Cuando la vida cambia y se presenta más difícil, nosotros tenemos el poder de cambiar y hacernos aún más fuerte.

Es fácil sentirse un buen líder cuando todo va de acuerdo a lo planeado. La verdadera prueba es nuestro desenvolvimiento ante la adversidad, cuando las cosas no resultan bien.

Hay que preocuparse cuando la desilusión y la decepción dominan las mentes de los líderes y la de los miembros de nuestro equipo.

La adversidad, es más una condición desfavorable continua. Puede retrasar lo que hace la organización o no, pero, en general, dificulta el progreso. Puede durar un largo período de tiempo y abarcar muchos acontecimientos y cambios de circunstancias.

Imaginen que la Organización donde son Líderes, comienza a dejar de cumplir los estándares que se esperan. Decrecieron los ingresos y se seguir así será inminente que la Empresa tome medidas drásticas con Usted y su equipo. Esas medidas podrían ser entre otras: hacer cambios en el ordenamiento estructural, despedir a parte del personal e incluso cerrar la sucursal.

1. Lo primero: Mantenga calma, contextualice la situación, comunique e inicie en equipo la búsqueda de soluciones.

2. Monte en la balanza los pros y contras de actuar en determinada dirección y visualizar como poner a cada quien donde pueda incrementar lo positivo.

3. No se muestre pesimista, por el contrario asuma la circunstancia como un espacio para crecer.

- La Desesperación, que le puede llevar a cometer los errores que normalmente no cometería.

- El Fatalismo, de pensar desde el primer momento que todo está perdido.

- La Ilusión, de creer que al obtener un éxito parcial hay que bajar la guardia.

La estatura real de un Líder aparece cuando las cosas no están saliendo bien. La manera como manejemos las adversidades determinará cuán buen líderes somos y cómo las personas verán nuestro liderazgo.

La Adversidad requiere de un estilo sólido de liderazgo que mantenga en mente los objetivos a largo plazo.

- Calma y destreza.

- Concentración en el futuro.

- Comunicación adecuada.

- Apoyo emocional.

El Gerente – Líder, involucra a las personas en la resolución de los problemas que los condujo a la situación actual, lo que requiere de un esfuerzo continuo, aún después de que la dificultad inmediata haya quedado atrás, para asegurarse que una situación similar no vuelva a poner a la organización en peligro.

El liderazgo tiene que ver con implicar a toda la organización. El mayor logro como líder se mide por el éxito de los demás.

Para motivar e inspirar, debemos pasar de “lo que debe hacerse” a “por qué estamos haciendo esto”. El liderazgo debe expresar y representar el propósito a largo plazo y esto se logra con la comprensión e implicación de toda la organización.

Como líder, se debe planificar, desarrollar estrategias, establecer prioridades pero, sin lugar a dudas, su más importante responsabilidad es implicar y motivar a sus equipos, inspirarlos para que comuniquen y se impliquen en la construcción del futuro de la organización.

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