Luces intermitentes, luego, algo desaparece...

Saludos amigos: La intuición de percibir que algo anda mal, es la primera señal para sospechar de nuestro entorno, por eso, cuando llegamos a sitios desconocidos, esa apreciación se pone flor de piel. Tenemos que creer en ella. A continuación el texto, para su consideración y comentarios.

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No quería que mis padres tomaran esa difícil decisión. Pero fue drástica, sin vacilación, ni consideración. La mudanza era inevitable.

Después de 12 horas de viaje, por fin, logramos divisar la casa. Toda oscura, envuelta en un silencia ensordecedor, así se mostraba para nosotros: los nuevos propietarios.

Juana mi hermana menor desembarcó del carro, su rostro lleno de emoción corría como loca por el frente de la vivienda de un extremo a otro, mientras yo, me negaba a tal felicidad, existe algo maligno en ella.

Llevé regaños hasta más no poder, los castigos iban en aumento por mi forma de actuar. No lograba conseguir palabras para explicarles lo que sentía en ella. Este terror que me abriga hace que mis vellos permanezcan erizados, sobre todo, cuando salgo de una de las habitaciones y entro en otra.

Vivir así es espantoso.

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Transcurrieron varias semanas. Observe que Juana y mis padres se habían adaptado a su nuevo hogar. Claro y mío también, solo que, el rechazo es como si no viviera allí.

Lo peor no ha comenzado. Lo presiento.

Días atrás en mi habitación. Decidí comenzar a dormir con la luz encendida, es molestoso, pero peor es sentir el miedo que perturba el sueño. Algo me lo advierte.

Me quedaba dormido y en el pasar de la noche, noté que la luz se volvía intermitente hasta que todo quedaba a oscura, noche tras noche se repetía esta situación el cual se la achaqué a un desperfecto en la electricidad ya que la casa estuvo muchos años sola.

Se los dije a mis padres. Ellos contrataron a unos especialistas. Revisaron todo el sistema eléctrico, cuya conclusión sería que todo estaba absolutamente normal.

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Después de allí, sucedió lo más perturbador de todo, al apagarse por completo la luz, minutos después se encendía percatándome que algunas de mis pertenencias iban desapareciendo: un bate, el guante, la pelota, una fotografía, un zapato y luego el otro.

Estos incidente me llenaban de angustias, no podía imaginarme quien lo haría.

Mi error, no comentárselo a mis padres.

Mi cuerpo se nota cansado, tengo ojeras, ando nervioso casi todo el día. No deseo ni asistir al colegio.

Juana me mira una y otra vez, después sale corriendo como si notara en mí, algo maligno.

Le rogué en muchas oportunidades para que pasar la noche conmigo, así trataría de dormir acompañado. Veríamos televisión hasta tarde. Juana aceptó.

Acomodé su colchón junto al mío. Le avisé que dormiríamos con la luz encendida. Levantó los hombros a manera de no importarle. Mientras se acomodaba, deliberadamente observé todo el entorno. Ubique cada pertenencia, cada objeto así me sería fácil detectar cual desaparecería esa noche.

Mis parpados flaquearon. En fracciones de segundo la luz pestañó varias veces. No se apagó. En ese instante perdí el sueño. Comencé a sentir olores extraños, ruidos sin sentidos.

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Juana totalmente envuelta en su sabana, balbuceaba un leve ronquido.

3 de la madrugada, en espera, y nada. Apago la tv. Reviso nuevamente la habitación.

Termino cayendo en un sueño inoportuno.

Despierto asustado. La luz se había apagado. De pronto se vuelve a encenderse, en este momento, lo único que pienso es verificar mis pertenencias, repaso mi entorno. No faltaba nada. Todo sigue en su sitio.

Me domina el sueño.

En la mañana, escucho gritos. Fuerte alarido proveniente de mi madre. Mi corazón late asustado, me desprendo de la cama. Todo fue de repente, no entiendo nada. Salgo de la habitación, en búsqueda de mi hermana Juana, ya que no estaba, solo sus sábanas amontonadas en el colchón al lado de mi cama, con las marca de sus manos llenas de sangre. Como aferrándose a ellas…