El Simbolismo en la modernidad poética (Parte II)
Hechas las consideraciones generales previas y la introducción a sus orígenes como movimiento en el post anterior, ahora pasemos a sintetizar los principales rasgos del Simbolismo, y de ese modo su influencia en la modernidad poética.
Para ello debemos volver a la concepción del símbolo en la generación de los precursores y continuadores de la poética simbolista. En esto destacan las formulaciones de Mallarmé (de quien se hablará en post posterior), quien fundamentó esa poética de modo relevante. Veamos una cita capital:
La contemplación de los objetos, la imagen que surge de los ensueños suscitados por ellos, son el canto. (...) Nombrar un objeto es suprimir las tres cuartas partes del goce del poema, que se deriva del placer del descubrimiento paso a paso; sugerir, ese es el sueño. Es el uso perfecto de este misterio lo que constituye el símbolo: evocar un objeto poco a poco, para sacar a la luz un estado de alma o, inversamente, elegir un objeto y sacar de él un estado de alma a través de una serie de revelaciones.
El símbolo será, entonces, ese recurso o procedimiento que actúa por alusión, por sugerencia, de modo indirecto; no por designación del objeto, sino a través de una especie de rodeo a él. El simbolismo de estos escritores se propondrá como arte de sugerir, y los símbolos tendrán varios valores (polivalentes). Por lo tanto, la relación del lector con el poema se dará como ejercicio de interpretación, no como explicación ni como determinación de un sentido único y lógico, pues la ambigüedad y la oblicuidad serán cualidades propuestas en su concepción de la poesía.
El Simbolismo surge, más que para contraponerse al Romanticismo (se da una recuperación de algunos aspectos de sus manifestaciones originales, como lo místico) y al Parnasianismo (con el que tiene importantes diferencias, pero también afinidades), como rechazo al realismo y al naturalismo, sobre todo por la preponderancia que tiene el racionalismo en estos.
De allí que, en lo filosófico, un rasgo común de los poetas simbolistas es no aceptar el Positivismo, tanto en el ámbito social, como en el artístico y moral. El Positivismo pretendía explicar y describir el mundo científicamente, mientras que los precursores simbolistas, sobre todo, se inclinan hacia el enigma y el misterio, o, lo que es lo mismo, lo desconocido y lo irracional, incluyendo en ello eso que luego sería conocido como "subconsciente".
Baudelaire establece una analogía entre el mundo sensible y suprasensible, lo que se conoce como "correspondencia". Verlaine concibe la poesía como musicalidad, y como evocación de estados de ánimo ambiguos. Rimbaud, siendo más osado, rompe con las formas poéticas
tradicionales usando el verso libre y el poema en prosa y pone el acento sobre lo irracional.
A propósito del irracionalismo, debemos puntualizar que la práctica artística del Simbolismo se corresponde con la crisis espiritual de Fin de Siglo, y en tal sentido, concuerda en gran medida con el espíritu decadente de las postrimerías del siglo, posición filosófica, artística y conductual que se intenta recoger en el vocablo "Decadentismo" (del cual hablaré en próximo artículo).
El rasgo musical de la poesía, en lo melódico y lo rítmico, será uno de los grandes aportes del Simbolismo. La autonomía y la pluralidad semántica que querían para la poesía alcanzaban en la música una referencia obligada. Tal musicalidad se buscará no tanto con la rima, como mediante recursos sonoros, sintácticos y cadenciosos en el verso o en la prosa, tales como los timbres vocálicos o consonánticos de las palabras, los acentos internos, las aliteraciones, las reiteraciones de palabras, el encabalgamiento entre versos, entre otros. La música ocupó un lugar central en el interés de varios de estos artistas; no es casualidad que Richard Wagner, para ese momento, se convirtiera casi en objeto de culto.
En lo que respecta a lo estrictamente formal de la escritura, aunque había aparecido en el Romanticismo, es con Baudelaire cuando se instituye la posibilidad de una lírica en prosa, surgiendo el llamado "poema en prosa", produciéndose así una trascendente liberación de la escritura poética para la modernidad.
Si bien los poetas anteriores a la escuela simbolista respetaron las formas métricas empleadas antes, como ocurrió con Baudelaire, Verlaine y Mallarmé, posteriormente, algunos poetas del grupo simbolista introducirá el verso libre, es decir, el verso privado de la rima, de los cortes regulares y del número regular de las sílabas, pero que mantiene la unidad rítmica interna y entre los versos. Los primeros versos libres que se conocen son los de Rimbaud, publicados en 1886, pero ya habían sido usados por Walt Whitman en Hojas de Hierba (como apuntamos en el post dedicado a él). Entre sus cultivadores en el Simbolismo tendremos a Jules Laforgue y Gustave Kahn, más bien teórico.
Frente a la pérdida de la •inocencia" de la palabra, a su carácter de instrumento dócil y útil, a su expresividad agotada y de significaciones desgastadas, se propone la concepción de la poesía como un laboratorio del lenguaje en el que el escritor trabaja para devolver "un sentido más puro a las palabras de la tribu", en frase de Mallarmé, y contra el descuido formal de algunas manifestaciones románticas.
Así, la poesía no espera explicar el mundo, sino recrearlo verbalmente, crear otro mundo en y por la palabra poética, que debe ser autónoma, no servil ni utilitaria, completamente individualizadora y auto-justificada.
El protagonista ya no será el Poeta, que en tiempos del Romanticismo llegó a ser concebido como sacerdote, mago, guía de la humanidad. Lo sustantivo ahora es el lenguaje, el poema, la obra. Esto lo conecta con la despersonalización de la poesía que había propuesto el Parnasianismo.
Ello supone una escisión entre la poesía y el público. Como dice Valéry, renunciaban al "sufragio del número, desdeñaban la conquista del gran público"; lejos de todo halago o complacencia, querían obras que crearan a su público. Se produce cierto aislamiento, alguna marginación o segregación social. De allí la expresión que acuñará Verlaine: "poetas malditos".
Finalmente, se iniciará la visión a la interrogación propia acerca de lo que es y debe ser la poesía, uno de los legados perdurables de la poética simbolista hasta nuestros días: la "autorreflexividad".
Referencias bibliográficas
Balakian, Anna (1969). El movimiento simbolista. España: Edit. Guadarrama.
Feria, Miguel Ángel (2015). Parnasianismo y simbolismo en la encrucijada de la modernidad. Enlace
Mallarmé, Stéphane (1987). Prosas. Madrid: Edit. Alfaguara.
Paz, Octavio (1985). Los hijos del limo. Colombia: Editorial La Oveja Negra.
Raymond, Marcel (1983). De Baudelaire al surrealismo. España: Fondo de Cultura Económica.
Riquer, Martín de y Valverde, José M. (1979). Historia de la Literatura Universal (Tomo III). España: Edit. Planeta.
Todó, Lluís (1987). El Simbolismo. España: Edit. Montesinos.
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