El impermeable amarillo / Periplos, Revista de Arte y Literatura. N° 3

in #equipocardumen6 years ago

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El impermeable amarillo / @octocel



Ilustración propia

Claudia había esperado por una tormenta por siglos, o eso le parecía a ella. Siempre le habían gustado las tormentas, pero esta vez era especial. Su tía había venido de visita hacia unas semanas y le trajo de regalo un hermoso impermeable, más amarillo que un rayo de sol y unas botas para el agua de un rojo vibrante, relucientes.
Así que Claudia quería, necesitaba, una tormenta. Ponerse un impermeable y unas botas para la lluvia sin lluvia no tiene gracia alguna.
Miraba al cielo tan seguido que empezaba a ser un problema: En la calle sus padres no podían soltarle la mano, porque tropezaba con cualquier cosa. Una vez hasta pisó la gracia que había dejado un perro: “Fíjate por dónde caminas”, le gritaban en la calle. “Te saldrá una joroba en el pecho”, le decía su mamá. “Como sigas así, empezarás a crecer en horizontal”, le decía su papá. Pero Claudia seguía mirando al cielo, buscando cualquier indicio de una tormenta. Cargaba siempre una mochila con el impermeable y las botas, no sea que llegara una tormenta repentina. Parecía decidida a atraerla a fuerza de buscarla.
Atentos, Claudia no quería solo una lluvia, no. De nada le servía a ella un simple aguacero. Ella necesitaba una tormenta, de esas en las que el viento sopla tan fuerte que dobla los paraguas y levanta la falda de las señoras. La lluvia le gustaba, claro, pero lo principal era el viento, ahí estaba el secreto del asunto.
Una mañana durante el desayuno, por fin escuchó lo que quería: una gran tormenta iba a pasar por su pueblo. Era una de esas tormentas tropicales que en casi todo el país causaba un aviso de cerrar bien las ventanas y guardar todo lo que no estuviera pegado al piso pero que en su pueblito, resguardado por barreras naturales, era muy poco frecuente.
A la mañana siguiente Claudia se puso por primera vez (por primera vez de verdad, no solo para mostrárselo a su tía) su impermeable amarillo, se calzó con decisión sus botas rojas y fue al jardín trasero de su casa. En la distancia ya se veían las nubes oscuras y un viento cada vez más frío empezaba a soplar. Claudia espera inmóvil, de frente a la tormenta, los brazos a los lados, la cabeza ligeramente hacia arriba. Si no te fijaras bien, fácilmente dirías que está tranquila, viendo cómo se acerca la tormenta. Pero si eres un observador atento (y espero que lo seas) habrás de notar que sus ojos están cerrados; sus brazos, ligeramente despegados de su cuerpo y un poco hacia atrás, se mantienen rectos. Se apoya en la punta de sus pies, todo su cuerpo en tensión, como una bailarina a punto de salir al escenario.
Las primeras gotas de lluvia le tocan la cara y suenan en su impermeable. Ellas son las primeras en avisarle que se prepare. Una ráfaga de viento helado le acaricia cara, luego otra, más fuerte, zarandea el borde de su impermeable y amenaza con bajarle la capucha. Pero aún no. Estos son vientos juguetones, burlones. Intentan que se equivoque, que empiece antes de tiempo. Una ráfaga de lluvia helada la golpea en la cara, y luego otra y otra más. Un viento malicioso la empuja con fuerza primero de frente y luego por la espalda, intentando que pierda el equilibro. Una centella resplandece y unos segundos después suena el trueno. Ya casi. Casi. El brillo de un segundo relámpago se cuela por sus parpados seguido casi de inmediato por el sonido del trueno. Casi es el momento. Ya casi… Ahí está: Siente como una espiral de aire la envuelve, llega hasta sus pies y sube de nuevo, inflando su impermeable como un circulo perfecto a su alrededor. Por primera vez abre los ojos y con decisión da un paso al frente: solo que no pisa la tierra. En lugar de eso se eleva, cada vez más y más alto, entre risas de alegría. Ya no hay viento que intente tirarla al piso. La lluvia que cae en su cara ya no le parece fría y cuando atraviesa un rayo éste solo le deja un calorcillo y un agradable cosquilleo en la piel.
Claudia gira, libre como una hoja. A veces va tan rápido que es apenas un rayo amarillo y rojo. A veces entra y sale de las nubes con tanta suavidad que no parece tener nada que ver con la tormenta.
Vuela hacia arriba, hasta atravesar las nubes y durante un rato disfruta intentando esquivar los rayos, unos quince por cada uno que se proyecta hacia la tierra, pero riendo cada vez un rayo la alcanza.
Finalmente, la tormenta empieza a perder intensidad, alejándose de la casa de Claudia. Por un momento Claudia piensa en acompañarla, ver hasta dónde puede ir… Pero tiene escuela mañana, y sus padres se preocuparían mucho. Así que se despide de las nubes, del viento y de la lluvia. Da una última vuelta y baja lentamente hasta el jardín de su casa. Se quita el impermeable y las botas y los deja en el jardín, para que el sol los seque. Se los volverá a poner en la próxima tormenta.

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Proceso

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*@octocel(Celina Guerra) Estudiante del último año de Diseño Integral en la Universidad Experimental de Yaracuy, Venezuela. Diseñadora de los logos de @EquipoCardumen y Periplos, Revista de Arte y literatura. Le gustan los gatos, los perros, la ilustración y la literatura infantil.

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Este es un trabajo de muchísima calidad narrativa y plástica. Hermoso.
El cuento está muy bien logrado. Felicitaciones, @octocel. Tienes un gran talento.

Me encantó este relato y la ilustración. Creo que si trabajas unas ilustraciones más tienes un picture book fantástico!
Te felicito por esta combinación tan hermosa de arte y narrativa.

Excelente propuesta. La tendré en cuenta y muchas gracias por tu lectura, @hlezama.

Un cuento hermoso @octocel, la inocencia y la ternura se hacen presentes, la alegría de Claudia y la tuya dejándola volar al viento con su impermeable amarillo. La ilustración (y la descripción de la misma) ¡excelentes!

Gracias, @evagavilan. Me alegra mucho que te gustara.

Un cuento muy tierno y bien escrito. La ilustración es bellísima. El conjunto me encantó. Te felicito, @octocel. Un abrazo.

Gracias, @aurodivys. Me siento feliz por cómo te ha gustado.

Linda historia,@octocel, del proceso del dibujo no se, luce bien a mis ojos inexpertos.

Gracias, @ramonochoag. La ilustración es para ser apreciada por todos, aunque uno no tenga estudios. Si te gustó, a mí me hace feliz.

Un relato grácil y envolvente, @octocel, como la emoción que siente esa niña por el viento y la lluvia. Además, creo que manejas muy bien su tono fantástico. Me gustó la interpelación al lector. También la ilustración. Sería un magnífico cuento para adolescentes. No había leído ningún texto narrativo tuyo; lo haces muy bien- Saludos.

Gracias,@josemalavem. Me gusta mucho la literatura juvenil e infantil. Uno de mis proyectos de vida es ilustrar.

Adelante amiga, lo hace muy bien.
Un abrazo.

Muchas gracias, @antolinamartell. Tu opinión es muy importante para mí. Gracias.

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