Equilibrada alienación VII.

VII

Creo que es domingo, domingo y muy temprano, conozco el sitio perfecto para conseguir algo de pasta, hoy es mi día, hoy nadie me va a impedir ser feliz.

La iglesia, ese lugar lleno de hipocresía por los cuatro costados, donde van esos ingenuos y estúpidos tratando de conseguir su perdón eterno. Aún no puedo entender cómo se pueden tragar ese cuento de niños, me dan pena, mucha más de la que yo se la doy a ellos.

Se creen privilegiados y poseedores de la “gran verdad absoluta”, pero sólo son producto de una estafa más de nuestra sociedad.

Fuente

Es el momento de aprovecharme de su ingenuidad, de su retorcida bondad y de su billete hacia la salvación, hacia el paraíso. Ese inexistente lugar al que jamás irán en sus miserables vidas.

• ¡Una limosna, por favor! Que Dios le bendiga, muchas gracias.

• ¡Que Dios le bendiga! Muchas gracias señora.

• ¡Usted sí que es un buen cristiano caballero! Gracias.

Perfecto, el día sigue bien, he conseguido engañar a todos estos zombies tarados con sus crucifijos y toda su parafernalia absurda.

• Una limosna, por favor…

Lo que no saben es que van a morir, igual que yo. Van a ir a parar al mismo boquete que voy a ir yo y después no va a pasar nada más, ¡fin!

• ¡Estáis locoooosssssss!

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