De la Metabiología a la Fantología histórica

 

Derrida, el Cazafantasmas.

Cuestión de gnoseología, habría que eliminar de las tendencias historicistas, tanto optimistas como pesimistas, ciertas creencias que no se traducen en norma, ni en hecho, ni en suceso. La idea –platónica– de que un sistema orgánico, una metabiología social puede alcanzar los estados de felicidad, igualdad, justicia, etc.; pero de la misma manera pensar que un Estado decadente, un sistema metabiológico, puede degenerar más de lo que esencialmente es –nacer, envejecer y morir–; y digo que es gnoseológica no porque sea una cuestión de impasse de conocimiento sino porque justamente hablamos, no de objetos, sino de sujetos; no porque sea o no de interés del observador el conocimiento de los sistemas metabiológicos sino porque el observador es el interés, Él es el sistema.

Resulta difícil, sino es que imposible, convencer al académico de esta posición epistemológica en principio porque es un absurdo considerar lo Real como No-Real, al Estado como No-Estado, al Conocimiento como No-Conocimiento; pero especialmente porque contradice la naturaleza de los objetos, incluyendo al investigador mismo. El académico apela a su instinto, a su raciocinio, a su experiencia sensoperceptual; ha desarrollado un sistema codificado de hipótesis, experimentación, verificación… una metodología. Burdo, como puede ser este ejemplo, es como tratar de convencer a tu psiquiatra de que se puede respirar sin pulmones. Menuda aseveración del esquizofrénico, que sin embargo también ha desarrollado un sistema codificado de hipótesis, experimentación, resultados y conclusiones. Una diferencia fundamental para poderme permitir este ejemplo es la capacidad de abstraer el Cuerpo sin Órganos del Esquizofrénico como un sistema en sí o como parte del sistema metabiológico que llamamos Sociedad.

Indudable que el esquizofrénico que afirma que respira sin pulmones lo hace así: se tratan de miles de experimentos cotidianos que confirman su teoría, la vuelve norma y la vuelve hecho, se trata un sofisticado marco conceptual que soporta la hipótesis alterna aceptada. El hecho, sin embargo, es que se parte de la falacia de una naturaleza determinada de los objetos, como el de que un sistema metabiológico está determinado, ya sea a la decadencia, ya sea a la perfección. El académico habría de aceptar que esta lo determinado no-determinado. Y sin embargo esta aceptación tampoco resuelve nada si acaso la idea de que aún en el monismo está algo que no es monismo que no es dualismo que no es monismo, lo que es un monismo no-monismo. Derrida y su muerto no-muerto: Dios es un muerto-no muerto, un fantasma que no da miedo: acepto el hecho de que solo es Dios pero aun así Dios es un muerto no-muerto lo cual tampoco implica que se trata de un Dios dialéctico. Derrida es un cazafantasmas que se ha dado cuenta de que fuera de su espectro fantasmagórico no existen elementos de conocimiento para teorizar sino es la deconstrucción de la naturaleza de los elementos metafísicos. Hace uso de la patafísica y crea una disciplina llamada Fantología para salvar el embrollo de un monismo no-monista no-dualista pero que, sin embargo, se dirige como flecha hacia los confines teóricos de la Historia. Y sí por una parte ubica a esta Fantología fuera de espacios y tiempos determinados pero por la otra elabora el discurso del sin sentido de un principio fundamental determinado en su contextualización fenoménica del lenguaje.

Apología de la Historia, Derrida le da otro sentido al historicismo hegeliano, disfraza de incomprensión las monadas y le otorga el Don supremo al lenguaje pero sin olvidar que todo se le debe a la historia, especialmente a los fantasmas de la interpretación filosófica –para ejemplo la traducción occidental de La Republica de Platón- y funda el historicismo fantasmal.

Texto publicado originalmente por un servidor en blogspot (ya ha sido eliminado).