Nos acercaremos a uno de los arquetipos del alma del hombre, que puede ubicarse como el central. Aquel alrededor del cual se constelan los otros arquetipos del ánima. Hemos viste que la Madre deja la huella a partir del cual el hombre ira estableciendo su constelación de imágenes féminas, que constituirán el ánima, es decir sui alma, según la teoría junguiana.

Hemos visto como esas imágenes tienden a ser agrupadas en dos polos, (llamémoslos positivo y negativo) en los cuales ira categorizando sus reacciones y comportamientos hacia las mujeres. Según las interpretaciones que establece desde la proyección del ánima en otras mujeres.

Cuando llegamos al arquetipo “la amante”, este viene a constituirse en prácticamente el centro de la vida psíquica masculina. Este arquetipo se basa en el amor, en la energía que mueve al mundo. Esta serie de imágenes del ánima son la principal fuente de motivación masculina.

“La Amante” y las imágenes que alrededor de ella se conforman. Son inspiración, amor, ternura, pues representan el alma gemela que completara al hombre. Es prácticamente un encuentro de almas. Y su búsqueda se convierte en ese motor que le impulsará a las proezas.

Este arquetipo, se conecta con la fidelidad e infidelidad, con el placer y goce de la relación sexual. Con el erotismo, la galantería el cortejo. Se asocia con la figura de la Musa. Pero así mismo tiene un lado negativo, que viene a constelarse como la traidora, la prostituta, la bruja malévola que devora a los hombres.

Las implicaciones que esta faceta del arquetipo ánima, tienen para la psique masculina, son cruciales, pues se concentran en como este idealiza y "sataniza" el amor y específicamente a la mujer amada. Mientras haya poca o una pobre integración de las facetas arriba presentadas, el hombre funcionara proyectando imágenes parciales sobre sus parejas. En general esto se manifiesta por un doble estándar moral, pues pareciera no poder encontrar en un asola mujer, todas esa imágenes. Tendrá un amor en la casa, el púbico, pero buscará satisfacer otras necesidades afectivas en amantes, prostitutas, sacerdotisas, que le llenen.