acía un calor insoportable, ni siquiera por el hecho de estar conduciendo a una gran velocidad por la autopista, mitigaba esa sensación. El ambiente xerófilo del entorno se le metía por los poros, aceleró más el auto a ver si el aire que producía podía calmar su pesadez. Ese día no había sido particularmente bueno.

-Necesitamos que lleguen cuanto antes, es urgente más refuerzos- escupía la radio desde el tablero del vehículo.

Carlos Galeón, miró a su pareja que se encontraba como loco mascando chicle y sobre todo, vehemente escribiendo desde su celular.

-García apenas me responde, su ultimo mensaje es que se escapó un animal loco del zoológico- indicó Figueroa con su voz aguda.

Figueroa era un sujeto flacucho con bastantes hoyos en el rostro, seguramente de joven sufrió de suficiente acné para quedar con un rostro tan grasoso. Individuo con un carácter excéntrico, que llevaba muchas veces a Carlos a preguntarse por qué se había enrolado en el mundo policíaco.

-¿Del zoológico? Pero si en este estado costeño, no hay ningún zoológico- murmuró de malhumor Carlos y apretó el acelerador una vez más.

Los demás vehículos pasaban silbando a los laterales, ni siquiera puso la alarma para despejar el camino, aunque tampoco hizo necesidad, la vialidad estaba despejada.

A Carlos le parecía ilógico que estuvieran llamando a todas las unidades para un caso como aquel. ¿Acaso un simple animal revolvía a ese nivel una jefatura completa del estado? Ni siquiera los pequeños atracos que ocasionalmente se producían en los bancos, o las incautaciones que hacían a conveniencia de las bandas del estado. Nunca hizo falta la presencia de todos.

Amaba su trabajo, pero en ocasiones cuando compartía su oficio con sujetos como Figueroa lo odiaba.

-¡Sabes cómo son exagerados en la central con la información!- exclamó Figueroa escupiendo el chicle por la ventana, pero no tardó mucho cuando sacó otro para mascar. -La otra vez fue por las drogas de la Calle los baños. Recuerdas, solo eran unos meros carritos de juguetes- señaló riéndose.

Claro que no olvidaba ese suceso, igual decomisaron toda la mercancía por ser transportada ilegalmente. Algunos de esos juguetes terminaron en manos de sus familiares, no pudo evitar sonreír un poco ante la ironía. Carlos era un hombre serio en su trabajo, hasta con su familia. Le decían el amargado, pero ese era el resultado de ver tantas cosas horribles en su oficio.

-Bueno ya llegamos- indicó contrariado al ver el tráfico de coches que huían de la escena.
No solo eso, múltiples accidentes se habían producido, creando una marisma de vehículos que obstaculizaban la vía.

-¡Que mierda!- bramaron los dos al mismo tiempo.

Personas corrían en todas direcciones, los gritos se hacían escuchar en el lugar, pero ante todo, se escuchaba el tronar de un animal peligroso.

Se bajaron del auto, con las armas listas a disparar. Intentaron abrirse paso entre todo el desastre. Algunas personas pasaron chocándolo, pero no se dejó llevar por el pánico. Como policía estaba preparado para todo, pronto lo ascenderían a comisario.

Mientras más se aproximaban al epicentro del peligro, los disparos se hicieron escuchar. Fue cuando empezó el trote, se enfrentaban algo serio. Si había algo que aprendió Carlos, era que un disparo significaba una advertencia en algunos casos, tres o cuatro disparos podrían significar el inicio de un tiroteo, pero múltiples estallidos denotaban la guerra en su mundo. No divisaba a Figueroa, pero eso no lo frenó.

-¡Esto no es nada!- se dijo para darse seguridad.

Dos veces su vida había peligrado de muerte, todos por fuego cruzado, pero esas experiencias lo marcaron. No volvía a cometer los mismos errores.

-¡JAGUAR! ¡JAGUAR!- escuchó gritar al gentilicio.

¿Cómo un animal semejante podría causar tanta conmoción? Se preguntó Carlos.

En ese momento vio volar por los aires un coche, sus reflejos fueron rápidos y se lanzó al suelo, el objeto impactó estruendosamente contra una tienda de ropas. Carlos esperó que nadie estuviera allí, pero lo más importante que le vino a la mente, ¡un animal no provocaba eso!

Fue en ese momento cuando Carlos pudo oír los rugidos de la bestia, los disparos tampoco habían cesado. Carlos se paró con el corazón galopante y discurrió apresurado hasta toparse con el foco del evento.Estaban en una pequeña redoma. Su mente no pudo procesar lo que atisbó .

Los policías habían formado una barrera protectora de coches contra la furia implacable de lo que parecía un jaguar, pero aquella cosa se erguía en dos patas. Su fisonomía era una mezcla tanto humana como animal. Poseía el pelaje, las manchas, los colmillos y las garras, pero sus músculos y la manera que se desplazaba eran humanas. Carlos se agachó escondiéndose entre los autos, estaba perplejo ¿Había visto bien? Se hizo la pregunta. Se volvió a parar a mirar al ser y con celeridad repasó todo el cuerpo. Innegablemente era real, no era un sujeto disfrazado de animal.

Carlos se refugió de nuevo en su escondite, todo el cuerpo le temblaba. En toda su vida fue testigo de cosas extrañas, entre sectas que asesinaban chicas, inclusive estuvo a punto de morir dos veces perpetrado por delincuentes. La sensación de miedo a la muerte no era extraña para Carlos, pero el miedo a lo desconocido resurgió de su interior. Carlos vio su reflejo en una ventanilla de un coche y lo que observó fue a un gordo entrando en años, ya no era un jovencito.

-¡Mierda!- vociferó y escuchó como otro automóvil se estrellaba. -¡Mierda!- repitió y se levantó.

El jaguar introdujo sus garras en el suelo, pudo verlo, no fueron meras conjeturas. Segundos después el suelo empezó a temblar, pero con una intensidad que Carlos nunca había vivido. Algunas ventanas de los edificios estallaron, la alarma de todos los vehículos se hicieron escuchar como un eco de advertencia. Pudo ser testigo de la fractura de muchas infraestructuras cercanas, incluso los vehículos se movieron solos.

-¡Es un Teriantropo!- exclamó la voz de Figueroa que le hizo inclinarse, había aparecido de la nada.

-¡Baja la voz, nos va a escuchar!- dijo Carlos con los nervios crispados, por un momento quiso gritar por la aparición de su compañero. -¿Qué es un Teriantropo?- le costó formular, quería volver a la realidad.

Figueroa estaba exaltado, se le notaba en el rostro, parecía un niño que recién había descubierto los regalos de navidad.

-Debemos capturar a esa criatura- fue lo que respondió Figueroa haciendo un gesto de complicidad.

Carlos no pudo dar crédito a lo que había salido de la boca de su compañero, esa criatura era demasiada violenta, no tenían ni la estrategia ellos, ni los demás oficiales ¿Cómo carajos iban a apoderarse de semejante bestia?, tenía ganas de preguntarle si se había vuelto loco.

Como si los dos se hubieran coordinados, se levantaron para ver a la bestia. El sismo había pasado y no se escuchaban disparos. Carlos pensó lo peor. No fue el único en echar una ojeada, miles de policías, bomberos, militares y paramédicos habían actuado igual. La bestia extraña se había desvanecido.

-¡Demonios!- gritó furioso Figueroa moviendo los brazos como un desquiciado. -Estaba tan cerca, tan cerca… ¡Demonios!- vociferaba sin ningún descuido, mientras que todos los presentes andaban con cuidado, de que el jaguar aún no se hubiera marchado.

El siguiente capítulo será publicado el sábado que viene

Entregas anteriores
1.Prefacio
2.La primera transformación parte 1
3. La primera transformación parte 2
4. La primera transformación parte 3
5. La primera transformación parte 4

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_Fuente

Imágenes editadas con Canvas y Picsart. Primera foto del autor, todas las demás con sus respectivas fuentes y el separador hecho en Illustrator y Photoshop

Por problemas técnicos de luz el post fue publicado tarde, lamentamos los inconvenientes causados

Nota: las fuentes están hipervinculadas