Los cuadernos de Don Rigoberto (Libro): el erotismo de Mario Vargas Llosa.

in #spanish5 years ago (edited)

Lo erótico es mucho más que sólo sexo

Se ha dicho, con toda propiedad, que Los cuadernos de Don Rigoberto es la obra definitiva de Mario Vargas Llosa sobre el erotismo. Sin embargo, para aquellos que conozcan poco o nada de su autor, es obligatorio decir que la historia de estos personajes se remonta a una década anterior a su publicación, cuando en 1988 el Nobel peruano publicó su Elogio de la madrastra. Se trata de una novela corta en la que se reflexiona sobre la felicidad y la corrupción de la inocencia, con una narrativa erótica llena de poesía. En verdad es una obra breve pero condensada sobre diferentes aspectos del placer sexual. Los personajes son pocos: Don Rigoberto acaba de contraer segundas nupcias con Lucrecia quien se convierte así en la madrastra de Alfonso, "Fonchito", el hijo de Rigoberto. Fonchito es un diablillo risueño, perverso, un sprintia, que no se parece a sus padres; es rubio, hermoso, pero con una vena de demonio, un “Lucifer en persona”, “una víbora con cara de ángel” (en palabras de Justiniana, la empleada de la casa con un nombre que es un claro guiño a Sade) que tiene relaciones sexuales con Lucrecia y luego lo comenta con su padre, tras lo cual éste corre a la madrastra al final de la novela.

Seis meses después de ese final, comienza Los cuadernos de Don Rigoberto (publicado nueve años más tarde, en 1997). En ese libro leemos una serie de textos que escribe Rigoberto mientras, solo en su casa, extraña a Lucrecia. Rigoberto reinventa a su amada en la distancia. Por las noches la sueña, imagina, recrea, haciéndola protagonista de sus fantasías sexuales y deseos en unos cuadernos, basados en obras de arte, tanto pictóricas como musicales y literarias que le sirven de inspiración y en las que participa y atestigua encuentros de su Lucrecia con ex amantes inventados, compañeros de clases inexistentes y también consigo mismo. Mientras tanto, Fonchito visita a su madrastra y la convence de intentar reconciliarse con su papá y le confiesa que desea convertirse en pintor, hablando casi siempre de su admirado Egon Schiele, pintor Austríaco con un expresionismo bastante erótico.
Lo más destacado de estas dos obras es que son eróticas mucho más allá de lo sexual. En palabras del autor "lo erótico es la dignificación del sexo a través de la fantasía y la cultura". Por ello, el erotismo de estas novelas no se limita a describir cópulas, anatomías, encuentros furtivos - y cuando lo hace, lo logra de forma poética - sino que además cubre todas las caras del placer. Muchos catalogan al Marqués de Sade como la máxima expresión del erotismo. Es cierto que en las novelas de Sade hay, además de las escenas sexuales muy gráficas, planteamientos filosóficos importantes, pero a veces parecen dos narraciones intercaladas, interrumpiéndose a ratos. En cambio, Vargas Llosa logra fundir todas las ramificaciones del placer de manera fluida y consigue relacionar no sólo la filosofía como Sade, sino además lo político, la individualidad, lo social y sobre todo lo artístico: la literatura, la música y la pintura principalmente. En Elogio de la madrastra incluso hay capítulos en los cuales los cuadros (reproducidos en el libro), o sus personajes, hablan, describiendo la situación retratada y exaltando la vida que hay en ellos.

De allí que en la novela nos encontremos con frases como "El sexo no puede ser democrático" o “La artesanía es una manifestación primitiva, amorfa y fetal de lo que algún día [...] podrá tal vez acceder a la categoría artística.”, porque Vargas Llosa relaciona lo erótico con lo sexual y sobre todo con el placer y éste concepto abarca el goce estético que puede obtenerse también de otras maneras. Rigoberto hizo construir su casa alrededor de sus objetos, 1000 cuadros y 4000 libros, cuyo número no varía. Ello encierra el placer de la lectura y el goce artístico de lo pictórico, clave en la novela y sobre todo en la erudición sobre Egon Schiele que Fonchito demuestra a lo largo de la historia. La literatura está presente (Onetti, Borges, Calderón) junto a la pintura y la música, abarcando un gran acervo cultural que da una dimensión superior a la novela.
Ese amplio concepto del placer puede verse en el siguiente párrafo:

"En tanto que, para usted, pornógrafo, lo único que cuenta a la hora de hacer el amor es, como para un perro, un mono o un caballo, eyacular, Lucrecia y yo, envídienos, hacemos el amor también desayunando, vistiéndonos, oyendo a Mahler, conversando con amigos y contemplando las nubes o el mar.”"

Entonces, tener sexo es apenas una de las formas de hacer el amor. Sin embargo, no se trata de una postura sosa o poco aventurera en lo sexual, porque el escritor dice “…en el dominio privado que es el de estos fantasmas, todo debe estar permitido entre adultos que consienten en el juego y en las reglas del juego, para su mutua diversión”. Todo está permitido en el plano de lo privado. La novela contiene fantasías, sueños, tríos, orgías, juegos de roles, swingers, fetichismo y otras formas más sutiles de placer, como las abluciones y el cuidado del cuerpo al cual por cierto se le da relevancia en su totalidad: se destacan las manos, los pies, las orejas, la nariz, los ojos, los pechos, los glúteos, las piernas, cada área del cuerpo es exaltada de alguna manera y no únicamente las que rodean los órganos sexuales.

La idea central de la novela parece encontrarse en la frase “Siendo el erotismo la humanización inteligente y sensible del amor físico, y, la pornografía, su abaratamiento y degradación...”. El erotismo es un estado superior, inteligente y sensible, mientras que la pornografía es degradante y chapucera. Muchos libros "eróticos" pueden ser encontrados hoy en los anaqueles de las librerías, pero ¿cuántos de ellos encierran el espíritu de esa frase? Por eso, estos dos libros de Vargas Llosa, en conjunto, me parecen lo mejor que he leído del género erótico, por la cabalidad de su alcance, por la exaltación de lo sexual de la mano del amor, de la inteligencia, del arte, por el rescate de una cualidad estética que poco a poco fue perdiendo el placer sexual.
En mi opinión, estas son novelas sobre el sexo y el amor, la realidad y el deseo, sobre el placer, sobre el poder y la fuerza de la imaginación, de los sueños, de las fantasías, recomendables para todos los lectores, los amantes del arte, los fanáticos del erotismo, los que creen que 50 shades of Grey es "literatura erótica" (para que salgan de su error), los admiradores de Sade, los lectores de Vargas Llosa, los que disfruten de la filosofía, prácticamente cualquier persona debería leer estas novelas (por supuesto, recomiendo una restricción basada en la edad por lo delicado del contenido) que demuestran una vez más la capacidad del escritor peruano de abarcar diferentes géneros y diferentes juegos de lenguaje a lo largo y ancho de toda su extensa obra.

Reseñado por @cristiancaicedo


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