SEC-S16W1 | Mi viaje memorable en la infancia | [En el paraíso merideño]

  Crear lazos afectivos con nuestros seres queridos es muy importante porque, de esa manera tenemos la grata oportunidad de nutrir nuestros sentimientos con las personas más cercanas de nuestra vida y, para lograr este estímulo, los viajes familiares suelen ser la dinámica perfecta porque, durante esa aventura, el objetivo es convivir sin estar pensando en las responsabilidades de la cotidianidad.

  Viajar en familia es una aventura de ensueño porque, las experiencias que vivimos y la oportunidad de crear recuerdos memorables, tienen la facultad de quedarse plasmadas en nuestra mente y corazón para así, recordar de manera simbólica esos momentos bajo el sello de ser, nuestro viaje favorito.

  Desde que la memoria me lo permite, viajar a la ciudad de Mérida sé que es maravilloso para mi porque, esta ciudad tiene todas las características que me encantan de un lugar frío además de que, ir hasta allá era disfrutar unos días inolvidables con una de mis tías, su esposo y primas.

  Mérida es la ciudad con el clima más frío de Venezuela debido a la ubicación geográfica que tiene y, sus paisajes andinos se han consagrado como una de las mejores maravillas naturales que tenemos en nuestro país llegando al punto de ser un centro turístico de preferencia no solo para los venezolanos sino, extranjeros.

  La ciudad de lo caballeros, como también se le conoce a Mérida debido a que, en el pasado su nombre fue Santiago de los Caballeros de Mérida, es un lugar que destaca por sus inmensas montañas, paisajes agrícolas y, ríos que forman hermosas cascadas e incluso, despiertan nuestro interés de darnos un chapuzón sin importar que el agua esté a temperatura baja.

  Otra particularidad que tiene Mérida es que, la ciudad conserva su esencia colonial y, posee varios puntos turísticos que nos permiten vivir la sensación de estar en la época de colonización que vivió Venezuela cuando el ejército de Simón Bolívar batallaba los españoles. Sin duda alguna, Mérida es un paraíso a nivel de paisajes, clima, historia y gastronomía.

  Mis visitas a Mérida iniciaron cuando aún era una bebé, pero el viaje más memorable a esta ciudad fue cuando tenía aproximadamente 9 años de edad y, fui con mi tío, su esposa, suegra y mi primo. Les confieso que, esa era la primera vez que viajaba sin mi papá y, de alguna manera u otra, esta particularidad me hizo sentir que la aventura era más extrema.

  Compartir con ellos en este viaje me permitió conocerlos mejor ya que, mi tío y su familia no vivían en mi ciudad natal (Barquisimeto) y, solo compartía con ellos en vacaciones escolares y navideñas pero, gracias a este viaje nos acercamos más y, así como yo viví experiencias nuevas con ellos, ellos las vivieron conmigo así que, en diversos aspectos fue un Ganar - Ganar para todos.

  Mi infancia estuvo marcada por muchas travesuras que se desprendían por curiosidad y, durante este viaje memorable, no iba a ser la excepción por lo que, cuando el esposo de mi tía nos llevó al río para aprender a pescar truchas, mi primo y yo nos destacamos con una travesura que hoy día es una anécdota familiar que recordamos con gracia y cariño.

  Esta anécdota hace referencia a que, el esposo de mi tía nos había explicado que, cuando sintiéramos presión en la caña, le avisáramos para que él hiciera el trabajo de manejar el pez durante el enrollado. Sin embargo, nosotros no lo hicimos y, cuando el pescado mordió la caña, nosotros lo que hicimos fue llevar la caña hacia nosotros y, en ese momento se nos salió de las manos y, el pez se fue con la caña.

  Cuando esto sucedió, nos quedamos mirándonos y muy apenados le pedimos disculpas al esposo de mi tía pero él lo que hacía era reírse porque, dijo que nuestra cara de miedo durante el evento, fue demasiado épica y, al sol de hoy, él todavía dice que ese ha sido su momento más gracioso durante una pesca.

  Otra anécdota de este viaje fue que, el primer día que llegamos a Mérida, había un evento gastronómico y, ver todo el proceso de preparar la Pisca andina, fue tan encantador para mi que, me atreví a acercarme a uno de los chef y le dije que quería ayudarlo y, aunque esto no se cumplió por seguridad, él gentilmente me permitió estar en un costado cercano para visualizar mejor la actividad.

  Este viaje fue de 7 días y, aunque tal vez sea poco tiempo para recorrer la ciudad, la realidad es que el tiempo fue suficiente para hacer dicho recorrido y, la diversión solamente no fue cuando visitábamos los lugares turísticos; también fue en casa de mi tía porque, compartí con mis primas y, aunque ellas estaban en la etapa de adolescencia, fueron muy cálidas con nosotros. De hecho, hicimos dos pijamadas, fuimos al cine y, nos enseñaron a preparar arepas andinas, siendo esta una actividad que recuerdo con mucho cariño porque, mientras esperábamos que se cocinaran, hicimos una pequeña guerra de ingredientes y, quedar sucios de harina al igual que huevo batido, fue una manera de cerrar con broche de oro ese momento tan especial que estábamos viviendo y jamás habíamos experimentado juntos.

¡Muchas gracias por leer mi publicación!

^{Las imágenes presentadas en esta publicación, fueron extraídas de mi galería personal}

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