SEC-S14/W5 - Di no a los fuegos artificiales. Para disfrutar de una compañía agradable, no hagas preguntas ni critiques nunca

  La fiesta de Navidad y Año Nuevo suele ser de mucha algarabía para el ser humano ya que, durante estas fechas nos reunimos con nuestros seres queridos para compartir, degustamos la deliciosa gastronomía y, realizamos actividades que nos transmiten mucha alegría; situación que nos conlleva a crear recuerdos muy memorables y con el transcurso del tiempo, los recordamos con mucho cariño.

  Durante toda esa algarabía que experimentamos, hacemos uso de fuegos artificiales y, aunque estos elementos nos transmiten alegría al igual que iluminan el cielo con el destello que tienen, los animales no suelen tener un buen momento con estos explosivos y, lamentablemente solemos olvidar a estos maravillosos seres vivos que también forman parte de nuestro entorno.

  En mi infancia y adolescencia hice uso de manera constante de los fuegos artificiales; de hecho, siempre me compraban grandes cantidades de estos elementos para disfrutar de ellos durante todo el mes de diciembre y, reconozco que me encantaba porque, sentía la máxima adrenalina que experimentamos cuando explotan o están iluminando aunque, de acuerdo a especialistas, ese efecto no lo logra el sonido y mucho menos iluminación sino, el olor de la pólvora e independientemente de lo que la genere, sé que era muy encantador para mi y no había una Navidad que no los tuviera.

  Sin embargo, desde hace 7 años no hago uso de ellos porque, de una manera desagradable me tocó aprender que, más allá de una diversión, los fuegos artificiales nos acercan al peligro porque, durante una celebración de Año Nuevo, vi que unos vecinos tuvieron un terrible accidente cuando explotaron varios cohetes que había colocado en una cerca.

  La eventualidad de lo anteriormente mencionado comenzó cuando, uno de mis vecinos hizo una mala maniobra encendiéndolos antes de tiempo y para mala suerte de ellos, los cohetes explotaron inmediatamente porque al parecer, la mecha estaba muy corta y, como todos estaban entrelazados para encender al unísono, no les dio tiempo de aislarse.

  Durante este terrible suceso, un vecino perdió su mano derecha y, su hermano, quien fue el encargado de encender la mecha, murió porque la explosión impactó directamente su rostro. Les confieso que ver esta situación fue muy dura y, partiendo de allí no me gusta hacer uso de los fuegos artificiales y les tengo mucho respeto.

  Desde que la memoria me lo permite, recuerdo haber visto a los perros con un comportamiento nervioso e inquieto cuando hay explosiones pirotécnicas y, en reiteradas ocasiones llegué a ver personas que en Nochebuena o, Año Nuevo, los dejaban descansar en una habitación para reducir el impacto del sonido y, también conozco personas que deciden anestesiarlos para evitarles ese momento incómodo.

  Reconozco que durante mucho tiempo pensé que este comportamiento inusual era solamente en los perros pero, la primera Navidad que tuve con mi gato, noté que él también se altera con esas explosiones y aunque me han recomendado que lo anestesie, prefiero dejarlo en mi habitación y le coloco música para que el sonido explosivo no lo sienta tan fuerte.

  Cabe destacar que, estas alteraciones de mi gato no solo las he visto con los fuegos artificiales, también cuando suena la corneta del aseo urbano e incluso, el sonido fuerte de un carro o motocicleta y, en una ocasión sucedió que estaban haciendo unas reparaciones en mi casa y cuando movían cosas pesadas, él se asustaba e inmediatamente buscaba ocultarse en una habitación.

  Saber que un animalito sufre un inconveniente de salud por causa de los fuegos artificiales es doloroso porque, allí vemos que nuestro disfrute, es a costa del sufrimiento de otra especie y, cuando comprendí esto me he sumado a la campaña de no usar estas pirotecnias. Ahora bien, sí llegué a ver un efecto muy negativo por utilizarlos ya que, el perrito de una amiga sufrió un infarto cuando en la urbanización donde vivimos estaban sonando dichos explosivos por el motivo de festejar la llegada del 2019; recuerdo que la perrita estaba corriendo para ocultarse pero, no llegó al lugar que había destinado porque, cayó y de acuerdo a lo que dijo el veterinario, el infarto le provocó la muerte instantáneamente.

  Otro efecto negativo que llegué a ver es que, el perrito de una de mis primas después de su primera Navidad comenzó a ser muy nervioso; es más, él se asusta incluso cuando escucha el sonido de un lápiz de grafito caer cerca de él y, en este caso el veterinario también dijo que esa alteración de nervios fue originada por los fuegos artificiales.

  Cuando se llega a la etapa de madurez o adultez es que comprendemos plenamente lo que generan los fuegos artificiales en los animales por ello, pienso que si todos emprendemos una campaña de consciencia para evitar el uso de estos elementos, los niños no van a ver que dichos explosivos son diversión sana ya que, a pesar de que a nosotros nos guste, hay seres vivos que no la están pasando nada y debemos resguardarlos.

  La Navidad no son los fuegos artificiales sino, el compartir entre conversaciones, bailes, risas, comida e intercambios de obsequios por lo tanto, pienso que si solo nos enfocamos en esto, notaremos que la pirotecnia es un elemento innecesario de usar para divertirnos porque tenemos otras cosas mejores a nuestra disposición y, lo mejor de todo es que, no lastima a nadie.

¡Muchas gracias por leer mi publicación!

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