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Si nos detuviéramos un momento para determinar un momento claro en donde comenzó la filosofía de la psicología nos tendríamos que remontar a tiempos de Sócrates y Platón. Sócrates, al haber sido discípulo de Platón le enseñó su técnica de la Mayéutica y Platón, posteriormente desarrolló en su dialéctica acerca del mundo de las ideas. Esta teoría reside en la creencia de que existen dos mundos, un mundo tangible y un mundo intangible. El mundo tangible o mundo sensible es el mundo sensible de los sentidos,  el mundo intangible es el mundo de las cosas eternas, de la razón, la verdad. Platón pensaba que en el primer mundo éramos engañados por medio de nuestros sentidos y el segundo mundo solo se podía llegar por medio de la dialéctica filosófica, la mayéutica o la razón.

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Ahora bien. Existieron otros filósofos que hicieron cuestionamientos con ciertas implicaciones de la mente y que fueron posteriores a Platón. Por ejemplo, Aristóteles hablaba de tres tipos de alma: 

1. La primera alma era la vegetativa, que tiene la función que hace que los seres con vida se nutran, crezcan y reproduzcan. 
2. El alma sensitiva, que está asociada a la capacidad que tienen algunos seres vivos de verse afectados por el mundo externo, esta alma puede ser afectada por el mundo externo de dos niveles.  El primer nivel es afectado por los instintos del ser humano, “placer, dolor, instinto de huida” etc. El segundo nivel es la capacidad que tiene un ser en realizar conductas complejas, coordinando distintas sensaciones primaras entre sí.

1. Por último pero no menos importante se encuentra el alma intelectual, cuya función es propia exclusivamente del hombre.  Tiene dos funciones:

• Función intelectiva: es la capacidad para la abstracción y conceptualización. Existen dos tipos de entendimiento, el agente y el paciente. El entendimiento paciente es la función intelectual de nuestro día a día que nos permite conceptualizar el mundo que nos rodea, es individual y mortal. Por contra, el entendimiento agente es una función cósmica no individual presente en todos los hombres. El entendimiento agente permite romper la frontera intelectual entre las cosas y el alma del individuo, gracias a ella se ilumina el entendimiento paciente. Es suprapersonal y eterno. 
• Función volitiva: el intelecto del hombre no solo se dedica a conocer el mundo sino que, a diferencia de los animales, el hombre tiene la capacidad deliberativa; es decir, obtiene de su inteligencia motivos para actuar. Es propio del hombre sopesar los motivos y no dejarse llevar por lo meramente instintivo. Lógicamente esta función será de vital importancia en la ética del autor griego.

En esa misma época el médico Hipócrates estudió las enfermedades físicas y psíquicas mediante el método inductivo y las atribuyó a desequilibrios en los humores o fluidos corporales. Esta tradición sería recogida por Roma en la obra de Galeno, que en el siglo I d.C  desarrolló las de Hipócrates. 

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Cabe a destacar que posteriormente a la Cristianización de Roma se puede caracterizar la época de la historia llamada la Edad Media, en ellas los humores grecorromanos de los humores seguían vigentes, pero se combinaban de nuevo con lo mágico y lo diabólico: los trastornos mentales se atribuían a la comisión de pecados y se “trataban” mediante rezos y exorcismos.

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Esto tristemente detuvo en buena medida el avance evolutivo de la ciencia y por ende la psicología actual; no obstante, ya para los finales de la edad media y el comienzo del renacimiento vino un filósofo tan pródigo y excelente para agregar esta frase:  

“Pero enseguida advertí que mientras de este modo quería pensar que todo era falso, era necesario que yo, quien lo pensaba, fuese algo. Y notando que esta verdad: yo pienso, por lo tanto soy, era tan firme y cierta, que no podían quebrantarla ni las más extravagantes suposiciones de los escépticos, juzgué que podía admitirla, sin escrúpulo, como el primer principio de la filosofía que estaba buscando”. 

                                                 “René Descartes, Meditaciones Metafísicas (1641)”.  

Esta frase hace un fuerte hincapié en el desarrollo del estudio de la mente en el mundo de la filosofía, ya que pone como axioma que el principio del conocimiento era proveniente del pensamiento, y de este modo se alejaba de los pensamientos epistemológicos medievales.  Luego de Descartes y el siglo XVI, también existieron otros filósofos que de alguna forma u otra hablaban acerca de la mente, pero estos en cierta forma son los antecesores de lo que posteriormente sería un estudio o interés de la mente de carácter puramente científico. Pese que el desarrollo de la filosofía tuvo a lo largo de su historia unas implicaciones mentales, sus inquietudes en muchas ocasiones no se centraban precisamente en “curar la mente”, sino más bien encontrar principios de verdad que den consigo a una serie de resoluciones que sacien la curiosidad de la época sobre el mundo. 

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No obstante, dejando un poco de lado la filosofía; ya para finales del siglo XVIII existían intereses por “curar” de alguna forma, malestares en la persona que reflejaban en su conducta. Por ejemplo, Franz Joseph Gall creó una ciencia (que es una seudo-ciencia hoy día), llamada frenología. En la cual pensaba que las conductas irregulares de las personas eran provocadas por sectores colocados en regiones específicas del cerebro, que bien quitándolas podrían hacer mejorar al paciente. A pesar de que estas técnicas no eran eminentemente científicas. Se puede apreciar que ya existía el deseo, una inquietud, acerca de cómo curar la mente de los hombres. Es por ello que los intentos del hombre continuaron hasta desarrollar la psicología científica. ¿Pero cómo surgió tal ciencia como hoy la conocemos?

Para ello tenemos que dirigirnos al Siglo XIX.

Ya que en aquella época existía un aumento paulatino de lo que vendría siendo la anatomía cerebral, esto consiguió que se entendiera en una mayor medida las consecuencias de las conductas por medio de la biología y la fisiología. Destacamos las aportaciones de la psicofisiología de Gustav Theodor Fechner y las de Pierre Paul Broca y Carl Wernicke en el campo de la neuropsicología. También hay que tomar en cuenta la influencia de Sigmund Freud, ya que ayudó al entendimiento de los instintos humanos y al análisis de lo que hoy conocemos bien como inconsciente. Además que Freud adquirió prodigiosa polémica y fama que, (en mi opinión), puso en la mirada de todos el enfoque a lo que sería un estudio de la mente. 

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Ya para el año 1879 Wilhelm Wundt fundó el primer laboratorio de Psicología Experimental, donde se combinarían los conocimientos de distintas ramas de la ciencia; es por esto que se suele llamar a Wundt “el padre de la psicología científica”. A pesar de que pensadores como Gustav Theodor Fechner ya habían preparado el camino para el surgimiento de esta disciplina.  Otros puntos que hay que destacar es que el nacimiento de corrientes psicológicas como el funcionalismo o estructuralismo dieron como lugar a un nuevo paso a la psicología del siglo XIX y XX. 

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Mientras que el funcionalismo de William James estudiaba las funciones mentales, el estructuralismo de Edward Titchener se centraba en sus contenidos, como las sensaciones o los pensamientos. Por otro lado, Jean-Martin Charcot y Josef Breuer estudiaron la hipnosis y la histeria, desarrollando investigaciones e ideas que inspiraron a Sigmund Freud durante los últimos años de este siglo.

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Mientras tanto, en Rusia apareció la reflexología de la mano Iván Pávlov y Vladimir Bekhterev. Con estas aportaciones se establecieron las bases del psicoanálisis y el conductismo, las dos orientaciones que dominarían la psicología de la primera mitad del siglo XX.