Para el que avanza, y gira en esta rueda, cual si fuera un hámster, ya no significas nada. No hay memorias, ni ideales anclados en triunfos de antes; ahora solo hay prosecución de insípidos días, que son un fastidio, en el que una vuelta del planeta se da por sentado, o capaz, ni se llega a entender la sola implicación física del hecho de otro amanecer.

      Para mí, que soy una hija tuya, siempre estás presente. Irónicamente, no ausente, si no latente en mi pensamiento. Mis ideas, mis progresos, mis porvenires, todo está anclado en ti. Al contrario de lo que otros piensan, tú no me detienes, no me retrasas, no me vuelves arcaica. Por el contrario, en ti, y en el recuerdo que me ampara, gracias a una salud mental que no sé como me queda, mis pasos son precavidos, no respondo sin antes pensar, no escribo, a menos que haya analizado todo. Eso, y lo demás, lo debo a que eres mi respaldo, soporte y clara imagen perspectiva.

      Ya vi tanta agua correr bajo este puente, tanta música, buena y otra que fue pésima, que hoy nada me sorprende. Solo trato de guardar un poco mi capacidad de asombro, para seguir viendo que el alma humana sigue corrompiéndose, como en tus días, en estos de hoy, elevado a la enésima potencia. Y porque te recuerdo, los días de hoy, concluyo, que son un vil remedo de lo que antes fue.

      En fin, te escribo esta misiva, para decirte cuánto te extraño. Sé, como dijera un autor: "...tiempos que se van no vuelven, y si vuelven nos los quiero..."; por la convicción que conservo de que fuiste bueno para mí, trato de nos desfallecer al comprender que ya no eres si no un resplandor. Pero, antes de decirte adiós, guardo lo bueno que me dejaste, lo trato de difundir al mundo en que vivo, y no me pongo a llorar cuando te recuerdo. Por el contrario, tomo fuerzas de ti, cual si fueras un trampolín al futuro. Me lanzo confiada; no sé qué me aguarde, pero algo que me enseñaste, es que tengo un gigante a mi favor allanando mi ruta, de modo que nada escabroso me pase.

      Pasado, yo soy tu hija; y, como tal, te habré de honrar por el resto de mis días.