Cuando de hobbies se trata

in #cervantes7 years ago

¡Cuánto me encanta divertirme de esta manera! Pero eso sí, una vez que están muertos ya no me interesan. Por eso, dejo a un lado a este hombre, me levanto y me arreglo la corbata, creo que la elegancia es fundamental a la hora de matar.

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Mi próxima víctima, atado de manos y pies a una silla, amordazado, el cabello empapado de sangre y la nariz chorreando, no me quita la mirada de encima y me encanta la atención. Puedo sentir la expectativa que se construye en el aire y no puedo evitar bailar y cantar en consonancia de mi música favorita. Atrapado en el medio contigo.

Tomo mi navaja con la seguridad de un buen cantante y comienzo el debut. A medias, me olvido de la situación y fluyo con la música: no hay razones para sentirse mal. Payasos a mi izquierda, bufones a mi derecha. Me acerco lentamente con cada melodía, el baile se vuelve casi erótico, su mirada puede gritarme muchas cosas, pero sigo concentrado en la música; la música me marca el ritmo que debo seguir. Aquí estoy, atrapado en el medio contigo.

Primera puñalada certera. Aunque voltea su rostro, logro herirlo y comete un error imperdonable: quitar su atención de mí. Por suerte, ni una gota de sangre me salpica. Me pregunto que debería hacer. Sostengo su rostro firmemente, hasta que mis dedos duelen. Es tan difícil mantener esta sonrisa en mi cara. Me siento en su regazo a horcajadas y corto su oreja al compás de la canción.

No entiendo porque no se está divirtiendo; no para de quejarse y ahora quiere arruinarme la diversión. Quédate quieto, cabrón. Sus quejas intentan ahogar la música, pero más bien, se fusionan y crean una melodía nueva. Música para mis oídos. Pierdo el control, sí, estoy por todo el lugar.

Por un instante, mi mirada se detiene en el arma que tanta satisfacción me ha traído, pasando directamente por el resultado obtenido. Estoy orgulloso. Vendré arrastrándome, te daré una palmada en la espalda y diré por favor. ¿Te lo has pasado tan bien como yo?

Esta oreja no es como la imaginaba, parece casi de plástico y por un momento juego a que tiene vida propia y puede contestarme. Por favor.

—Eh, ¿qué pasa? —le pregunto a mi víctima. Obviamente no puede contestarme— ¿Has oído eso?
Definitivamente, si no fuera asesino, sería el mejor bromista de la ciudad.

Intento dar algún sentido a todo esto, pero puedo ver que no tiene sentido alguno. Desecho la oreja porque no ha contestado. No te vayas, ahora mismo vengo. Es otro chiste porque claramente no puede hacerlo. El puño de mi camisa apenas se ha manchado de su asquerosa sangre y limpio lo que puedo en el pecho de mi víctima. Es que no he terminado y la elegancia es fundamental a la hora de matar.

Alexmar Uzcátegui, diciembre de 2017.

¡Gracias por leerme!
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