Mi verdadera historia || Relato autobiográfico

¡Hola, amigos! El recordar cada episodio de mi vida me pareció una excelente idea… así que les cuento un resumen del camino que he recorrido hasta ahora:

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Vi el mundo por primera vez en Boconó, Estado Trujillo, Venezuela, un 15 de Septiembre de 1993. Mi madre, Milexy Hernández, fue trasladada para allá desde un pueblito llamado Las Mesitas. Partió a las 3:30am y yo salí a las 6:30 am, me llamaron Betzaly Sorely Hernández... desde ese momento, mi abuela olvidó las diferencias que tenía con mi madre y todo se tornó en cariño y amor.

De ahí hasta mis 5 años cada momento de cada día era un nuevo descubrimiento dentro de un lugar mágico que, a mis ojos, parecía sacado de un cuento de hadas. Mi hermoso pueblo se caracteriza por tener un clima frío, agradables paisajes y hasta cascadas, así como por la cordialidad de sus habitantes.

Mi infancia la pasé en Las Mesitas, específicamente en un caserío llamado “La Ovejera”, en la parte alta de la montaña. Viví con mi mamá, mi hermano José Gregorio Hernández, mis abuelos y mis tíos… Todos en una sola casa, a pesar de que éramos muchos vivíamos cómodos disfrutando del calor del otro ¡Fue lo máximo!, una infancia muy feliz... Recuerdo que compartía juegos con mis primos y mi hermano, era una época muy distinta a la actual, la tecnología casi no ocupaba lugar en la vida de los niños, así que nos divertíamos con juegos como: alé limón, el escondite, arroz con leche, ¡jugué hasta carritos con ellos!. Mi madre tenía una bodega, donde vendía chucherías, me encantaba andar de pedigüeña… ¿Se imaginan?, siendo niña y con chucherías al alcance de tus posibilidades.

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Una navidad, a mis 5 años, mi mamá me llamó tempranito, como las 4 de la mañana, por fin me llevaría a los aguinaldos (misas que realizan a las 5 o 5:30am), tradición en Venezuela, en los cuales cantan aguinaldos todos cubiertos de una alegría indescriptible, típica de la época decembrina. Al salir recuerdo que había fuegos artificiales por todos lados, era la misa de los choferes, había mucha gente y gran algarabía.

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En cuanto a los estudios, mi primaria fue en la escuela La Pedregoza, en la comunidad que lleva el mismo nombre. Todos los días caminaba media hora hasta allá. Me encantaba cuando llegaba el miércoles, pues eran los días de educación física, pero fui una deportista frustrada, jeje. Mi mamá nunca me dejó participar en las actividades fuera de la escuela. Allí estudié hasta 5to grado, luego me pasaron a la escuela del pueblo, junto con una compañera con la que estudié desde pre-escolar. En esta etapa pude sacar mis dotes artísticos, participé en algunas obras, que fueron presentadas en el ateneo de Boconó. Al finalizar 6to grado, hicimos un viaje a una piscina, mi primera piscinada.

Luego empecé el bachillerato, en el Liceo Bolivariano Isabel de González, el único liceo del pueblo, donde volví a encontrarme con algunos compañeros de mi primera escuela, conocí nuevas amistades y empecé a experimentar eso de “las mariposas en el estómago”. Fue una muy buena etapa, recuerdo que era una chica aplicada, me gustaba estudiar.

Nace mi segundo hermano: Jesús David Hernández, el 7 de Julio de 2006, cuando yo tenía 14 años, se convirtió en el consentido de la casa.

Y así llegaron mis 15 años, es una edad importante para las mujeres en Latinoamérica, y mi madre organizó una fiesta. Mis amigos y yo bailamos hasta que nos cansamos, comimos todo tipo de pasapalos y recibí gran cantidad de regalos, entre los cuales hubo uno muy especial: un perrito mini puddle al cual llamé Muñeco, y que ha sido mi eterno amigo fiel, siempre conmigo pa’ arriba y pa’abajo. Aunque ahorita no estamos tan cerca como antes, siempre que regreso a casa me recibe con gran alegría, y yo feliz con mi bolita de pelos.

Mi primer viaje a la playa fue cuando mi primo salió del liceo, en 2008, me fui colada en su viaje de graduación, de esa manera conocí las increíbles playas de Chichiriviche y Los Cayos; esa agua cristalina, azulita y con blanca arena... No llevaba protector solar, así que luego de esto parecía un pollo rostizado. Este viaje fue inolvidable, y es que cuando estábamos por regresar le pasé mi bolso al chofer para que lo subiera al carro, pero él lo olvidó sobre una mesa en la casa donde nos hospedamos, y así fue como perdí todo mi equipaje.

Pasó el tiempo y al fin salí del liceo, durante el último año reunimos dinero con vendimias, matinés y todo lo que se nos ocurría, para poder viajar también a la playa, esta vez a Adícora y Villa Marina, la primera una playa con olas y la segunda me sorprendió por lo fría que era el agua. Nos quedamos seis días, fue un viaje buenísimo e inolvidable.

Después de esto ya era tiempo de decidir lo que estudiaría en la universidad, una decisión que en ocasiones es difícil tomar durante la adolescencia. Siempre me han enamorado las noches oscuras con el cielo estrellado, y mi pueblo me los ofrecía muy a menudo, así que resulté siendo aficionada de la astronomía. Por desgracia mi país no cuenta con universidades que impartan esta carrera, pero afortunadamente encontré una donde pude conocer un poco de la esfera celeste, y de esta maravillosa tierra, y hoy en día la estoy cursando en La Universidad del Zulia(LUZ), esta es la Ingeniería Geodésica.

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Este descubrimiento trajo un sabor agridulce a mi vida: para estudiar aquella carrera tuve que mudarme sola, lejos de mi familia a una ciudad(Maracaibo) completamente diferente a mi lindo pueblo, esa separación con ellos me hizo dudar en muchas ocasiones y querer regresar a la comodidad de mi hogar. Pero decidí hacerle frente y aquí estoy; luchando para conseguir mi meta.

En la fotografía estoy con mi bella madre y mis hermanos
Fotografía tomada por @albanilaguna en cámara HP Photosmart E337

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