De fiesta en la Oficina. . .

El sudor resbalaba por todo mi rostro. En camisa manga larga, con una pepa de sol infernal, veníamos mis dos compañeros de trabajo: Albert y el Señor Dorante. Yo no era el único negreado en la oficina. Albert se unió al club de los mandaderos solo porque tenia nombramiento de obrero y el señor Dorante igual, ademas de que estaba medio loco y vivía contándonos un montón de fantasías. Eramos como los tres chiflados de la jefatura civil.

-mira jotace, yo me les quedo mirando fijamente a la carajitas y zuuuas caen rendidas ante mi- parloteaba Dorante mientras Albert y yo estábamos con la lengua afuera de llevar las cajas de cerveza para la oficina.

¡Si! las cervezas que teníamos que salir comprar cada vez que hacía una reunión en la oficina. Los benditas reuniones con comida y bebida que le gustaba organizar a Lulu Fonseca. ¡yo las odiaba! ¿por que? Sencillamente porque era uno de los tres chiflados que tenia que hacer los mandados, mientra todos los demás disfrutaban comiendo queso, jamón y todas la entradas que Lulu Fonseca compraba.

-Algun dia me las pagaran estos malnacidos le comente a Albert.

-No le pare bola Jotace, no queda otra.- me respondía siempre.

Era apenas un jovenzuelo con recien 18 años cumplidos, pero desde ese momento me propuse a que algun dia lo shari apagar a todos por su maltrato e indiferencia.

esas pequeñas fiestas que se armaban frecuentemente eran repetitivas, aburridas, siempre era lo mismo y siempre se comía lo mismo. Eso era lo peor, todo el tiempo se tenia que comer Strogonoff y ensalada cesar. Era el plato favorito de las tres jalabolas mayores: la negra Guanipa, Rosita Ochoa y Silvana Becerra, las tres reinas de la oficina que vivían adulando todo a Lulu.

Tenia que sentarme en esa mesa, con todo el fastidio del mundo y aguantar las risas hipócritas de toda esa gente, todos queriendo estar cerca de la jefa, reírse de sus chistes, así como se reían antes de los chistes de Gumersindo. Yo estaba lo mas alejado , al final , en la punta de la mesa, yo no existía para nada, solo cuando necesitaban que les hicieran algo era se recordaban que yo estaba allí, en ese momento tenia que poner cara de tonto y sonreir, aparentar que la estaba pasando genial. Todo cansado, sudado y con el hambre a millón.

¿Hambre a millón? si querido lector, el hambre full ya que teniamos que esperar que Lulu dijera cuando debíamos comenzar a comer.

-La doctora dice que ya traigan el Strogonoofffff jajajaja- exclamaba la Negra Guanipa vestida con un traje de tigresa que le encantaba porque siempre lo usaba los viernes.

-Tome Jotace eso es Strogonoff y ensalada cesar, esta divina, agarre -me decían en modo despectivo, como si era algo increíblemente exquisito que mi paladar de marginal probaría por primera vez.

Me quedaba viendo yo el platillo que para ellos era maravilloso, después de esperar horas, buscar las cervezas, acomodar la mesa y un montón de vainas, yo con la boca blanca del hambre y me sirven un simple plato de carne en salsa, eso es lo que era para su aclamado Strogonoff. Un simple plato de carne en salsa con un montón de lechuga de la apreciada ensalada cesar.

-Strogonoff ¡no jodas! carne en salsa esta vaina - era lo que pensaba mientras me llevaba un bocado de "lechuga cesar" a l aboca y las tripas dejaban de sonar. -ay si le ponen un nombre fino, mi mama sera lengua mocha pero prepara mejor la carne en salsa -

Luego de varios meses, llega el dia de las secretarias y deciden hacer una reunión en un lujoso sitio de la ciudad. Yo me alegre mucho, no por la reunión, me alegre que por primera vez ya no tendría que salir a comprar las cervezas ni hacer nada. -Al fin, pegamos una - le dije a los otros dos chiflados.

-No le pare bola Jotace, no queda otra.- me volvia a reponder Albert.

-Anoche sali con una Alemana chamo, estaba buena, me le quede mirando y zuuuuas - seguia le loco Dorante contando sus fantasias.

El dia de las secretarias, estaba yo descansado, sentado, me sirvieron refresco, me sentía relajado, pro fin podía medio disfrutar de algo, esta vez si pude comer de las entradas. Aunque tuvimos que esperar que Lulu llegara de la peluquería y diera la orden de servir, tres horas donde no pase tanta hambre ya que com les dije, pude picar algo de quesito y jamón.

-Listo, que sirvan dice la doctora jajajaja-exclamaba a todo pulmón la negra Guanipa con su ropa de tigresa.

Rápidamente 3 mesoneros se van a buscar la comida, a mi fue uno de lo sultimos qu e sirvieron, ya que estaba como siempre en la punta mas escondida de la mesa.

-Señor aqui esta su Strogonoff con ensalada cesar. -dijo el mesonero.

Mi mente quedo en blanco -¿Queeee? ¿carne en salsa otra vez? -pensé y por unos segundos me provoco gritarles a todos que se metieran Strogonoff y ensalada cesar pro el culo, hasta que me di cuenta que la jefa, Lulu Fonseca me estaba mirando fijamente, así que puse mi mejor cara de tonto y le sonreí.

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