DREAM CATCHER - Capítulo 4

Comían un almuerzo tardío.
Los hermanos tenían que comer del mismo recipiente. Al prepararlo, Zayn no había previsto que podrían enfadarse.
Al principio, sus compañeros pensaron que ellos dos eran una pareja de enamorados o amigos de la infancia ya que, toda la primera semana de clases, habían hablado entre ellos, eran muy amistosos y unidos, llegaban juntos al instituto y, de igual manera, regresaban a casa.
Los curiosos no tardaron en enterarse de que era medio-hermanos, después de todo, no se trataba de un secreto, compartían el mismo padre. Nacieron el mismo año con cuatro meses de diferencia y reconocían que no les molestaba en lo más mínimo el incidente de infidelidad, pues se apoyaban y, evidentemente, se llevaban muy bien.
A sus siete años de edad, fueron presentados, encargándole a Zayn la dura tarea de cuidar y darle el mejor ejemplo a la pequeña Emma. Siempre estudiaron juntos, de modo que parecían un caso especial y moderno de gemelos. Eran opuestamente parecidos.
Siempre habían tenido buena salud y habían madurado a muy temprana edad ya que sus padres eran personas de negocios y casi nunca estaban en casa. En especial la madre de Emma, quien se citaba con su hija como mucho, dos o tres veces al año.
Esta señora nunca pasaba demasiado tiempo en el país, y se había divorciado del Sr. R. Lizzard al enterarse de que era la segunda en la vida del mujeriego. Era una figura materna un tanto difusa en la mente y el corazón de Emma, pero la chica no se quejaba; la madre de Zayn asumía el papel y la aceptaba como su propia hija.
Emma era fanática de los dulces; aun así, cuidaba de su figura. En sus dieciséis años, era menuda y delicada. Zayn, contemporáneo a ella, se alzaba quince centímetros más, con un cuerpo en desarrollo de proporciones generosas. La melena de Emma era negra como el azabache, lacia y muy corta con un peinado de estilo pixie acanalado. Sus ojos eran más rojizos que marrones. El pelirrojo Zayn tenía un corte descuidado, liso ondulado, y un tanto largo. Los ojos de este chico, aparentaban el síndrome de albinos ocular que, por suerte, no influía en ninguna medida en su excelente visión.
Mientras los hermanos Lizzard comían, pasó lo que pasaba siempre: Emma dejó las verduras porque estaba molesta, y Zayn las miró y se las metió todas a la boca en un solo gesto. Emma miró a su hermano en modo de reclamo.
–¿Qué? ¿Las querías? –intentó adivinar, aún con la boca medio llena.
–No.
Emma se hacía la dura, pero ya sabía que estaban en el “proceso de restauración”, que en un principio había sido motivo de disputa, pero al haberlo realizado tantas veces, ya le hacía gracia. Era su adorado hermano, debía perdonarlo en algún momento, y ya era la hora de hacerlo.
–Oye... ¿meteremos a la chica rara en nuestro grupo? –preguntó ella para romper el hielo.
–¡Seguro! Apuesto a que se muere por formar parte de un grupo. –«Espero que esto no se convierta en otra discusión», hasta él se cansaba de su sarcasmo, pero le era difícil evitarlo.
–Me gusta. Siento que es una chica interesante pero no quiere que nadie se le acerque. Hace un momento vi que Nicoll se sentó a su lado y conversaron, pero al cabo de unos minutos, Nicoll se levantó, más pálida de lo que ya es, y se alejó casi trotando. Aunque, la verdad, es admirable que pueda influir así en la gente feliz y tierna como Nicoll.
Solo cuando terminó de hablar, se dio cuenta de que su hermano no parecía estarle prestando atención.
–¿Zayn? ¿Me estás escuchando?
Éste se había quedado lelo viendo los adornos diminutos que Nam tenía en el cabello. Eran dos broches en forma de esfera color rojo. «Cálidos» concluyó Zayn.
–¡Hey! Hermano…
–¿Umm? ¿Qué? –el pelirrojo atendió titubeando.
–Oye –suspiró la pobre–, no te pierdas en el limbo.
Emma no recibió ni una disculpa de su hermano y no sabía si repetir lo que había dicho o agregar algo nuevo con respecto al tema. Apretó los labios.
–Parece sabelotodo. No querrá recibir ayuda de nadie ¿verdad?
–¿Y que más opciones tendría? Gente como ella solo confía en los libros.
–Bueno –bromeó– eso sería magnífico. Podríamos obligarla a que nos haga la tarea.
Zayn solo le dedicó una expresión de pesar. No le hacía gracias, a diferencia de su hermana, quien reía tontamente.
–¡Ops! Nos la quitaron...
–¿QUÉ?
La alegría puede durar muy poco.