Era viernes y la tarde algo tramaba, en el ambiente se podía percibir un fragante aroma a surrealismo, Harumi había tenido su última sesión con su terapista, el Dr. Zarov, quien la trataba desde hace 3 años, debido a una fuerte depresión post traumática, producto del rompimiento abrupto con su pareja, Ryu.

Mientras conducía a su casa, la conversación que mantuvo con su terapista retumbaba en el laberinto de su mente, no entendía como había aceptado la sugerencia del Dr. Zarov, sin poderse negarse, de sustituir la TCC (Terapia Cognitivo-Conductua), por sesiones de tres veces a la semana, de la milenaria terapia Shibari.

Este tipo de terapia sería dirigida por el Maestro Sutsuke, y no por su terapista habitual, lo cual agregaba más tensión a la vida de Harumi, las indicaciones prescritas por el Dr. Zarov eran claras, precisas y debían seguirse al pie de la letra, de lo contrario el Maestro Sutsuke ni siquiera la entrevistaría, Harumi debía comprar un kit Shibari de principiante, para comenzar las terapia el próximo lunes, en las indicaciones se hacía un especial recordatorio, el kit debía ser adquirido únicamente en el Tengu Shibari Dojo, y debía contener: tres cuerdas de yute, tres de cáñamo, de 8 metros de largo cada una y grosor de 6 milímetros, un bloque de cera de abejas, 100 ml de aceite de argán, manual de instrucciones, un paño de algodón con medidas 33 x 63 centímetros y una tijera punta roma…