El descubrimiento (Cuento) primera parte

El descubrimiento que ha hecho es fascinante y terrible, tanto que teme que su vida corra peligro si lo hace público, por lo que después de dos meses de terminarlo vive aislado como todo un anacoreta en una cabaña solitaria de las montañas, como una forma de pagar la penitencia de haber sido tan curioso.
Todo comenzó con un reportaje que leyó en una revista donde hablaban sobre una aldea en el Himalaya donde los seres humanos duraban hasta más de 120 años, siendo los más longevos del planeta.
En el mismo hablaban sobre las costumbres alimenticias de los pobladores y sobre sus creencias religiosas peculiares, en el cual adoraban a un Dios que vivía en una estrella lejana y que volvería muy pronto a llevárselos, lo que le hizo recordar a la serie “Alienígenas Ancestrales” pero extrañamente estos nunca habían nombrado este curioso pueblo.
Buscó en Internet y no encontró nada sobre ellos, algo extraño ya que en un mundo globalizado todo está documentado, de modo que rebuscó entre las revistas dejadas por su abuelo, donde lo leyó, y tras horas de permanecer en el sótano como topo construyendo su madriguera, la encontró.
Era el número 1 de una edición cuya fecha de publicación fue de 1928 y el artículo no era el principal, ni siquiera algo secundario sino solo un tip.
Lo releyó y hablaba que los nativos justificaban su longevidad al hecho de darle como primer alimento solido a los niños un fruto similar a un maní que proporcionaba el árbol de la vida.
Reinició su investigación por la red tomando nota del nombre de la aldea, tratando de corroborar su ubicación pero no la consiguió, ni siquiera en Google Maps aparecía, la misma debía estar entre Saidú en Butan y Shenggexian en China, cerca de la frontera de ambos países, por lo que supuso que ya había desaparecido.

Fuente de imagen