Historias de la puta cárcel. Capítulo siete

“Historias de la puta cárcel” pretende ser un relato de ficción con diferentes historias breves e interconectadas entre sí, que reflejan la vida de variopintos personajes en un Centro Penitenciario de España y las circunstancias delictivas que les ha llevado a su ingreso en prisión.   

Gran parte de los personajes, lugares, situaciones y casos son reales, aunque maquillados con algunos elementos inventados y añadidos para dar mayor consistencia y uniformidad a los diferentes relatos, así como para mantener de la mejor manera posible la privacidad de las personas implicadas.   

Capítulo siete

La vuelta a la relativa normalidad posibilitó que Matías pudiera solicitar de nuevo su anterior puesto en el departamento de mantenimiento. Durante los dos últimos años se había aprobado una reforma del código penal donde se endurecían las penas por la comisión de delitos de índole sexual y se había creado la figura de los llamados juicios rápidos con  la implantación de juzgados específicos para estos cometidos, También se dotó a la Administración de mayores y mejores medios para perseguir la pederastia a través de internet y se regularon nuevas tipologías delictivas inexistentes hasta el momento. Todo ello produjo una a proliferación de nuevos ingresos de penados por delitos de esta índole.

Antiguamente un violador o agresor sexual era algo puntual y minoritario, hecho que favorecía que este tipo de individuos estuviesen marcados de por vida  como si fuesen leprosos. Ahora la cosa había cambiado; al existir muchos presos por delitos de violencia de género, pederastia o abuso sexual, ya no se veían estas conductas tan reprobables y este tipo de internos se integró fácilmente con el resto; Matías o Manuel ya no estaban señalados, o por lo menos no tanto.  

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También Freddy solicitó un puesto de trabajo; lo que no había hecho nunca en su vida, ahora estaba dispuesto a intentarlo; necesitaba ganar dinero y empezar a preparar una futura vida en libertad con María. A través de su abogado consiguió una agrupación de todas las penas que le restaban  por cumplir por lo que en total le quedarían por pasar  algo más de  8 años en prisión; sin embargo con buen comportamiento podría conseguir un tercer grado o una libertad condicional en 3 o 4 años. 

A Freddy le favoreció su enchufismo por parte de las altas esferas y el Director presionó para que la Junta de Tratamiento le asignara un puesto de ordenanza en un economato de módulo. En cada módulo existía y existe un pequeño economato donde los internos pueden comprar artículos muy diversos; desde café a tabaco, refrescos, tarjetas de teléfono, productos de alimentación o de higiene; casi cualquier cosa que pueda encontrarse en un supermercado en la calle.  

Aunque en los Centros Penitenciarios españoles se les facilita a todos los presos desayuno, comida y cena, constando estas dos últimas de dos platos y postre cada una, y se les facilita mensualmente un lote de productos higiénicos, los economatos suponen una posibilidad extra para poder complementar sus necesidades, sobre todo en lo que se refiere al consumo de tabaco y al café. 

Los economatos no son de acceso libre, sino que se tienen que solicitar los productos a través de una ventanilla a los ordenanzas que allí trabajan. Para poder adquirir los productos, los reclusos disponen de unas tarjetas similares a las tarjetas de débito bancarias, que están asociadas a una cuenta que cada uno de ellos tiene en el Centro y que semanalmente se cargan en base a la disponibilidad económica que cada uno tenga.  

Familiares y amigos pueden depositar dinero en estas cuentas para que cada interno disponga del mismo; además los internos que trabajan en el Centro cobran un sueldo en función de la tarea que desempeñan, en ocasiones con  una buena remuneración; este sueldo también se carga en su cuenta y posteriormente cada uno decide si utilizar ese dinero para consumo interno, traspasarlo a una cuenta exterior o bien ahorrarlo y poder disponerlo cuando obtengan la libertad. 

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Los economatos suponen un punto neurálgico y estratégico en cada módulo, generalmente el punto más caliente y conflictivo, donde todo se cuece. En torno a la pequeña ventanilla se suceden extorsiones, robos de tarjeta o el pago del tráfico de droga, lo que provoca la mayor parte de los problemas y tensiones en la convivencia diaria.  

Trabajar como ordenanza en un economato supone una buena fuente de ingresos para un preso, pero a la vez una responsabilidad y stress añadidos muy importante. Son habituales las amenazas hacia estas personas por parte de algunos  internos del patio con el fin de obtener productos gratis o prestados, y también las coacciones  para que participen en actividades ilícitas. Por otro lado está la presión de los funcionarios encargados de este departamento que deben velar por que las cuentas cuadren y no falten existencias.  

Freddy había estado muchos años preso y conocía perfectamente lo que se iba a encontrar. A pesar de su edad y de que ya no imponía tanto respeto como antaño, pensaba encontrarse capacitado para soportar la presión de una población reclusa cada vez más joven y variopinta, con una gran mezcolanza de nacionalidades. 

Por su parte Matías no tuvo una entrada positiva en su trabajo. Debía trabajar como auxiliar de albañilería y fontanería junto a otro interno apodado “el animal” que sería su encargado. A pesar de la buena predisposición de Matías, “el animal” tenía un carácter y proceder acorde a su apelativo. 

Continuará.  

En los siguientes enlaces puedes leer los capítulos anteriores:   

• Capítulo uno 
• Capítulo dos 
• Capítulo tres 
• Capítulo cuatro 
• Capítulo cinco 
• Capítulo seis