La habitación con paredes color rosa estaba impecablemente limpia. Un sillón para descansar en una esquina y al lado una mesa pequeña con una lámpara. La ventana con su cortina, para filtrar los rayos de la luz solar durante el día, se encontraba a mano derecha de la puerta de madera, pintada de blanco. La cuna blanca en el centro no era un objeto decorativo, era la adquisición más valiosa que le valió meses de trabajo.

Claudia estaba bastante agotada y se sentó a descansar en el sillón. Todo estaba listo y ella estaba preparada para su siguiente paso.

Pasada media hora se levantó y caminó hacia la cuna para acariciar las pequeñas almohadas que estaban dentro de la cuna. Soltó un suspiro de satisfacción mientras sus dedos suavemente se deslizaban sobre las sábanas.

Se dirigió a la puerta y cuando la abrió echó un vistazo a toda la habitación antes de salir.

Fue a su habitación para buscar su cartera y un maletín donde tenía todo lo necesario para irse al hospital. Volvió a revisarlo, rápidamente, y lo cerró. Llamó por teléfono a un taxi y salió del apartamento.

En el lobby del edificio no había nadie y allí esperó el carro que la vendría a buscar.

La distancia hacia el hospital era grande pero ella no tenía apuro. El conductor cuando la vio con aquella barriga gigante salió inmediatamente para ayudarla. Agarró el maletín y le ofreció su brazo para bajar dos escalones que la separaban de la acera de la calle. Le dijo algunas palabras pero Claudia estaba absorta en sus pensamientos por lo que no le respondió.

Con cierta dificultad ella se sentó en el asiento trasero del taxi. El conductor cerró la puerta y se dirigió hacia la otra puerta para meter el maletín. Luego, se sentó para conducir e inició el taxímetro.

Claudia le dijo que no estaba apurada y que manejara con prudencia. El hombre quería conversar pero ella le pidió que no hablara. Entonces, él le preguntó si deseaba oír música, a lo que ella le hizo un gesto afirmativo con su cabeza que él miró por el retrovisor.

_{Fuente: Pixabay}

Durante el trayecto Claudia miraba a través de la ventana del carro. Recordó los tiernos labios de Federico y sus besos apasionados. Recordó, también, los amorosos besos de su padre cuando la recibía en casa después de la escuela. La remembranza del regazo de su abuela se hizo presente cuando el carro se detuvo en un semáforo en rojo y una señora anciana cruzó frente a ellos. Los besos cómplices de su abuela la hizo sonreír.

El vehículo siguió andando y los besos de su madre, con aroma de flores de violetas, la devolvieron al hoy. Ya estaba frente al hospital y un joven con una silla de ruedas la invitó a sentarse en esta.

Su cuerpo, como un reloj, empezaba a presentar leves contracciones. Hizo todo el papeleo y la ingresaron a una habitación.

Claudia era primeriza pero llevaba tres abortos voluntarios. Estaba sola, sin amigos ni familia, en una nueva ciudad. Federico la había abandonado tras saber de su embarazo y de su decisión de afrontar ese hecho.

Las contracciones se aceleraron y el dolor era intenso. Cualquier pensamiento que no fuera parir se borró de su mente porque el momento era agobiante.

Llegó el doctor y la enfermera, tras comprobar su situación la llevaron para el quirófano. Una hora y veinte minutos más tarde Claudia había tenido a su bebé que le fue entregada por la enfermera a sus brazos.

Allí, en ese instante inolvidable, el corazón de Claudia se llenó de regocijo. Miró con ternura al ser perfecto y pequeñito que dormía plácidamente contra su pecho. Era su descendencia y su decisión. Fue en ese preciso momento en que dio su beso más importante: el incondicional.

Invito a @marianri y @norat23 a participar en este simpático concurso CONTEST & Winners! Choices! What will it be? #45.

Muchas gracias por leerme y bienvenidos sus comentarios.

¡Saludos infinitos!

_{Los banners de esta publicación fueron diseñados por mí.}