Leyendo a Stieg Larsson en la calle: una experiencia personal

in #spanish5 years ago

Fotografía de un evento en España en 2009

Dentro de la rutina de mis actividades diarias e inmerso en el funcionamiento actual de las instituciones y dependencias en el país, me veo obligado a desplazarme en bus con bastante frecuencia y a permanecer algunas horas en una fila antes de realizar algún trámite. Es por eso que nunca salgo solo: siempre llevo un libro conmigo.

Esas horas muertas se aprovechan al máximo si uno carga algo que leer. Está de más decir que no es algo común en este país. En una fila de unas cien o doscientas personas, acaso habrá dos o tres leyendo algún libro (y unos tres o cuatro más leyendo el periódico). Pero la mayoría de las veces soy el único. De allí que llame tanto la atención de las personas. Muchos sólo me miran con extrañeza, con amabilidad, pero unos pocos, casi siempre personas mayores, se acercan y me preguntan ¿qué está leyendo? o ¿de qué trata ese libro? y claro, no falta quien diga yo antes leía mucho, pero... o cosas por el estilo. Sin embargo, durante el último par de días, he notado algunas miradas un poco más extrañas, como mostrando sorpresa o escándalo. Una señora incluso inclinó su postura para leer el nombre del libro que leía, tras lo cual arrugó la cara; y otro señor mayor me dijo, señalando el libro, "misóginos ¿verdad?". Todo ello, producto de una mis lecturas actuales, la primera entrega de la Saga Millenium de Stieg Larsson, Los hombres que no amaban a las mujeres.

¿Qué puede pensar una señora de sesenta o setenta años que ve a un hombre joven leer un libro con semejante título? y no quiero decir con esto que deba pensar algo. Después de todo, así como no se puede juzgar un libro por su portada, tampoco se debe juzgar por su título. Pero he allí la razón del comentario, de las miradas, de la alarma en el rostro de personas que, en su mayoría no leen, mucho menos conocen algo de Stieg Larsson. Sumemos a esto la llamativa, aunque algo lúgubre y violenta, portada de la edición que poseo y entenderemos por qué la incomodidad del prójimo. A mí, nada de esto me incomoda en lo más mínimo. Acaso me cause algo de gracia, más bien. Sin embargo, recordé una escena de una novela de Murakami en la que se menciona una biblioteca en la cual los libros son tomados para leer, dentro de fundas de papel, para ocultar a los demás, la obra que cada usuario lee. No recuerdo si es (o fue) una tendencia en Japón, o si sólo se trataba de una invención de la mente del autor, pero por un momento pensé que, en mi lugar, Murakami habría deseado tener una de esas fundas.

Si algo saco en claro de todo esto es que, para evitarle la incomodidad a mis paisanos, tendré más cuidado al seleccionar las lecturas que lleve a pasear conmigo. Supongo que La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (segunda parte de la trilogía Millenium) y el libro de cuentos de Roberto Bolaño Putas asesinas, dos de mis próximas lecturas, tendré que leerlas en casa, o tomar prestada una de las fundas de papel de la novela de Murakami. Pero seguiré leyendo. En casa, en la calle, en el bus, en un banco, en el suelo, donde sea que vean un hombre concentrado, leyendo un libro, mientras suenan las bocinas, vociferan los vendedores ambulantes y la ciudad se sume en su caótico día a día... ese puedo ser yo.

Reseñado por @cristiancaicedo

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Interesante artículo amigo @cristiancaicedo. También soy un aficionado lector y aprovecho de llevar un libro cuando se que tendré que esperar un buen tiempo en alguna oficina bancaria, o parada de transporte. La reacción de algunas personas es similar a la que narras en tu artículo. Me causó risa los títulos de tus siguientes libros a leer ja, ja, ja. Al igual que tu, creo que tendrás que colocarles una portada como mencionas, sino, te tocará estar dando explicación a los curiosos que observan lo que lees.

Somos una especie en extinción, entonces. Afortunadamente mi otra lectura en curso es La guerra del fin del mundo de Mario Vargas Llosa, un título, si se quiere, más normal. Saludos y gracias por leerme.

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