Era un precio bajo para una casa tan grande. Había que hacer reparaciones y quedaba algo retirada de la carretera, pero aún así…

– Dice usted que...

– Nadie ha vivido aquí en cuarenta años – dijo el viejo – como éramos vecinos, el Sr. Metzen la dejó a mi cuidado cuando volvió al extranjero y me pidió que la pusiera en venta. Cada año me envía dinero y me escribe, preguntando si ha aparecido algún comprador.

– Y en todos estos años, nadie…

– Oh! Claro! – contestó – la he mostrado muchas veces. Pero…

Aunque no había nadie más en la casa, el hombre se acercó para hablarme en voz baja, como si temiera ser oído. Me contó que había cerrado el trato varias veces, dejando a los compradores en la mansión y que al volver a la mañana siguiente, no había encontrado ni rastro de los visitantes.

– Algo debió hacerles cambiar de opinión durante la noche para que se marchasen – agregó tranquilamente – mi señora dice que esta casa está embrujada, pero yo nunca he notado nada raro.

Acordamos que me quedaría a dormir allí y si no notaba nada extraño, firmaríamos el contrato al día siguiente. Aunque tenía algo de suspicacia por el cómodo precio de la casa, lejos de inquietarme, la anécdota me pareció divertida.

Escogí una habitación en la planta alta para pasar la noche. Había dejado el equipaje sobre la cama cuando la intermitencia de la bombilla me mostró una inscripción en la pared. Se trataba de tres líneas, o mejor dicho, una misma línea escrita tres veces. Mi vicio lector me obligó a pronunciar en voz baja, aunque audible, el confuso y repetido mensaje:

– nezteM rreH nier hcim ssal.

Cuando noté las mayúsculas intercaladas e intuí lo que escondían, ya era demasiado tarde. La bombilla estalló, toda la casa comenzó a vibrar y los objetos a mi alrededor comenzaron a renovarse en medio de un fuerte torbellino. Cerré los ojos y me aferré al marco de la puerta hasta que pasó la tempestad. Al abrirlos de nuevo, me encontré en una casa igual pero diferente. Estaba repleta de gente y todo lucía nuevo.

En medio de mi asombro, un hombre se acercó a mí. Lucía un traje completo, corbata y llevaba puesto un Homburg.

– Bienvenido – me dijo sonriendo – soy el Sr. Metzen.

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Este relato lo escribí para participar en el concurso de escritura de la gente de Fuerza Hispana. Siempre es una experiencia interesante desarrollar una historia con la creatividad limitada a ciertos parámetros. ¿Que hay que crear una historia sobre "Embrujo y encantamiento"? ¿y que no pase de 400 palabras? pues, manos a la obra. Quedan todos invitados a sumarse a la convocatoria. Para los que quieran participar, sólo tienen que hacer clic en el enlace que se encuentra bajo la imagen del concurso, junto a este mismo párrafo. Gracias a @fuerza-hispana por la iniciativa y suerte a todos los participantes.