Rembrandt nos acompaña en la semana #8 mostrando sus pinturas religiosas a través de la propuesta de @solperez en la comunidad #VenezolanosSteem. Me atreví a recrear "La tormenta en el mar de Galilea" en tiempos indefinidos y en un contexto diferente. Espero sea de su agrado y no desvirtúe la intención del artista.

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Rembrandt accompanies us in week #8 showing his religious paintings through the proposal of @solperez in the #VenezolanosSteem community.
I dared to recreate "The Storm on the Sea of Galilee" in undefined times and in a different context.
I hope you like it and that it does not distort the artist's intention.

Imagen suministrada por @solperez

Íbamos de Cumaná a Mochima pasar un día diferente. Yo era uno de los doce compadres de Chucho.

La mar estaba tranquila de ida y echamos apenas una hora desde Cumaná a Mochima. Entre remos y vela fuimos navegando tranquilos. Cada uno echando sus cuentos.

Yo soy Andrés y junto a mis hermanos Pedro, Santiago y Juan, somos expertos pescadores y no hay quien nos supere en historias marinas.

El resto del grupo estaba compuesto por Simón, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Judas, Jacobo, Matías y por supuesto Jesús, a quienes todos seguíamos y llamábamos Chucho por cariño.

Cómo nadie me gana pescando los convidé y echamos las redes para sacar unas catalanas que nos servirían para acompañar el barril de vino que llevábamos a buen resguardo.

Tuvimos suerte con la pesca y llegamos a Playa blanca con varias cestas repletas de coloradas catalanas que compartimos con todos cuantos llegaron a pasar el día en la nivea arena como nosotros.

Antes de que declinara la tarde el mar se empezó a poner revoltoso y Chucho dijo que era hora de volver.

Teníamos bastante flojera después del sol, el calor, el atracón de comida y algo de vino que no dejamos pasar, pero debíamos acatar instrucciones, así que recogimos los bártulos y emprendimos el regreso.

¡Ah malaya! Perdón sé que no debo blasfemar, pero apenas salimos de la protección de la bahía, el mar enfurecido nos demostró quien tenía el mando.

Los amigos no podían mantener el equilibrio con tanta sacudida y los rostros angustiados no presagiaban nada bueno. Busque con la mirada a Chucho y cómo siempre se mostraba confiado e impasible.

No temas Andrés, todo sucede por algo. No sé cómo podía estar tan tranquilo si los otros se aferraban al mástil y parecía que iban a salir despedidos al mar.

La embarcación había perdido el control ya no luchábamos con los remos y las velas apenas soportaban la furia del viento.

Nos abrazamos en grupos para protegernos y no me sorprendió comprobar que algunos llegaron a perder la fe y lloraban compungidos.

El vendaval fue amainando y pudimos ver la costa de Araya, afortunadamente el viento y la experiencia de los marineros nos mantuvieron en el curso de navegación, solo hubo que girar un poco a estribor para llegar a Cumaná sin más contratiempos.

Al llegar a la orilla todos besamos la arena y sentimos la mano de Chucho sobre nuestras cabezas diciendo con su voz profunda y a la vez melodiosa.

Hombres de poca Fe, ¿cuándo aprenderán a confiar?

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A storm in the Caribbean

We were going from Cumana to Mochima to spend a different day. I was one of Chucho's twelve compadres.

The sea was calm on the way out and we took barely an hour from Cumana to Mochima. Between oars and sail we sailed calmly. Each one telling his own stories.

I am Andrés and together with my brothers Pedro, Santiago and Juan, we are expert fishermen and there is no one who can surpass us in marine stories.

The rest of the group was composed of Simon, Philip, Bartholomew, Matthew, Thomas, Jude, James, Matthias and of course Jesus, whom we all followed and called Chucho out of affection.

Since nobody beats me at fishing, I invited them over and we cast our nets to catch some catalanas that would serve to accompany the barrel of wine that we were keeping safe.

We were lucky with the fishing and we arrived at Playa Blanca with several baskets full of Catalan reds that we shared with all those who came to spend the day on the snowy sand like us.

Before the afternoon was over the sea started to get rough and Chucho said it was time to go back.

We were pretty lazy after the sun, the heat, the food binge and some wine that we didn't let go, but we had to follow instructions, so we packed up and headed back.

Ah malaya! Sorry, I know I shouldn't blaspheme, but as soon as we left the protection of the bay, the raging sea showed us who was in charge.

Our friends could not keep their balance with so much shaking and their anguished faces did not bode well. I looked for Chucho and how he was always confident and impassive.

Don't be afraid Andrés, everything happens for a reason. I don't know how he could be so calm when the others were clinging to the mast and looked as if they were going to be thrown out to sea.

The boat had lost control and we were no longer struggling with the oars and the sails could barely withstand the fury of the wind.

We hugged each other in groups to protect ourselves and I was not surprised to see that some of us lost faith and wept with compassion.

Fortunately the wind and the experience of the sailors kept us on course, we only had to turn a little to starboard to reach Cumaná without further setbacks.

When we reached the shore we all kissed the sand and felt Chucho's hand on our heads saying in his deep yet melodious voice.

Men of little faith, when will you learn to trust?