Para los que aún no conocen mi historia de vida, les comienzo diciendo que yo soy "Diáspora".
Sí, a los que han tenido que salir en algún momento de su terruño para buscar nuevos horizontes, esto es lo más trascendental que nos ha tocado hacer en esta vida temporal.

Un día de mi adolescencia le pregunté a Dios a través de una vehemente oración: ¿Señor, qué quieres que yo haga?
Mi vida no pintaba de colores, el panorama estaba muy gris y muy turbio.

Dios se tardó un poco en responderme, pero en el tránsito de mi vida tuve que elegir una carrera universitaria que no me gustaba pero que era la oportunidad que se me habría para salir de la miseria económica en la que vivía.
Estudié análisis de sistemas para aprender a programar computadoras y ganar suficiente dinero para lograr una estabilidad financiera.

Dios siempre me ha revestido de gracia y favor para que yo pueda alcanzar metas que parecen difíciles; así que aunque no me gustaba mucho mi profesión, igual tuve éxito, logrando vivir de mis conocimientos por algunos años.

Migrar:

Una parte muy difícil de mi vida la experimenté hace 4 años, cuando tomé la determinación de salir de mi país natal (Venezuela).

Verán, es simple; hice una linda familia, estaba dedicada al 100% al servicio a Dios en la Iglesia, me ganaba la vida con mi trabajo pero las cosas comenzaron a apretar para nosotros. Nuestra economía estaba asfixiándome y literalmente yo estaba desnutrida.

Llegué a pesar menos de 45 kilos y mi estatura es de 1.61m. Ya podrán imaginar que no comía bien, mis hijos tampoco estaban del todo bien, mi esposo aún más desnutrido que nosotros y una insatisfacción terrible por trabajar mucho y ganar miserias.

La decisión de emigrar fue muy dura y dolorosa pues dejamos atrás todo lo que con sacrificio de toda una vida habíamos logrado. Empezamos de nuevo y nuestro nuevo hogar lo estamos construyendo ahora en Argentina.

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Adaptación:

El panorama era asi, recién llegados a la Argentina en Marzo de 2020 y justo cuando nos estábamos instalando a nuestra nueva vida, sucede la cuarentena obligatoria por la pandemia del Covid-19.
Nada podría ser peor, pero si, fue mucho peor porque nos tocó adaptarnos a un nuevo país siendo extranjeros, sin dinero, sin trabajo y encerrados obligados por la pandemia.

No fue fácil, pero yo al igual que mi familia nos enamoramos de Argentina, es un país fascinante, la ciudad de Buenos Aires es alucinante y yo amé nuestra nueva vida en este país pese a las complicaciones pandémicas.

Fue un renacimiento para nosotros como familia llegar a puerto seguro en este noble país que nos abrió las puertas y nos acobijó.

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Aprender a vivir en el campo:

Cuando se es llamado al ministerio, es difícil ser desobediente, tapar los oídos no es la mejor opción. Aunque nuestra vida en la ciudad iba muy bien, sabíamos que Dios nos había traído con propósitos aún más intensos y más profundos.
Hace 2 años tomamos la decisión de mudarnos a Pasteur, un pequeño asentamiento campesino de apenas 2000 habitantes, con el fin de pastorear la iglesia Bautista y hacer una vida más sencilla.

Para alguien como yo que viene acostumbrada a grandes metrópolis, esto sigue siendo un desafío.
Señores: la vida en el campo no es fácil; pero sigo haciendo mi mejor esfuerzo para amar lo sencillo, lo hostil, lo extremo, lo salvaje, lo impredecible de estar alejado de la civilización.

Un punto a favor de vivir en Pasteur es que es un pueblo sumamente seguro, mis hijos andan en bicicleta y nada se pierde aquí porque las personas son honestas, todos nos conocemos y nos cuidamos entre todos.

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Ustedes al leerme creerán que soy nómade; y la verdad es que si. He hecho más maletas en mi vida de lo que se imaginan, he dormido en el piso, en medio de la selva amazónica, en los páramos andinos, en algunos pueblitos y aldeas haciendo misiones transculturales.

Sin embargo en los últimos años he intentado buscar una estabilidad para mis hijos, que ellos sientan el calor del hogar que estamos formando entre todos.

A lo que más le temo en esta vida terrenal es a no tener la capacidad de proveer lo que mis hijos necesitan, es por eso que me esfuerzo y me reinvento cada día pero sin perder el foco.
Mi foco es servir a Dios; él me llamó y entiendo que el mejor lugar para estar es en su voluntad.

Para este 2023 planeo que mi familia crezca espiritualmente, que sigan siendo niños excelentes académicamente, que mi hogar tome un poco más de forma en cuanto a lo material ya que me faltan muchas cosas por solidificar.

Tengo tanto por hacer que creo que mejor empiezo orando, sé que Dios responde mis plegarias cuando son desde el espíritu y van alineadas a su voluntad divina.

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Me aferro a esta poderosa palabra en la epístola del Apóstol Pablo a los Romanos:

"Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas obrarán juntamente para su bien, para los que conforme a su propósito son llamados." Romanos 8:28

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_{Invito a participar a: @marvinvelasquez, @vasco0 y @astilem en el Silver lining}