Relatos de un Misionero en La Gran Sabana - III Parte
Llegar a La Sabana y transitar por ella en los años 70 no era tarea fácil. Las carreteras no eran de fácil acceso, y no había transporte habilitado para hacer un viaje cómodo. Así que, a mis padres no les fue muy fácil llegar a su destino, que era la población de Betania, bien al sur del estado Bolívar. Dos jóvenes que se atrevieron a enfrentar esta aventura, mi padre Nelson Rodríguez de 25 años, y mi madre Loida Bermúdez de 18 años.
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Pasaron muchas dificultades, fueron días de viaje, desde Ciudad Bolívar hasta Betania, que era su destino. Como ya les había contado, los ríos se pasaban en chalanas (una especie de barco que transporta personas y carros de un lado del río al otro).
Al llegar a Betania se encuentran con una comunidad de indígenas que los reciben con mucho cariño, los estaban esperando, ya sabían que el pastor Arismendi los había enviado. Los instalaron en su casa, y mi padre se aboco a la tarea por la cual había sido enviado a La Gran Sabana.
Su forma de ser le ayudó mucho a integrarse a la comunidad; mi padre siendo muy amistoso, servicial y conversador se ganó muy rápido la confianza de los habitantes de la población. Comenzó con un buen número de estudiantes, los cuales se entusiasmaban en ir a la escuela cada día; según cuenta mi mamá aún después de la escuela lo buscaban en la casa para conversar con él y jugar.
Fotos cortesía: Marcos Izarra.
Cuenta mi papá que un día llegó el jefe de la comunidad a la escuela y le dijo, que durante una semana no habría clases; mi padre sorprendido de la noticia, y de que le fue anunciada de un día para otro, pregunta por qué; el jefe le dice que se van de cacería y, la mayoría del pueblo se iría. Mi papá novato en la comunidad (desconociendo de sus costumbres) les pregunta si puede ir con ellos, recibiendo una respuesta positiva "ni corto, ni perezoso" se alisto y al día siguiente de madrugada salió con ellos de cacería; para él una nueva experiencia que vivir en La Sabana. En esa aventura vio por primera vez una anaconda, se sorprendió mucho del tamaño de este animal (en esa época no tenían la información que disfrutamos nosotros hoy en día), también conoció una culebra que la llaman cuaima piña, una serpiente sumamente peligrosa, y muy venenosa. Sin embargo, los indígenas sabían bien como manejar la situación frente a estos animalitos. La experiencia que vivió durante esa semana nos la contó repetida veces; yo teniendo pánico de las serpientes; nunca me agradó la idea de regresar a La Gran Sabana nada más de pensar en estas dos.
Te invito a leer las dos primeras entregas de esta serie
Relatos de un Misionero en La Gran Sabana - I Parte
Relatos de un Misionero en La Gran Sabana - II Parte
Hace años tuve la oportunidad de salir de cacería, las personas que viven en los llanos orientales en zonas retiradas de la ciudad, acostumbran salir de casa, ya que es la única forma de llevar carne a sus hogares, por lo general cazan venados. También tuve la oportunidad de ver una anaconda, pero de un tamaño no muy grande.
Tú padre vivió muchas aventuras en la Gran Sabana.
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Excelente historia real, me fascino, esta muy buena.
Gracias. Son recuerdos de las historias que mi padre nos contaba cuando estábamos pequeños.
Están brutales. saludos.
Me encanta conocer esas historia de tus padres que ignoraba; veamos hasta donde llega esta historia. Abrazos @kiriatjrb
Son los recuerdos que quedan de mi padre, he querido dejarlos plasmados en mi blog y esperando que alguien los pueda disfrutar. Que bueno que tu lo estes haciendo. Saludos y cariños querida @marinesp
Sobre anacondas sabemos mucho más ahorita. Yo vi la película. Ahí está todo lo que hay que saber: las anacondas vomitan lo que tienen para capturar otra presa. Y si lo que vomitan es un humano, el humano recién vomitado pica el ojo para demostrar que la apretada no duele ni hace ningún daño.
Saludos.
Jajajaja yo, medio vi la película jajaja, no me gustan la culebras ni en películas. Si, bueno en esa época la información se obtenía más que todo por los libros, él conoció por primera vez esas culebras en esa oportunidad, quedó realmente impresionado.
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Toda una aventura. Que interesante como los caminos se van abriendo hacia nuevas experiencias. Feliz día.
Si amiga, realmente comenzaron su vida matrimonial con una buena aventura, lo mejor de todo es que yo soy parte de esa aventura, ya lo verás en la próxima entrega jeje ;)