con ella, podía sentir como jugaba con mi clítoris, haciendo movimientos muy rápidos alternando a su vez con sus dedos, parecía muy experimentado, ¡Wao definitivamente era experimentado! Aun al recordarlo logró excitarme… en fin, quería que permaneciera allí pero estaba a punto de llegar al límite, entonces colocó mis piernas sobre sus hombros, entrando en mí de manera tajante, firme y completa, podría decir que una entrada perfecta, sus movimientos eran muy rápidos y yo impuse frenéticamente los míos, disfrutaba ver el vaivén de mis senos, tocándolos lascivamente, podía apreciar su mirada lujuriosa.

Luego bajó mis piernas de sus hombros a su cintura y ahora sentados, sin haber sacado su miembro un solo instante de mí, frente a frente con su pecho conteniendo los míos, comenzó el principio del fin, los movimientos se hicieron más incipientes, yo movía mis caderas mientras él empujaba mis nalgas a la intensidad del momento, su boca intentaba llegar hasta mis senos en medio de la acción, inclinado yo mi cuerpo hacia atrás para hacer que él lograra su cometido. Entonces el orgasmo no se hizo esperar, un gemido fuerte salió de lo más profundo de mi, Mateo, me presionaba hacia él mientras descargaba el deseo contenido, sentí su pasión desbordarse dentro de mí, mientras disfrutaba de su cara de placer, fue un momento único y glorioso, luego caímos casi desvanecidos en el sofá, las ganas superaron la razón. Al culminar y levantarme pude ver a alguien en la escalera, huyendo al percatarse de ser descubierto, era uno de los residentes, al parecer logro disfrutar totalmente de la escena, y confieso que, lejos de disgustarme, creo que me gustó saberlo …quizás me pedirá algo para no delatarme con mis abuelitos, me tocará esperar para saber y luego les contaré…"