La más común e inmediato es asociar el llanto con la tristeza. Si alguien llora, es porque está triste. O si alguien está triste, llora. Sin embargo, para la época en que comenzaba a escribir poemas, el adolescente que era descubrió que las lágrimas no eran sólo convocadas por la tristeza. Una persona que por fin ha conseguido una meta que ha perseguido por mucho tiempo, un padre o una madre henchidos de orgullo, un hombre que se reencuentra con un amigo a quien no pensó volver a ver, una mujer que recibe la sonrisa de un niño por la calle, una enamorada tras escuchar la declaración de amor de su otra mitad, una persona que acaba de escapar de la muerte... en todos estos escenarios es posible que las personas involucradas lloren, o derramen al menos una lágrima con la mirada acuosa. Mi conclusión en aquel entonces, la cual aún sostengo, fue que lloramos cuando sentimos una emoción muy fuerte. Amor, ternura, tristeza, orgullo, felicidad, decepción, frustración, gratitud, celos, compasión, alegría, cualquier emoción, cuando la sentimos con intensidad, puede provocar lágrimas. De allí que haya querido reflejar en un poema cómo una lágrima, apenas una diminuta gota, puede contener la alegría más grande, el dolor más triste, a veces ambos, o incluso contener, a la vez, toda la gama de emociones que va de un extremo a otro. Espero les guste.