Habrían pasado algunos minutos luego de la 1 de la tarde de aquel jueves 5 de diciembre de 1872, cuando el capitán David Morehouse quien se encontraba en la cubierta del Dei Gratia (Por la Gracia de Dios), es informado por un timonel de su tripulación que a unas 6 millas de distancia, había sido localizado un barco con rumbo errático.

Al aproximarse, el capitán Morehouse no logra divisar a nadie en la cubierta, tampoco obtiene respuesta a las señales. Observa la extraña disposición de las velas de aquel bergantín, embarcación de dos palos o mástiles que tomaría su nombre de brigante (bandido) debido a que su velocidad y maniobrabilidad le convirtió en uno de los buques favoritos de los piratas del Mediterráneo.

Al advertir que aquella situación no era normal, decide enviar en un bote a su primer oficial, Oliver Deveau y al segundo oficial John Wright para que investigaran. Por el nombre en la popa los marineros se darían cuenta que se trataba del Mary Celeste, un buque mercantil estadounidense que había zarpado del puerto de Nueva York unas semanas atrás con destino a la ciudad italiana de Génova.

Al abordar el navío, no se encuentran rastros de la tripulación. Observan que las velas estaban parcialmente desplegadas y con algunos daños. En la bodega de la embarcación encuentran alrededor de 1 metro de agua, una cantidad significativa pero no alarmante para una nave de esta magnitud, así mismo, encuentran la carga de 1701 barriles de alcohol industrial de la firma H. Mascarenhas & Co completamente intacta. El cuaderno de la bitácora sería hallado en la cabina del primer oficial, siendo el 25 de noviembre la fecha del último registro, es decir, 10 días antes.

En el camarote del capitán se encontrarían todas sus pertenencias, sin embargo, no pudieron hallar sus papeles e instrumentos de navegación. En el área de la cocina se encuentraron los equipos cuidadosamente guardados y las alacenas repletas de alimentos y de agua potable para al menos seis meses de navegación. Antes de abandonar la nave, los marineros observarían que faltaba el bote salvavidas, el que presuntamente habría utilizado la tripulación para abandonar el Mary Celeste.

Al informar al capitán Morehouse sobre los resultados de la inspección practicada al barco abandonado, éste decide llevar el bergantín a Gibraltar, situado a una distancia de unos 1100 kilómetros de donde estaban ubicados. De acuerdo al derecho marítimo, quien rescataba una embarcación obtenía una participación sustancial del valor total de lo rescatado: nave y carga. La recompensa exacta dependería del grado de peligro inherente en el proceso de recuperación.