Daniela.

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Recuerdo con claridad ese dia, el dia que la conocí.

Había viajado a un pequeño pueblo del Estado Táchira para culminar la grabación de un comercial. La noche anterior el director que por problemas del artista la grabación se postergaría y que nos tomáramos el siguiente día libre.

Esa mañana me levante temprano y revise todo el equipo, las cámaras, trípodes, portátil, luces, todo estaba en orden. Por un momento pensé en volver a costarme y pasar el día encerrado en la habitación de la posada donde nos alojaron, pero sentí un impulso que me hizo abrir la ventana. Unos leves rayos de sol me dieron el ánimo para decidirme a dar un paseo por ese pueblo, era como algo mágico que me llamaba a recorrer sus calles.

Era fin de semana y había muchos turistas paseando, tomándose fotografías, todos disfrutando del acogedor clima que ofrecía hermoso lugar. Llegue caminando por sus empedradas calles hasta una pequeña lugar que me llamo la atención por su bonita estructura, parecía una iglesia, pero me dijeron que era una posada, pero que años atrás era la Iglesia El Carmen de Peribeca.

-Señor, ¿puede hacerme usted el favor de tomarme una foto?

Fueron las palabras que escuche y allí la vi por primera vez. Era una joven como 15 años menor que yo, parecía una turista más, pero por su acento parecía lugareña. Vestía de jeans, con un chaleco marrón que combinaban con sus botas. Por uno segundos no sabía que responder, solo me le quede mirando.

-Sí, claro-le respondí.

Ella se sentó cerca de los escalones y me pidió que le tomara una fotografía y que se lograra ver la iglesia de fondo. Me dijo que era para algo llamado steemit, no entendí mucho de que se trataba. Solo le tome una foto, ella sonrió y fue cuando me di cuenta que la joven era la mujer más hermosa que había visto en mi vida.

-¿De dónde eres?- le pregunte

-Soy de acá, nací aquí, este es mi pueblo. ¿y usted de donde viene?¿anda de paseo con la familia?

-No, no, estoy por motivos de trabajo, solo me dieron el día libre, estoy dando un paseo, conociendo este hermoso lugar.

-Este lugar es mágico- me dijo.

No podía quitarle los ojos de encima, ella reviso su móvil, vio las fotografías y lo guardo en su bolso. Ella noto que yo seguía mirándola, creo que se incomodo un poco. Quizás se asusto ¿y a este que le pasara? Se preguntaría. Ella volvió a sonreírme y cuando estaba punto de seguir su camino, me llene de coraje – Disculpa, te sonara algo osado de mi parte, pero te puedo invitar un café , o un jugo, allí mismo esta un restaurant, así me cuentas un poco mas de este lugar mágico.- le dije

Ella dudo. Lo pude notar. Total, yo era un completo extraño. Ya me estaba resignando a recibir un contundente no, pero quizás fue mi cara triste, de hombre de mediana edad, solitario , que la hizo sentir algo de piedad.

-Bien, si, con gusto- me respondió - pero no tomo café.

Cruzamos la calle y nos sentamos un acogedor rincón del lugar, se podía observar la calle a través de sus grandes ventanas. Ella me comenzó a contar todo sobre su pueblo, su amado Peribeca. Me dijo que le encantaba el Brownie de chocolate con helado, así que pedimos dos y mientras ella me seguía contando anécdotas y la historia del pueblo, yo me sentía como un joven adolescente, lleno de sensaciones que creía olvidadas, después de tanto tiempo solo. Ya no prestaba atención a lo que decía, me sentía lleno de dicha el solo poder ver sus hermosos ojos y su encantadora sonrisa.

-¿Te imaginas?- me dijo y luego comenzó reír.

-¿Qué?– le dije yo saliendo del letargo en que me encontraba

-Lo que dirán las chismosas del pueblo si me ven aquí contigo. Comenzarían a inventar cuentos, tu sabes, en todas partes están las viejitas chismosas.

Al rato salimos de ese lugar y me dijo que me haría un recorrido por el pueblo, recorrimos todo, sus plazas, sus sitios emblemáticos, en cada parada ella quería tomarse unas fotografías y yo gustosamente hacia de fotógrafo. Me contó que hacía unos años había sido modelo, participado en certámenes de belleza y hasta participo en el casting del Miss Venezuela . Le gustaba la cocteleria, aprendió la técnica para preparar deliciosos cocteles. Su gran pasión es viajar y ahora estaba culminando sus estudios de castellano.

-Yo escribo muy mal – le dije - me como todos los acentos, me cuesta darle sentido a lo que escribo.

-Eso se aprende- fue lo que me respondió.

-¡Nah! Ya estoy muy viejo para aprender – dije mientras le entregaba el móvil.

-Tonto- nuestras manos se rozaron en ese momento. Nos miramos. Yo sentí como una corriente eléctrica. Ella ya no estaba riendo. ¡ya la asuste! Fue lo que se vino a mi cabeza. El sol ya se estaba ocultando, el momento mágico estaba terminando. . . soy un idiota-me dije.

-Me gustaría hacerte un retrato. . . con mi cámara. – le dije tímidamente - esa es la posada donde nos tienen alojados, si quieres, tengo todo el equipo allí.

Ella no me respondió, solo me tomo de la mano y cruzamos la calle.

La posada estaba tranquila, todos los miembros del equipo estaban en algún lugar del pueblo. Ya con mi cámara pude hacerle unos retratos a la joven que me había hecho pasar un extraordinario día. Aprovechamos la fachada antigua de la posada. La tenía para siempre en una fotografía.

Ella me ayudo a llevar las luces a la habitación. Guarde todo el equipo, ella solo observaba. Yo sabía que ya se acercaba el momento de decir adiós. Cerré la maleta de la cámara y me acerque a ella. Pensaba decirle que llamaría un taxi , si estaba muy lejos de su casa, si…

-¿Te imaginas?- me dijo, esta vez el tono era distinto.

-¡Sí!- le respondí al mismo tiempo que nuestros labios se rozaron. Jamás había sentido nada parecido. Fue como un choque eléctrico en todo mi cuerpo. Del simple roce de labios pasamos a unos besos que aumentaban en intensidad. Nos tumbamos en la cama y las pulsaciones de nuestros corazones se aceleraron, se podía sentir la sangre recorrer las venas aceleradamente. Fue un momento en el que los dos estábamos como en trance, sentir el aroma de su piel, recorrí todo su cuerpo desde el estomago hasta sus hinchados pechos, era el deseo apoderándose de nuestras cuerpos.

-¡Bésame! – decía con la respiración acelerada y conteniendo los gemidos.

Los dos teníamos un destello de calor en los ojos, deslice mi mano sobre su espalda, presionándola fuertemente contra mi cuerpo, ella temblaba de placer, ahogue sus gemidos con mis besos, mientras movía sus caderas y me apretaba la espalda.

Nunca había sentido una atracción tan fuerte, no quería que ese momento terminara, quería que quedara congelado en el tiempo. Sentí su boca suave y dulce y escuche, emití un pequeño grito que ella callo con su boca. Nuestros cuerpos sintieron la rigidez del placer, la pasión, el deseo.

Quedamos tendidos en la cama, no podía dejar de mirarla. La abrace con todas mis fuerzas, no quería que se fuera, deseaba que se quedara allí a mi lado, necesitaba continuar sintiendo su aroma a durazno –no te vayas-le dije.

El ruido de la alarma de un coche me despertó a la mañana siguiente, estaba exhausto, había tenido un día muy agitado, mire al lado de mi cama y ella ya no estaba. Olí las sabanas, aun había rastros del aroma de durazno. Sonreí. Busque mi cámara fotográfica y revíselas últimas fotos tomadas de una visita al zoológico. De la hermosa joven ella no había rastro. No estaba en ninguna parte. Se había marchado para siempre. Ella no existía. Solo fue un producto de mi imaginación. ¿Un sueño?¿Una fantasía? Tal vez. ¿Un amor imposible? Quizás.

Camine hasta mi computadora, había quedado encendida, abrí steemit y comencé a escribir. . . Daniela

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